Especies

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Especie es un grupo (o población) natural de individuos que pueden cruzarse entre sí, pero que están aislados reproductivamente de otros grupos afines

Para Chile se han descrito alrededor de 30.000 especies. Es decir, el equivalente al 1,93 por ciento de todas las especies descritas en el planeta, las que alcanzarían alrededor de 1,4 millones.

Especie es un grupo (o población) natural de individuos que pueden cruzarse entre sí, pero que están aislados reproductivamente de otros grupos afines» (Concepto desarrollado por Dobzhansky T. 1937. Genetics and the origin of species. Columbia University Press, New York y por Mayr, E. 1942. Systematics and the origin of species. Columbia Univ. Press, New York). Se trata de un concepto que no aplica cuando se trata de organismos de reproducción asexuada de amplia presencia en la naturaleza, entre plantas y animales. Tampoco es aplicable a organismos fósiles. Una definición más moderna la entrega Ernst Mayr en su libro «Populations, species and Evolution» (1970) donde entrega un concepto de «especie biológica»: Especies son grupos de poblaciones naturales que pueden reproducirse entre si, pero aisladas reproductivamente de cualquier otro grupo. Los miembros de una especie constituyen (1) una comunidad reproductiva; (2) una unidad ecológica (independientemente de los individuos que la compongan, interactúan como una unidad frente a otras especies con quienes comparten el mismo ambiente); (3) una unidad genética (un enorme pool genético intercomunicado, donde el individuo es sólo un recipiente de una pequeña porción del contenido de ese pool, durante un corto período de tiempo). El concepto de especie implica o considera una evolución, una historia de desarrollo de ese grupo de individuos frente a determinadas condiciones ambientales.

El Millennium Ecosystem Assessment, estudio mandatado por las Naciones Unidas a un equipo multidisciplinario de científicos de todo el mundo define a la especie como: «Grupo de organismos que se reproducen entre ellos y están reproductivamente aislados de todos los demás, aunque en taxones concretos se dan excepciones parciales a esta norma. En la práctica, el concepto de especie es una unidad taxonómica fundamental generalmente reconocida, basada en características morfológicas o similitudes genéticas, a la que, una vez descrita y aceptada, se le atribuye un único nombre científico».

«La diversidad de especies es la acepción más utilizada en el ámbito de la ecología y, en general, se refiere tanto a la riqueza o número de especies que hay en una comunidad u otra área geográfica (p.ej. país, ecorregión, biomas) como a las relaciones de abundancia que existen entre ellas». (Lazo, I. et al. 2008. Nuestra Diversidad Biológica. En: Biodiversidad de Chile. Patrimonio y Desafíos, p.49. CONAMA)

Durante siglos las diferencias morfológicas entre las especies han sido un criterio fundamental para distinguir las especies. Desde que existe el conocimiento que esas diferencias tienen su origen en las características de los genes que forman parte de cada individuo, se ha intensificado el interés por usar esa información como criterio taxonómico.

«A fines de la década de los setenta, Carl R. Woese dejó atrás las comparaciones anatómicas o fisiológicas, y utilizó las diferencias en genes para trazar parentescos entre los diferentes tipos de organismos». (Lazo, I. et al. 2008. Nuestra Diversidad Biológica. En: Biodiversidad de Chile. Patrimonio y Desafíos, p. 50-51. CONAMA)

Para Chile «se han descrito alrededor de 30.000 especies (Simonetti, J.A., M.T.K. Arroyo, A.E. Spotorno & E. Lozada (eds). 1995. Diversidad Biológica de Chile. CONICYT. Talleres Artegrama Ltda., Santiago). Es decir, el equivalente al 1,93 por ciento de todas las especies descritas en el planeta, las que alcanzarían alrededor de 1,4 millones, según Wilson (Wilson, E. (1992) La Diversidad de la Vida. Grupo Gribaldo-Mandadori. Barcelona. 410 pp.). Chile es un país pequeño en superficie continental y pareciera ser que la magnitud de su biodiversidad refleja esta característica. No obstante esta limitación, aún falta el 98 por ciento de nuestras especies ‘chilenas’ por descubrir. Si somos conservadores, la biodiversidad chilena tendría un potencial de descubrimiento de alrededor de 170 mil nuevas especies para los próximos años, las que probablemente en más de un 50 por ciento corresponderán a artrópodos. Este potencial de descubrimiento no es exagerado, si se tiene en cuenta que incluso animales mayores todavía no han sido descritos». (Lazo, I. et al. 2008. Nuestra Diversidad Biológica. En: Biodiversidad de Chile. Patrimonio y Desafíos, p. 53-54. CONAMA)

Según el artículo 2 de la Convención de Diversidad Biológica: «Por ‘especie domesticada o cultivada’ se entiende una especie en cuyo proceso de evolución han influido los seres humanos para satisfacer sus propias necesidades»; «Por ‘hábitat’ se entiende el lugar o tipo de ambiente en el que existen naturalmente un organismo o una población».

Especies Nativas

Son especies propias del espacio donde se encuentran distribuidas de modo natural, sin intervención humana.

Las especies viven en diferentes hábitats, partes de ecosistemas de diverso tipo, con características que le son compatibles a sus necesidades biológicas. Según el rango de adaptabilidad y las capacidades de movimiento de cada especie (algunas se mueven con ayuda de otras especies) será mayor o menor el espacio geográfico, que ocupará normalmente. Esa distribución natural es objeto de cambios, por diversas causas evolutivas. Se trata de las especies autóctonas. Las especies nativas se distinguen de las especies exóticas por el hecho que en las exóticas es el ser humano quien provoca, consciente o inconscientemente, su desplazamiento a un nuevo ecosistema. Una especie nativa puede tener un rango de distribución que incluye más de un país. Será, en ese caso, nativa para los países donde habita.

Especies Endémicas

Son especies nativas cuyo espacio de distribución se reduce, naturalmente, a un ecosistema restringido.

Tienen un limitado rango de distribución por su evolución, no por factores de amenaza. En sentido estricto el concepto se emplea para especies de distribución muy localizada. En sentido amplio, el endemismo se asocia a un espacio geográfico delimitado, aunque este sea de grandes dimensiones. Por ejemplo: especies endémicas de la Patagonia es un conjunto de especies comunes a un espacio geográfico de Chile y Argentina.

Especies Exóticas

Son especies introducidas por el ser humano en un espacio geográfico que no corresponde a su distribución natural.

Es el concepto contrario a especies nativas. Durante la evolución humana han sido redistribuidas numerosas especies en todos los ecosistemas. La mayoría de esas introducciones no resultan exitosas. La domesticación, proceso mediante el cual el ser humano asiste a una especie en su sobrevivencia, para satisfacer alguna necesidad, facilita la permanencia de una especie exótica en espacios que no le son propios.

Especies Exóticas Invasoras

Las invasiones de especies exóticas constituyen una de las amenazas más serias a la sobrevivencia de miles de especies en la actualidad. Ayudadas por los humanos, innumerables especies han colonizado nuevos ambientes contribuyendo a la extinción de muchos organismos a través de competencia, predación o alteración del hábitat. A las complicaciones técnicas de la erradicación de especies exóticas se suma la falta de comprensión del problema por parte de la sociedad.
Para nadie es novedad que los organismos vivos se mueven; incluso las plantas, que permanecen gran parte de su vida ancladas al suelo, pueden dispersar sus semillas a distancias considerables. De hecho, la capacidad de moverse es una de las características que hace exitosa a una especie en un medio cambiante: le permite escapar de desastres naturales y de potenciales predadores, o aprovechar recursos temporales, le permite evitar el hacinamiento o, por el contrario, el agruparse, si eso fuera beneficioso. Finalmente el moverse hace posible que los organismos puedan colonizar nuevos ambientes y extender su rango distribucional, eventualmente dando paso a la creación de nuevas especies. Así, las comunidades biológicas que conocemos en la actualidad son el resultado de numerosas «invasiones» de especies que han tenido lugar desde la aparición de la vida en este planeta. Cada nueva especie que llega a un lugar significa un potencial reordenamiento de la estructura de la comunidad, un experimento que, a menudo, tiene resultados inesperados. La mayoría de las invasiones fallan, sin embargo; ya sea porque las condiciones ambientales no son adecuadas para el establecimiento de la especie, o si lo son, porque el número de colonizadores fue muy pequeño, o porque, de alguna manera, las especies residentes resisten la invasión. Pero de vez en cuando, uno de decenas o cientos de intentos tiene éxito, una nueva especie se establece y la ruleta ecológica comienza a girar. Una nueva comunidad se ha formado. La forma en que la comunidades responden a las invasiones es un área muy importante de la ecología (ej. ver Groves y Burdon 1986 y Drake et al. 1988). Sin embargo, más allá del simple interés intelectual, este campo ha cobrado gran relevancia para disciplinas aplicadas como la biología de la conservación. Y la razón de esto es que, a pesar de que las invasiones biológicas constituyen un fenómeno que existe naturalmente, éstas han sufrido un cambio dramático durante los últimos siglos que las ha transformado en una de las amenazas más graves a la conservación de la naturaleza.
En marzo de 1890, un grupo de admiradores de William Shakespeare introdujo en el Central Park de Nueva York un total de 60 estorninos (Sturnus vulgaris) en un intento por traer a esa ciudad todas las aves mencionadas en la obra del ilustre escritor (Long 1981). El estornino, una especie europea que difícilmente hubiera podido alcanzar la costa de Norteamérica por vías naturales, es hoy en día una de las aves más comunes en el continente. Así, intencionalmente o no, la especie humana ha servido de facilitador de los movimientos de miles de especies, aumentando la tasa global de migraciones en varios órdenes de magnitud, produciendo interacciones entre especies que quizás nunca se hubieran encontrado, interacciones que muchas veces terminan en extinción.

El objetivo de este artículo es revisar los distintos factores involucrados en el fenómeno de las especies exóticas: cómo llegan, qué efectos tienen, cuáles son los ecosistemas más sensibles, y qué se puede hacer para controlar su acción.

Desde pilares de la humanidad a simples polizones

Gran parte de los alimentos que consumimos provienen de alguna especie de planta o animal exóticos. De hecho, basta con analizar el lugar de origen de los principales ingredientes de una criolla empanada (harina de trigo – Medio Oriente, carne de vacuno – Eurasia, huevos de gallina – Indochina, cebolla – Medio Oriente, comino – Medio Oriente, aceitunas – Mediterráneo) para darnos cuenta de que nuestra vida depende en gran medida de especies que hemos traído desde regiones muy lejanas. La necesidad de producir proteínas, energía o fibras ha llevado a la especie humana a trasladar miles de especies de un lugar a otro del planeta. Prácticamente todas las naciones del mundo han tenido o tienen algún tipo de organismo gubernamental cuyo objetivo es el ensayo e introducción de especies que pueden presentar beneficios económicos para el país. Al igual que en el caso de las invasiones naturales, muchas de estas introducciones nunca prosperan, pero cuando lo hacen, muchas de estas especies pueden llegar a ser componentes muy importantes de la comunidad local. Así, por ejemplo, el paisaje de Chile central está dominado en gran medida por álamos, eucalyptos y pinos, los que junto con vides, manzanos, vacas, ovejas y cientos de otros animales y plantas cultivados constituyen un porcentaje muy importante de la diversidad de especies y de la biomasa de la zona.

Otras especies exóticas llegan a su lugar de destino como parte de iniciativas particulares de la más diversa motivación. Algunas son introducidas deliberadamente como animales de caza, como controladores biológicos o simplemente porque su presencia en el lugar lo haría estéticamente más deseable.

Si bien es cierto muchas especies han sido liberadas intencionalmente, un gran porcentaje de las poblaciones de plantas y animales exóticos provienen de individuos escapados de cautiverio. Muchos animales que originalmente fueron importados como mascotas o otro tipo de animal doméstico terminan estableciendo poblaciones silvestres, y muchas plantas ornamentales invaden áreas silvestres cuando sus semillas son transportadas por el viento, agua o animales.
Finalmente, un número muy importante de especies viaja subrepticiamente a través del mundo en bodegas de barcos, aviones y decenas de otros medios de transporte, y las semillas de cientos de especies de plantas se mueven diariamente en los zapatos, ropa o estómagos de viajeros intercontinentales. Prácticamente toda isla que sea abastecida por barcos de calado mediano o grande cuenta entre su fauna a las infaltables ratas y ratones. De hecho existe toda una comunidad de animales y plantas que siguen a los humanos a donde quiera que éstos vayan. Muchas naciones ejercen cierto control sobre este tipo de migraciones cuando los organismos en cuestión son considerados plagas para algún tipo de cultivo local. Pero tratados internacionales, controles fronterizos y cuarentenas no han sido suficientes para evitar que miles de especies hayan colonizado áreas a las que nunca hubieran llegado bajo condiciones normales.

Extracto de artículo de Crístian Estades. Estades, C. 1998. «Especie Non Grata: Efectos Ecológicos de las Especies Exóticas». En Ciencia al día, revista de Internet, N° 2, Volúmen 1.

Especies Amenazadas

Son especies con alta probabilidad de extinción por factores que las presionan.

Existe la posibilidad que desaparezcan de todo o parte de su área de distribución natural. Las causas de esa condición pueden ser naturales o ser provocadas por el ser humano. Se distinguen diferentes grados de amenaza, según criterios asociados a la condición normal de la población de la especie y el factor de amenaza. La determinación del grado de amenaza de cada especie es conocida como evaluación de su estado de conservación. En la actualidad, el sistema internacional más difundido de caracterización del estado de conservación de las especies es el utilizado por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (www.iucn.org), que distingue tres categorías de amenaza: En peligro crítico; En peligro; y Vulnerable

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