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Ecosistemas

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Ecosistema significa un complejo dinámico de comunidades vegetales, animales y de microorganismos y su medio no viviente, interactuando como una unidad funcional. (Artículo 2 de la Convención de Diversidad Biológica).

Esta definición puede ser referida a cualquier unidad en funcionamiento a cualquier escala; la escala de análisis y de acción se debe determinar en función del problema de que se trate.
«La diversidad de ecosistemas se refiere a que cada uno de ellos tiene patrones característicos de flujos de energía y ciclos biogeoquímicos, y la falta de alguno puede afectar el funcionamiento completo de la biosfera. Por ejemplo, la destrucción de la Amazonía y, dentro de él, de numerosos ecosistemas particulares de bosque tropical lluvioso, impacta el ciclo global del carbono y finalmente el proceso de calentamiento global que está enfrentando la biosfera». (Lazo, I. et al. 2008. Nuestra Diversidad Biológica. En: Biodiversidad de Chile. Patrimonio y Desafíos, p.49. CONAMA)
«Para los fines del análisis y la evaluación, debe adoptarse una visión pragmática de los límites de los ecosistemas, en función de los interrogantes que se estén planteando. Un ecosistema bien definido presenta sólidas interacciones entre sus componentes y débiles interacciones fuera de sus límites. Una opción útil en relación con los límites de un ecosistema se da cuando coincide un cierto número de discontinuidades, como en la distribución de los organismos, los tipos de suelo, las cuencas hidrográficas y la profundidad de un cuerpo de agua». En una escala más amplia, los ecosistemas que se distribuyen en términos regionales e, incluso, globales, pueden evaluarse sobre la base de unidades estructurales básicas en común y se les llama biomas. Pueden ser: marinos, costeros, de aguas interiores o dulceacuícolas, de bosques, de zonas áridas, de islas, de montañas, de regiones polares, de zonas cultivadas (agrícolas), y de áreas urbanas. Estos biomas no constituyen en sí mismos ecosistemas, sino que cada una contiene un número variable de éstos» (World Resources Institute, 2003) [1].

La fuente externa más importante de ingreso de energía a los ecosistemas es el sol. Parte de la radiación solar que llega a la superficie de nuestro planeta es captada por organismos fotosintetizadores que transforman la energía solar en energía química, permitiendo de ese modo su ingreso al ecosistema. Las comunidades biológicas de los ecosistemas estructuran redes tróficas a través de las que fluye la energía. El proceso de traspaso de energía de un nivel trófico a otro tiene una eficiencia limitada, lo que significa que sólo una parte de la energía disponible en un nivel trófico es capturada por el nivel siguiente. Una parte se disipa hacia fuera en forma de calor y otra es reciclada dentro del mismo sistema, lo que a su vez depende de su capacidad de autorregulación, que está muy asociada al ambiente físico. Por tanto, las características físicas condicionan la diversidad de especies y sus relaciones; la forma en que se expresen en el mar o en al tierra. Es decir, en condiciones físicas relativamente homogéneas se expresarán o vivirán comunidades o ensambles de especies característicos. En nuestro país podemos diferenciar tres grandes grupos de ecosistemas, según el medio físico predominante, estos son: ecosistemas terrestres, marinos y dulceacuícolas. Cada uno de esos grupos contiene una variedad de situaciones, que pueden diferenciar ecosistemas específicos.

Los ecosistemas terrestres pueden clasificarse por su vegetación característica, asociada a condiciones de temperatura, humedad, altura desde el nivel del mar, exposición al sol, etc. o la ausencia de especies vegetales. En el entorno marino los ecosistemas suelen clasificarse por la profundidad de la columna de agua, salinidad, accidentes geográficos, textura del fondo marino, influencia de corrientes marinas, etc. En cualquier caso, se sabe que cualquiera sea la condición física de la parte del planeta o de nuestro país, que se trate, habrá especies que la habitan. En algunos casos extremos de temperatura o presión sólo sobrevivirán microorganismos, pero siempre serán especies, con sus genes característicos.
A los ecosistemas, igual que a las especies, se les puede evaluar por su dinámica, por sus cambios. Nada es estático. Los ecosistemas tienen un nacimiento, desarrollo y muerte asociado a grandes fenómenos geológicos y de cambios climáticos. Es decir, las condiciones físicas, sobre las cuales se desarrollan las diferentes formas de vida, cambian. Lo que esos cambios, generalmente, requieren miles de años para ser significativos. Sin embargo, el ser humano, tiene la capacidad de acelerar esos cambios. Considerando las condiciones físicas existentes en un determinado lugar, modificamos las especies predominantes para obtener una mayor productividad biológica, según nuestro requerimiento de consumo, de esparcimiento, de localización y de construcción de nuestras viviendas y demás edificios. Intervenimos el ciclo hidrológico mediante canalización de ríos, tranques, represas y demás obras humanas, para diversas necesidades. Y todas esas acciones generan residuos, en forma de emisiones al aire, al suelo, al agua, que alteran los procesos naturales. Todas esas obras humanas requieren de energía que supera la obtenida por las especies domesticadas. Echamos mano a energía del sol atrapada en fósiles en forma de petróleo, carbón y gas. Mientras más intervenido un ecosistema, mayor es el gasto de energía que debemos incurrir para mantenerlo. Aunque nuestro país, por sus accidentes geográficos y particulares condiciones físicas, mantiene aún grandes territorios, con una relativa baja intervención humana, no podemos sustraernos a los cambios en nuestros ecosistemas asociados al Cambio Climático Global. Y, algunos de nuestros ecosistemas, se encuentran en peligro de extinguir sus características naturales, por obra y gracia de nuestra nacional intervención en ellos.
«El concepto de ecosistema ofrece un marco valioso para analizar e intervenir en los vínculos que existen entre las personas y el medio ambiente. Por esta razón, el ‘enfoque ecosistémico’ cuenta con el respaldo del Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD), y el marco conceptual de EM [2] es totalmente consecuente con dicho enfoque. El CBD plantea que el enfoque ecosistémico es una estrategia para el manejo integrado del suelo, el agua y los recursos orgánicos que promueve la conservación y el uso sostenible en términos equitativos. Este enfoque reconoce que los humanos, con su diversidad cultural, son parte integral de muchos ecosistemas.
Con el fin de implementar el enfoque ecosistémico, los responsables de la toma de decisiones deben comprender cuáles son los múltiples efectos que recaen en un ecosistema cuando se produce un cambio en las políticas o en las prácticas de manejo ambiental. Si se hace una analogía, las autoridades encargadas de la toma de decisiones no tomarían una determinada decisión financiera en un país sin antes examinar las condiciones del sistema económico, ya que la información sobre la economía de un solo sector (por ejemplo, el manufacturero) sería insuficiente. La misma necesidad de examinar las consecuencias que tienen los cambios en los distintos sectores se aplica a los ecosistemas. Por ejemplo, los subsidios al uso de fertilizantes pueden aumentar la producción de alimentos, pero las decisiones correctas requieren información adicional que determine si dichos beneficios no se minimizan ante la reducción potencial en la captura de pesquerías aguas abajo (a raíz de la degradación en la calidad del agua que genera el escurrimiento de fertilizantes)». (World Resources Institute, 2003)
«Las personas buscan obtener múltiples servicios de los ecosistemas y, por ende, perciben la condición de determinados ecosistemas en relación con la capacidad que éstos tienen para proporcionar tales servicios. Pueden utilizarse diversos métodos para evaluar la capacidad que tienen los ecosistemas de suministrar determinados servicios. Con esas respuestas en la mano, los grupos de interés poseen la información necesaria para decidir entre un conjunto de servicios cuáles son los que mejor satisfacen sus necesidades». «La condición de cada categoría de servicios de los ecosistemas se evalúa con mecanismos que presentan algunas diferencias; aunque, en general, una evaluación cabal de cualquier servicio exige tener en cuenta las existencias, los flujos y la resiliencia del mismo».
[1] World Resources Institute. 2003. Ecosistemas y Bienestar Humano: Marco para la Evaluación Resumen. Informe del Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
[2] Evaluación de Ecosistemas del Milenio, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Humedales

Los humedales son unidades de paisaje determinadas por un anegamiento permanente o estacional del suelo.

Las aguas de los humedales son someras, es decir, presentan escasa profundidad. Pueden ser salados, dulces o salobres, marinos o terrestres (continentales o de islas), superficiales o subterráneos someros, artificiales o naturales. Los humedales tienen una gran importancia como reguladores del ciclo hídrico y como reservorios de agua, como hábitat de flora y fauna e incluso humano, y además entregan recursos naturales de gran valor económico, cultural y científico.

La Convención Internacional de humedales, también conocida como Convención Ramsar por la ciudad iraní donde se realizó la primera conferencia de sus partes los definió como «extensiones de marismas, pantanos y turberas o superficies cubiertas de agua, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad no exceda los seis metros».

Ecosistemas Marinos y Costeros

En la caracterización de un ecosistema tanto marino como costero, entendidos como sistemas, que involucran interrelaciones entre componentes bióticos y abióticos en la naturaleza, necesariamente confluyen y se complementan características de sistemas terrestres vecinos, la topografía, la dinámica del mar y la flora y fauna.

Los ecosistemas terrestres costeros interactúan con los marinos en un flujo constante de materia y energía, que se expresa en sedimentos orgánicos e inorgánicos arrastrados al mar; fauna que tiene partes de su ciclo de vida en ambos espacios; agua dulce que al mezclarse con salada crea condiciones especiales de estuario, que influye en la dinámica del agua de mar cerca de la costa y sus características físico químicas. La topografía del fondo del mar condiciona el sustrato sobre el cual vivirán las diferentes especies e influye sobre el comportamiento dinámico de las masas de agua. Las corrientes marinas, cuyas causas son diversas y obedecen, algunas de ellos, a fenómenos de escala planetaria, también condicionan las particularidades de los ecosistemas marinos y ecosistemas costeros. De este modo, los ecosistemas marinos están definidos por los tipos de corrientes y la topografía submarina, y se ubican sobre la plataforma continental y más allá. Hay varias clasificaciones en función de las principales corrientes (ecosistema de la corriente de Humboldt, del giro central del Pacífico, etc), o bien por la profundidad: pelágicos, neríticos, bentopelágicos, abisales, etc. Los ecosistemas costeros están definidos por la topografía y corrientes costeras, se ubican en las proximidades de la costa hasta los 30 metros de profundidad, y están altamente influenciados por la tierra (no solo aportes de agua dulce sino las actividades antrópicas). Ejemplos de clasificaciones son por la topografía: bahías, fiordos, desembocaduras de ríos, frentes de costa expuestos, etc.; o por distribución/agregación de especies (biogeografía), etc.

Ecosistemas Terrestres

Se refiere a sistemas que ocupan sólo 29% de la superficie de nuestro planeta y donde, principalmente, habita el ser humano.

La clasificación de ecosistemas es una tarea compleja que requiere del conocimiento de los diferentes componentes a través de los que fluye la energía. La vegetación, definida como la forma en que los componentes vegetales del ecosistema ocupan el espacio, puede ser usada como un buen sustituto del ecosistema completo porque los componentes vegetales i) permiten la entrada de energía a los ecosistemas, ii) concentran la mayor proporción de biomasa y productividad de los ecosistemas, iii) reflejan la influencia del complejo ambiental y iv) definen la estructura espacial de los ecosistemas (Leuschner, 2005).
Los patrones de distribución espacial de los ecosistemas constituyen el paisaje (Turner et al. 2001). El paisaje es modelado por perturbaciones, procesos bióticos y factores ambientales que operan a diferentes escalas espaciales y temporales (Turner et al. 2001). A escala regional, la variación espacial del clima es uno de los principales factores que determinan la variación espacial de la vegetación (Woodward, 1987; Walter, 2002).

Texto adaptado de Luebert y Pliscoff. 2008. «Los ecosistemas terrestres». En: Biodiversidad de Chile. Patrimonio y Desafíos. CONAMA. Página 75.

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