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El impacto del cambio climático en Chile
Hacia 2050 no sólo viviremos en un país más caluroso, menos lluvioso, más propenso a tormentas y con más días nublados. Una serie de paisajes se modificarán debido a la menor disponibilidad de agua y el avance de las zonas áridas, trasladando cultivos desde la zona central hacia el sur y disminuyendo la cobertura de nuestros bosques. Son las conclusiones de nuevos estudios que, más allá de los evidentes cambios, resultan fundamentales para diseñar estrategias que mitiguen los efectos del calentamiento global en Chile.
En los Valles de Leyda y Casablanca, en la zona central, son los trabajadores que siembran y cosechan la tierra quienes más saben de cambio climático. No necesitaron conocer los reportes de Naciones Unidas ni escarbar en complicados estudios científicos para saber que el clima está cambiando de forma acelerada en unas pocas décadas. Allí no hay escépticos, tampoco ecologistas ni defensores de causas perdidas, sólo gente que ha vivido toda una vida ligada al campo. Si una planta no crece, si llueve menos, si las temperaturas son más altas o más frías, son ellos a quienes hay que preguntar. “Antes el agua de los pozos la encontrábamos cerquita, a unos ocho metros ya encontraba agua usted. Hoy tiene que hacer pozos mucho más grandes, a veces de hasta 80 metros para poder encontrar algo”. No es raro hallar testimonios similares en los campos de Chile. Y la evidencia científica más reciente respalda estos relatos de primera mano, al punto que pocos dudan a estas alturas de que hemos comenzado a vivir los efectos del calentamiento global y que la actividad del hombre está detrás del fenómeno.
Este año, por primera vez, la presencia de Co2 en la atmósfera superó la marca de las 400 partes por millón, duplicando en un lapso de poco más de cien años los niveles que existían antes de la era industrial. Ningún ciclo natural es capaz de causar este efecto en tan corto período, como demuestra el hecho de que durante toda la civilización humana los niveles de dióxido de carbono se mantuvieron entre las 180 y 280 partes por millón. Lo que, según estudios de la Nasa y los paneles de expertos de la ONU, ha causado que en las últimas tres décadas la temperatura del planeta haya subido en un grado Celsius como promedio.
En Chile, el océano Pacífico tiene un efecto moderador del impacto que a nivel global causa el alza de temperatura, pero nuevos estudios revelan que aun así el país registrará cambios significativos en el clima.
Una investigación encargada por el Ministerio del Medio Ambiente al Centro de Agricultura y Medio Ambiente de la Universidad de Chile analizó los escenarios climáticos hacia 2030 y 2050. ¿Sus conclusiones? De no aplicarse medidas de mitigación, no sólo viviremos en un país más cálido, menos lluvioso, más propenso a tormentas y con días más nublados, sino que muchos paisajes se modificarán debido a la menor disponibilidad de agua y el avance de las zonas áridas. Los posibles efectos incluyen el traslado de los cultivos tradicionales de la zona central hacia el sur y la disminución de la cobertura del bosque nativo.
Claro, el informe de la U. de Chile no plantea un destino ineludible. Pero si todo se mantiene tal cual es muy posible que, así como hoy en el campo los más viejos se admiran por “lo mucho que ha cambiado el clima”, nosotros tendremos que contar a nuestros nietos cómo era el paisaje chileno cuando el milenio recién comenzaba.
CLIMA MAS CALIDO
El aumento de temperatura afectará a todo el territorio. Pero si usted vive en las ciudades del interior, su percepción del cambio será mucho mayor. La cercanía del océano mitiga el impacto, porque la nubosidad y brisa marina que ingresan al continente mantienen los niveles de humedad, a lo que se suma el efecto de fenómenos como La Niña, que enfrían la superficie del mar disminuyendo las temperaturas. Por eso se estima un aumento promedio de 1,5 grados para la costa, cifra que irá creciendo a medida que se avanza hacia el interior: sobre los dos mil metros de altura, el alza podría llegar a superar los tres grados centígrados.
Si es un santiaguino acostumbrado a noches de verano más frescas, que lo alivian del calor del día, hacia 2030 lo más probable es que deba considerar sí o sí un sistema de aire acondicionado si quiere dormir bien. Porque en verano la capital registrará un aumento en sus temperaturas mínimas y máximas. Se proyecta, por ejemplo, un alza de 1,6 grados en la máxima promedio, pasando de 30,5° de ahora a 32,1° durante los eneros de los próximos 17 años. Y olvídese del frío intenso en julio: la temperatura mínima promedio se elevará 2,1 grados (de los 4,2 grados actuales a 6,3 grados).
Hacia mediados de siglo, una de las ciudades más cálidas del país será Los Andes, con máximas promedio en verano de 33,3 grados, es decir, 2,4 grados más que ahora.
Las regiones que hoy son más frías experimentarán el mismo fenómeno. Concepción, por ejemplo. Si la temperatura mínima en pleno invierno alcanza un promedio de 3,5 grados, hacia 2030 llegará a 4,4 grados, prácticamente un grado más en tan sólo 17 años. Para 2050, las temperaturas mínimas serán todavía más elevadas, llegando a los 4,9 grados en esa ciudad. Igual situación para el norte. Calama, enclavada en pleno desierto, con temperaturas máximas que subirán 1,9 grados en el verano respecto de las actuales. Sin embargo, habrá otro cambio aún más notorio en esta zona: las temperaturas mínimas extremas que suelen caracterizar el clima del desierto también aumentarán. Para mediados de siglo, el alza será de 2,5 grados, pasando de 1,3 grados a 3,8 grados la mínima promedio en invierno.
Para el doctor Fernando Santibáñez, responsable científico del estudio, los alcances de este aumento de temperatura son significativos, afectando las precipitaciones, la nubosidad y, en especial, al paisaje. No sólo tendremos que acostumbrarnos a más días nublados debido al contraste con el océano: el clima cálido aumenta la diferencia de temperatura entre el mar y la tierra firme, contraste que moviliza más aire desde la costa hacia el continente. También habrá que sumar que, mientras disminuyen las lluvias, aumentarán eventos extremos, como tormentas eléctricas y granizadas, algo similar a lo que ocurre en el trópico, pero con episodios súbitos que podrían desencadenarse en verano o invierno.
MENOS LLUVIAS
Es en este contexto que uno de los principales desafíos será enfrentar las consecuencias de la disminución de precipitaciones. Datos de la Dirección Meteorológica de Chile señalan que, en promedio, actualmente se registran 10 días menos de lluvia que hace 100 años. Y esta tendencia se acentuará. Dentro de 17 años, la capital registrará 46 mm menos de agua caída y para 2050 serán 64 mm menos. Más al norte, el escenario es peor: en Ovalle, por ejemplo, la disminución de las precipitaciones significará casi 20 mm menos de agua caída en 2030 y casi 30 mm menos en 2050. Otra zona igualmente agrícola es la de Curicó. Y ahí el tema es más marcado. En 2030 se registrarán 131 mm menos de lluvia y a mediados de siglo, la baja será de casi 180 mm.
En efecto, el estudio de la Universidad de Chile proyecta que el fenómeno se está acelerando. Uno de los ejemplos más claros en este sentido es Valdivia. Un estudio dado a conocer en 2007 por la Universidad Austral, que analizó información de estaciones meteorológicas entre Concepción y Aysén, documentó una disminución de 540 milímetros durante los últimos 71 años en la Región de Los Ríos. Pero el análisis de la U. de Chile muestra que bastarán 17 años para que esta zona registre casi 250 mm menos.
No es todo. En la zona centro sur también se presentará otro fenómeno: lloverá más intensamente en cortos períodos de tiempo, lo que impide la infiltración de agua hacia las napas subterráneas, al escurrir más rápido en la superficie. En términos simples, el agua no se alcanza a absorber (ni a acumular en el subsuelo), por lo que degrada los suelos y eleva el riesgo de desastres naturales, como avalanchas y deslizamientos de tierra. Todo esto no sólo afecta la disponibilidad de agua para la agricultura, también influye en la disminución de ecosistemas sensibles como el bosque nativo, desplazando hacia el sur climas que hoy caracterizan al Norte Chico y la zona centro sur.
Sólo en Arica y Calama se registrará un leve aumento de precipitaciones. En la capital de la XV Región, el agua caída pasará de 2 mm a 2,1 mm, mientras que en la ciudad minera subirá de 20,5 a 24,1. Un fenómeno que ya fue advertido en el estudio “Variabilidad climática en el territorio chileno en el siglo XXI”, realizado por el Departamento de Geofísica y Matemáticas de la U. de Chile, donde se explica que en el Norte Grande y especialmente en el altiplano, habrá un aumento de lluvias en primavera y verano, reforzadas por el invierno boliviano.
EL DESIERTO AVANZA
En este nuevo escenario climático los bordes del desierto se extenderán un promedio de 50 kilómetros, lo que prácticamente “empujará” hacia el sur climas que hoy son propios de la zona central. “Estos cambios se manifestarán principalmente hasta el sur de la Araucanía”, explica Santibáñez.
La Cuarta Región, por ejemplo, con su clima árido, de vegetación arbustiva, pero de excelencia para cultivos como las viñas, comenzará a mostrar un paisaje cada vez más parecido al desierto, donde será imposible sostener la agricultura tradicional. Santiago, en tanto, transitará de un clima semiárido a uno árido, exhibiendo un paisaje mucho más cercano al que conocemos hoy en la IV Región. En la precordillera usted encontrará menos bosques y más matorral de tipo espinoso, como el que aprecia hoy cuando viaja por carretera al Norte Chico.
“Los abuelos de mediados de este siglo van a poder reconocer este cambio en el paisaje”, dice Leonel Sierralta, jefe de la División de Recursos Naturales del Ministerio del Medio Ambiente, quien explica que los límites agrícolas en el Chile más cálido se modificarán, de manera que habrá cultivos de la zona central que sólo se podrán hacer más al sur. Y los cambios ya se están apreciando. Un ejemplo es lo que sucede con frutos como el kiwi y que complica los procesos de exportación: están madurando antes de llegar a otros países. “Es muy probable que todo lo que se produce hoy hasta Talca llegue a tener mejores condiciones para ser cultivado en regiones como el Biobío y la Araucanía”, explica Fernando Santibáñez.
EL NUEVO MAPA DEL VINO
Uno de los cultivos más importantes que se desplazarán es el vitivinícola. ¿Se imagina comprando un vino que fue producido en Valdivia? Esto podría ser realidad hacia 2050. Un estudio dado a conocer a fines de marzo por la Universidad Austral y el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) explica que se perderá gran parte de la actual zona apta para viñas, pero que se abrirán nuevas áreas en lugares hasta ahora inusuales, como Talca y Valdivia.
En Chile, el área de producción de vino actualmente se extiende entre la IV Región y el Biobío, pero el aumento de temperatura y la menor disponibilidad de agua ya empiezan a notarse: el 95% de las viñas tiene problemas de suministro de agua, según el estudio. De hecho, se estima que en las actuales regiones de clima mediterráneo, como Maipo, Cachapoal y Colchagua, donde se cultivan variedades premium, la zona apta para vinicultura disminuirá en 25%.
Claro que no todo está perdido para la zona central. Una de las conclusiones del estudio es que se podrá recurrir a nuevas cepas que ofrezcan sabores similares, pero que se adapten mejor al nuevo clima. Y, según los autores del estudio del Ministerio del Medio Ambiente, la zona podría renovar su agricultura, optando por cultivos tropicales (cereales, cítricos, paltas y chirimoyas) beneficiados con la disminución de heladas y el aumento de temperatura.
BOSQUES QUE SE DESPLAZAN
Especies como el quillay, el boldo y el litre, el peumo y el maitén, que para todos son familiares en la zona central, podrían prácticamente desaparecer de los ecosistemas. Una posibilidad es que persistan sólo en áreas mucho más reducidas, como aquellas que mantendrán humedad en quebradas y en zonas costeras. Estos árboles forman parte del llamado bosque esclerófilo, que regula las cuencas de los ríos, absorbe agua alimentando napas subterráneas, evita riesgos naturales como deslizamientos de tierras y alberga una biodiversidad que incluye mamíferos como el zorro, el puma, así como numerosas especies de aves. Pero lo más común en la zona central de mediados de siglo será el matorral espinoso, un paisaje más seco, árido, parecido al que presenta actualmente la IV Región.
Más hacia el sur también habrá cambios en los bosques. A mediados de la década pasada, un estudio realizado sobre la base de los anillos de crecimiento de árboles por científicos del Núcleo Científico Milenio Forecos, de la Universidad Austral, había ya sugerido que la distribución de la vegetación austral estaba sufriendo transformaciones importantes. Ahora, Patricio Pliscoff, académico del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile y que participó en el estudio que encargó el Ministerio del Medio Ambiente, explica que según el nuevo análisis, especies nativas como el alerce, la araucaria y el ciprés de las Guaitecas (especies de coníferas que conforman el llamado bosque resinoso característico del sur de Chile) tendrán más dificultades para adaptarse al nuevo clima debido a sus largos períodos de vida.
¿Por qué? En 1993, el científico y líder del grupo Milenio Forecos, Antonio Lara, publicó una investigación que analizando los anillos de crecimiento del alerce descubrió especímenes que tenían 3.600 años de edad en el sur de Chile, lo que convierte a estos árboles en una de las especies más longevas del planeta. Debido a que las huellas del clima también quedan marcadas en el crecimiento de los árboles (si llueve menos, el anillo es más delgado y viceversa), estas investigaciones han permitido también comprobar que el calentamiento global es un fenómeno que se ha acelerado en los últimos cien años. Pero esta misma longevidad juega en contra de estas especies de bosque nativo chileno: no alcanzan a modificar su ADN con la rapidez suficiente que necesitan para adaptarse a un clima con mayor temperatura.
Ahora bien. El estudio de la U. Austral y el IEB también revela que todos estos fenómenos se pueden mitigar, en parte, conservando las pequeños concentraciones de bosques que perdurarán, para crear microclimas que aprovechen sus características, en especial los de tipo esclerófilo. Por ejemplo: una zona de cultivo presenta menos temperatura si en su entorno existen estos bosques, ya que evaporan gran parte del agua que consumen, un proceso en el cual consumen energía del Sol y enfrían el ambiente. Desde hace cinco años que la académica de la U. Austral Olga Barbosa y su equipo del Programa Vino Cambio Climático y Biodiversidad, están trabajando en viñas para mantener “corredores” de vegetación alrededor de los parronales. “Ya se han sumado 14 viñas, con un total de 600 hectáreas como promedio, las que en su conjunto representan el 78% de las exportaciones”, explica Barbosa.
Hay que agregar que, en contraste con otras especies como el pino y el eucalipto, que consumen mucha agua y saturan los suelos, los árboles nativos actúan como una suerte de “esponja”: absorben el agua alimentando las capas subterráneas que alimentan vertientes y pozos.
DISMINUCION DE GLACIARES
Medidas como la mantención de los bosques nativos pueden resultar vitales, considerando que otra de las consecuencias de la disminución de precipitaciones y el aumento de temperatura es la pérdida de importantes reservas de agua, debido al sostenido retroceso que presentan los glaciares en todo el país. Un fenómeno que los estudios muestran se ha ido acentuando: se estima que el 90% de los glaciares en todo Chile ha disminuido en mayor o menor medida su volumen. Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de Estudios Científicos (Cecs), es uno de los expertos que más ha estudiado estos glaciares. Utilizando sofisticados instrumentos científicos, las investigaciones en que ha participado han aportado evidencia para probar que el calentamiento global afecta con mayor fuerza a las zonas de altura, lo que contrasta con lo que ocurre en la zona costera. ¿Qué significa esto? El aumento de temperatura en las montañas implica que la línea de nieve sube y que, como resultado, hay menos precipitación sólida, haciendo que el volumen y masa del glaciar disminuya.
De esto hay ejemplos dramáticos en la Patagonia, como el glaciar Jorge Montt, que durante el siglo XX retrocedió 20 kilómetros. En tanto, estudios realizados en glaciares en la zona del Cajón del Maipo muestran que éstos han perdido entre el 15% y 20% de su área en los últimos 60 años. El descenso proyectado en las precipitaciones que muestra el nuevo estudio de la U. de Chile tenderá a incrementar este fenómeno, pero Andrés Rivera advierte que todos estos análisis se basan en modelos de predicción, que pueden ser en parte mitigados por fluctuaciones interanuales del clima, como fenómenos La Niña y El Niño. “Son tendencias que se superponen con la variabilidad climática, por lo que no es que estemos ante un escenario de extinción, sino de disminución de áreas”, dice.
LA MITIGACION
Lo que nadie discute es que con la disminución de lluvias y de glaciares se presentará un déficit en la disponibilidad de agua. Leonel Sierralta explica que uno de los sistemas que se proponen para contrarrestar este fenómeno es la construcción de grandes embalses a partir del agua proveniente del deshielo, una suerte de “reemplazo” de la función que hasta ahora cumplen los glaciares que desaparecen. La idea es que estos embalses puedan ir liberando agua de forma paulatina en los meses secos, ayudando a conservar saludables cuencas de los ríos y manteniendo las reservas de aguas. Todo esto también ayuda a atenuar la desaparición de los bosques y a conservar los ecosistemas que los sostienen.
En el Ministerio del Medio Ambiente dicen que este estudio busca precisamente contar con información científica que permita adoptar políticas públicas que ayuden a contrarrestar estos fenómenos en el largo plazo: embalses, obras hidráulicas, sistemas de regulación hidrológica y mejoramiento de la red de canales de riego son algunas de las opciones a las que se puede acceder. “Las políticas cortoplacistas son insuficientes para tomar decisiones adecuadas para proteger nuestra riqueza natural”, dice la ministra de Medio Ambiente, María Ignacia Benítez.
La ministra agrega que se contempla una estrategia de Estado para combatir el nuevo escenario climático, un plan que se llevará a cabo en conjunto con otros ministerios. Esta estrategia considera nueve planes sectoriales de adaptación y un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. “El plan del sector silvoagropecuario está terminado, el de biodiversidad está entrando en consulta pública. Los otros siete planes son: Turismo, Energía, Pesca y Acuicultura, Salud, Infraestructura, Recursos Hídricos y Ciudades”, concluye la ministra Benítez.
Fuente:www.latercera.com
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EL CALENTAMIENTO GLOBAL BATE TODOS LOS RÉCORDS EN 2024 Y SUS EFECTOS SERÁN IRREVERSIBLES DURANTE SIGLOS

El pasado año fue más cálido desde que existen registros. Por primera vez, la temperatura media global superó los 1,5 °C respecto a la era preindustrial, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial, que documenta la espiral de consecuencias de los eventos meteorológicos y climáticos.
Los signos inequívocos del cambio climático antropógeno batieron todos los récords en 2024, y algunas de sus consecuencias serán irreversibles durante siglos o incluso milenios, advierte un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). En la publicación también se ponen de relieve las desmedidas perturbaciones económicas y sociales fruto de las condiciones meteorológicas extremas.
El documento confirma que 2024 fue, probablemente, el primer año natural en superar en más de 1,5 °C el valor de referencia de la era preindustrial, dado que la temperatura media mundial cerca la superficie estuvo 1,55 ± 0,13 °C por encima de la media del período 1850-1900. Se trata del año más cálido desde que empezaron a registrarse los valores de temperatura hace 175 años.
La temperatura media mundial en 2024 estuvo 1,55 °C por encima del promedio de 1850-1900. «Las señales de socorro de nuestro planeta se multiplican, pero en este informe se demuestra que aún es posible limitar el aumento de la temperatura mundial a largo plazo a 1,5 grados Celsius», advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres.
El informe señala que la concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2) ha alcanzado los niveles más altos en 800.000 años y que los últimos diez años han sido los más cálidos registrados. Además, la pérdida de masa glaciar de los últimos tres años es la mayor desde que existen mediciones.
«Sobrepasar en un año concreto el umbral de calentamiento de 1,5 °C no supone que sea imposible alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, pero es una llamada de atención sobre los crecientes riesgos para nuestras vidas, economías y el planeta», indicó la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo.
El 90 % del exceso de calor del planeta se acumula en los océanos, y 2024 marcó el nivel más alto de contenido calorífico oceánico en 65 años de mediciones. En los últimos ocho años, este indicador ha batido récords consecutivos. A su vez, la velocidad de aumento del nivel del mar se ha duplicado desde que se iniciaron las mediciones por satélite.
Fenómenos extremos y sus efectos
Los fenómenos meteorológicos extremos registrados en 2024 provocaron el mayor número anual de desplazados desde 2008. Además de la destrucción de viviendas e infraestructuras, estos eventos agravaron crisis alimentarias en 18 países, debido a la combinación de sequías, conflictos y el alza de los precios de los alimentos. Entre los desastres más graves del año se encuentran el tifón Yagi en el sudeste asiático, los huracanes Helene y Milton en EE UU, y el ciclón Chido en el océano Índico, que causaron cientos de víctimas y pérdidas económicas millonarias.
El informe pide inversiones en sistemas de alerta temprana y energías renovables para mitigar el impacto del cambio climático
El informe de la OMM subraya la necesidad de inversiones en sistemas de alerta temprana y energías renovables para mitigar el impacto del cambio climático. La publicación, que forma parte de una serie de informes científicos de la OMM cuyo objetivo es fundamentar los procesos decisorios, se ha presentado en la semana del Día Meteorológico Mundial (23 de marzo), el Día Mundial del Agua (22 de marzo) y el Día Mundial de los Glaciares (21 de marzo).
Fuente/SINC Derechos: Creative Commons. Chile Desarrollo Sustentable www.chiledesarrollosustentable.cl www.facebook.com/pg/ChiledesarrollosustentableCDS twitter.com/CDSustentable #CDSustentable , #Sostenible #DesarrolloSostenible #MedioAmbiente #ChileDesarrolloSustentable, #ECOXXI
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¿’QUO VADIS’, ODS?

Cuando se cumplen dos tercios del tiempo previsto para lograr los diferentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030 de la ONU, se avecinan momentos de incertidumbre.
A día de hoy, aún queda un alto porcentaje de metas por alcanzar, mientras que sólo un pequeño número de objetivos están bien encaminados. Concretamente, según un reciente informe de la organización que analiza más de un centenar de objetivos, sólo un 15 % están bien encauzados, un 48 % se encuentran moderadamente retrasados y un 37 % están estancados o en serio peligro de no conseguirse.
En este contexto, es fundamental destacar que, desde una perspectiva científica, un análisis exhaustivo de la sostenibilidad de procesos, productos y servicios genera beneficios económicos, ambientales y sociales. Esto se debe a que repensar y rediseñar implica detenerse a reflexionar, evitando la aplicación automática de mecanismos sin un análisis crítico.
Visión global
La Unión Europea (UE) ha desarrollado una página web dinámica que permite conocer la situación de cada país en relación con los ODS. A tal efecto define dos indicadores:
- Estatus de país: representa la agregación de todos los indicadores del objetivo específico en comparación con la media de la UE.
- Puntuación de progreso: se basa en las tasas medias de crecimiento anual de todos los indicadores evaluados dentro de un objetivo específico durante los últimos cinco años.

Estado del cumplimiento de los ODS a nivel mundial (ONU, 2023) y en España. Comisión Europea, CC BY-SA
Cambio climático
Una de las principales preocupaciones de la sociedad es el calentamiento global, un desafío abordado de manera transversal en distintos ODS (ODS7, ODS9, ODS11, ODS12, ODS13).
Tres factores son clave en la emisión de gases de efecto invernadero causantes del aumento de la temperatura global: la generación y el consumo de energía, la producción y el consumo de alimentos y la movilidad de personas y bienes de consumo.
A nivel mundial, las emisiones de CO₂ equivalente (en toneladas per cápita) se han mantenido constantes en un valor de 4,7 tCO₂e (toneladas de dióxido de carbono equivalente) durante el período 2015-2023. Sin embargo, la evolución varía significativamente entre países. En España, por ejemplo, las emisiones se redujeron en un 20 %, pasando de 5,92 a 4,94 tCO₂e, aunque aún superan la media global.

Variación de emisión de tCO₂e per cápita para el período 2015-2023. Banco Mundial, CC BY-SA
El binomio energía-desarrollo económico ha sido ampliamente evaluado, pero la clave radica en lograr un desempeño energético óptimo. Esto implica actuar tanto en la generación de energía, promoviendo fuentes menos contaminantes, como en su uso eficiente, minimizando pérdidas y sobreconsumos innecesarios.
Por otro lado, el crecimiento de la población mundial representa un desafío para la seguridad alimentaria. Si bien la descarbonización de la producción de alimentos es un objetivo en constante desarrollo, debe ir acompañada de una gestión responsable por parte de todos los actores de la cadena de valor, con el fin de reducir el desperdicio alimentario.

Despilfarro alimentario doméstico por zonas geográficas. UNEP, 2024, CC BY-SA
No sobrepasar los umbrales de 1,5 ºC y 2 ºC de calentamiento por encima del promedio de la era preindustrial (1850-1900) son hitos definidos para minimizar los impactos del cambio climático. Que se hayan cruzado temporalmente (por ejemplo, en enero de 2025) esas marcas no significa necesariamente que se hayan incumplido los objetivos, pero sí indica que estamos peligrosamente cerca de ese punto.
Gestión del agua
El agua es un recurso esencial para la vida tal como la conocemos hoy en día. De ahí que uno de los ODS (ODS6) sea garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. En muchos países, su acceso es una cuestión de supervivencia: 800 millones de personas carecen de acceso a agua potable en el mundo y 2 200 millones no disponen de un servicio de gestión segura de agua potable.
Entre 2015 y 2022, el porcentaje de la población con acceso a agua potable segura aumentó aproximadamente un 5 %, alcanzando el 73 % a nivel mundial, una cifra aún lejos de la cobertura universal. La desigualdad entre norte-sur es evidente, siendo el África subsahariana una de las regiones más afectadas y con mayor necesidad de apoyo.

Salud global
Una nutrición adecuada está estrechamente vinculada a un mejor estado de salud general. Sin embargo, el número de personas que padecen hambre e inseguridad alimentaria ha aumentado de forma constante.
En 2022, aproximadamente el 9,2 % de la población mundial, es decir, alrededor de 735 millones de personas, sufría hambre crónica. La pandemia de covid-19 tuvo un impacto claramente negativo en el cumplimiento de las metas de salud global establecidas en 2015 (ODS1, ODS2).
A pesar de ello, se han logrado avances significativos en algunos ámbitos:
- La mayoría de los países, con excepción del África subsahariana, han alcanzado el umbral fijado para la mortalidad infantil en menores de 5 años.
- El tratamiento eficaz del VIH ha reducido en un 52 % las muertes relacionadas con el sida a nivel mundial desde 2010.
Por el contrario, los avances en la reducción de la mortalidad materna y la ampliación de la cobertura sanitaria universal siguen estando lejos de los objetivos deseados. Estos indicadores están estrechamente relacionados con el PIB de cada país y tienen un impacto directo en la esperanza de vida.

Esperanza de vida versus PIB per cápita. El tamaño de la burbuja representa la población y el color el continente. The Global Economy, CC BY-SA
Igualdad
La educación y la igualdad (recogidas en los ODS4, ODS5, ODS8, ODS10) están estrechamente relacionadas y contribuyen a mejoras en todos los ámbitos de la sostenibilidad. A nivel global, sólo uno de cada seis países alcanzará la meta de finalización de la enseñanza secundaria para 2030, y aproximadamente 300 millones de estudiantes carecerán de competencias básicas en aritmética y alfabetización.
El desempleo femenino es un indicador clave de igualdad y está directamente vinculado a la tasa de pobreza entre las mujeres. Un alto nivel de desempleo femenino puede incluso aumentar el riesgo de pobreza infantil.
Según un estudio que publicamos varios investigadores en 2021, una tasa inferior al 14 % se considera un punto de partida adecuado para la sostenibilidad. Sin embargo, la situación actual dista mucho de este objetivo, ya que las mujeres jóvenes tienen más del doble de probabilidades de estar desempleadas (32,1 %) en comparación con los hombres jóvenes.
Además del acceso al empleo, la igualdad también implica alcanzar puestos de toma de decisiones, como la representación en los parlamentos nacionales. A principios de 2023, la proporción mundial de mujeres en los parlamentos nacionales alcanzó el 26,5 %, lo que representa una leve mejora de un 4,2 % desde 2015.

Presencia porcentual de mujeres en los parlamentos nacionales según el área geográfica a comienzos de 2023. CC BY-SA
Biodiversidad
La biodiversidad del planeta (ODS14, ODS15) se encuentra seriamente amenazada. El aumento de la eutrofización, la acidificación, el calentamiento de los océanos y la contaminación por plásticos deterioran su salud, que debe reconducirse con una gobernanza basada en la equidad.
En tierra, la creciente tendencia a la pérdida de bosques, la degradación de los suelos y la extinción de especies suponen una grave amenaza para el planeta. Por ejemplo, la cobertura forestal mundial disminuye paulatinamente; en el año 2000 el planeta poseía un 31,9 % (4 200 millones de hectáreas) y al final del 2020 se había reducido al 31,2 % (4 100 millones de hectáreas).
El riesgo de extinción de especies de mamíferos, aves, anfibios, corales y cícadas aumentó aproximadamente un 5 % para el período 2013-2023.
Democracia y digitalización
Los ODS16 y 17 aluden a promover la paz y el acceso universal a la justicia y al establecimiento de alianzas para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El índice del Estado de derecho (-2,5 débil; 2,5 fuerte) evalúa diversos factores como, por ejemplo, la ausencia de corrupción, la justicia civil y penal y los límites al poder gubernamental. Desde 2018 sigue una línea descendente, con un valor medio mundial en 2023 de -0,04 puntos (el valor más alto corresponde a Finlandia, 1,97; y el menor para Somalia, -2,21).
No cabe duda de que las tecnologías digitales permiten una mejor conectividad, lo que fomenta, en líneas generales, sin desechar los problemas derivados de las noticias falsas, los procesos democráticos. El uso de internet alcanza a dos tercios de la población mundial, pero persisten diferencias entre géneros y conectividad. Se calcula que aproximadamente 5 300 millones de personas –el 67 % de la población mundial– utilizaron internet en 2023 frente al 40 % de cobertura en 2015.
En conclusión, el avance hacia el cumplimiento de los ODS ha perdido el impulso inicial. Tras una etapa prometedora, los logros alcanzados se han estancado, con sólo un 15 % de las metas progresando de manera satisfactoria.
Aunque desde un punto de vista técnico las metas planteadas son alcanzables y factibles, el verdadero desafío radica en fomentar una mayor conciencia social sobre la importancia de proteger nuestro planeta. Su consecución implica además un componente fundamental de voluntad política. Sólo a través de un cambio profundo en la mentalidad colectiva podremos garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones.
Fuente/The Conversation / (La versión original de este artículo ha sido publicada en la revista Telos, de Fundación Telefónica.)
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El Mes de las Empresas B: INNOVACIÓN Y SOSTENIBILIDAD PARA UN FUTURO MEJOR

En un mundo donde los desafíos ambientales, sociales y económicos son cada vez más urgentes, el Mes de las Empresas B se ha convertido en una celebración global que destaca el papel crucial de las empresas comprometidas con el triple impacto: beneficio económico, bienestar social y cuidado del medio ambiente.
Este movimiento, liderado por Sistema B, busca visibilizar y promover el modelo de las Empresas B, aquellas que han certificado su compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad social. A lo largo de este artículo, exploraremos el origen de este mes, su importancia, hitos relevantes, proyecciones y los beneficios que aporta al medio ambiente, al desarrollo sostenible y al planeta.
¿Por qué existe el Mes de las Empresas B?
El Mes de las Empresas B nace como una iniciativa para concientizar a la sociedad, los gobiernos y el sector privado sobre la necesidad de un nuevo paradigma empresarial. Tradicionalmente, las empresas han operado bajo un modelo que prioriza el beneficio económico por encima de todo. Sin embargo, este enfoque ha contribuido a problemas como la desigualdad social, la degradación ambiental y el agotamiento de los recursos naturales.
Las Empresas B surgen como una respuesta a esta crisis. Estas empresas no solo buscan ser rentables, sino también generar un impacto positivo en la sociedad y el planeta. El Mes de las Empresas B, celebrado anualmente, tiene como objetivo difundir este modelo y demostrar que es posible combinar el éxito financiero con la responsabilidad ambiental y social.
Importancia y Relevancia del Mes de las Empresas B
Este mes es relevante por varias razones:
- Visibilización del modelo B: A través de eventos, campañas y actividades, se da a conocer el concepto de las Empresas B y su impacto positivo. Esto inspira a otras empresas a adoptar prácticas más sostenibles.
- Concientización: El mes sirve como un recordatorio de la urgencia de actuar frente a problemas globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad.
- Fomento de la colaboración: Durante este período, se promueve la creación de alianzas entre empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil para impulsar soluciones colectivas.
- Reconocimiento: Se destacan las historias de éxito de empresas que han logrado un impacto significativo, sirviendo como ejemplos a seguir.
Hitos Importantes del Movimiento B
El movimiento de las Empresas B ha alcanzado hitos significativos que han marcado su trayectoria:
- Creación de la Certificación B: En 2006, se lanzó la certificación B Corp, que evalúa el desempeño social y ambiental de las empresas. Hoy, más de 5,000 empresas en 80 países han obtenido esta certificación.
- Expansión global: El movimiento ha crecido rápidamente, con presencia en América Latina, Europa, Asia y África. En países como Chile, Argentina y Colombia, las Empresas B han ganado un reconocimiento notable.
- Legislación de Empresas de Beneficio e Interés Colectivo (BIC): Varios países han adoptado marcos legales que reconocen a las empresas con propósito, permitiéndoles operar bajo un modelo de triple impacto.
- Campañas de impacto: Iniciativas como «B the Change» y «B Climate Collective» han movilizado a miles de empresas para abordar desafíos específicos, como la reducción de emisiones de carbono.
Sostenibilidad de las Empresas B
La sostenibilidad es el corazón del modelo B. Estas empresas se comprometen a:
- Reducir su huella ambiental: Implementan prácticas como el uso de energías renovables, la reducción de residuos y la conservación de recursos.
- Promover la equidad social: Garantizan condiciones laborales justas, fomentan la diversidad y apoyan a comunidades vulnerables.
- Generar impacto económico inclusivo: Crean empleos de calidad y contribuyen al desarrollo local.
Además, las Empresas B miden y reportan su impacto de manera transparente, lo que les permite mejorar continuamente sus prácticas.
Proyecciones del Movimiento B
El futuro del movimiento B es prometedor. Algunas proyecciones incluyen:
- Crecimiento exponencial: Se espera que el número de Empresas B siga aumentando, especialmente en regiones en desarrollo.
- Influencia en políticas públicas: Las Empresas B están impulsando cambios legislativos que favorecen la economía sostenible.
- Innovación tecnológica: Muchas Empresas B están liderando el desarrollo de tecnologías limpias y soluciones innovadoras para problemas ambientales.
- Educación y formación: El movimiento está creando programas educativos para formar a futuros líderes en sostenibilidad.
Beneficios para el Medio Ambiente, el Desarrollo Sostenible y el Planeta
Las Empresas B ofrecen múltiples beneficios:
- Protección del medio ambiente: Al adoptar prácticas sostenibles, reducen su impacto ecológico y contribuyen a la conservación de los ecosistemas.
- Desarrollo sostenible: Promueven un crecimiento económico que no compromete los recursos de las futuras generaciones.
- Resiliencia climática: Muchas Empresas B están a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático, implementando estrategias de mitigación y adaptación.
- Conciencia global: El movimiento B inspira a individuos y organizaciones a adoptar un estilo de vida más sostenible.
Conclusión
El Mes de las Empresas B es una oportunidad para reflexionar sobre el poder transformador de las empresas que priorizan el bien común. Este movimiento no solo está cambiando la forma en que hacemos negocios, sino también cómo entendemos el éxito. Al apoyar a las Empresas B, estamos construyendo un futuro más justo, sostenible y próspero para todos. El planeta nos necesita, y el modelo B demuestra que es posible responder a este llamado con innovación, compromiso y acción colectiva.
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Conversación
EL CONOCIMIENTO SESGADO SOBRE LOS ECOSISTEMAS DE LA ANTÁRTIDA DIFICULTA SU CONSERVACIÓN

Este estudio, liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales y el Instituto de Investigación en Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos, establece la pauta para obtener una visión completa de lo que se sabe y desconoce en este continente. Aunque hay mucha información sobre pingüinos y focas, falta conocimiento sobre microinvertebrados, microorganismos y plantas.
Hoy se publica en Science un estudio internacional que analiza nuestro grado de conocimiento sobre la biodiversidad antártica, caracterizando tanto los avances en la investigación como las lagunas todavía existentes, identificando así las grandes incógnitas por resolver sobre su ecología y evolución.
Los resultados muestran que, aunque se conoce bastante sobre la biología de vertebrados marinos que se reproducen en la costa como pingüinos y focas, aún hay un gran desconocimiento sobre gran parte de la diversidad y el funcionamiento de los ecosistemas terrestres del continente helado.
Los investigadores destacan la necesidad de invertir más en estudios taxonómicos sobre grupos crípticos, monitorización de poblaciones, muestreos regionales en zonas menos exploradas, y la caracterización de rasgos funcionales y respuestas fisiológicas. Según apuntan el estudio, liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Instituto de Investigación en Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos (IICG-URJC), es igualmente necesaria la estandarización de métodos e integración y accesibilidad de datos.
“Este estudio nos ha permitido por primera vez tener una visión completa del nivel de conocimiento ecológico para todo un continente, estableciendo la pauta para exportar este tipo de estudios a Europa y otros territorios con mucha más complejidad” señala Luis R. Pertierra, líder de este estudio. “Esto es, saber lo que sabemos, y lo que no, como base para identificar lo que aún nos queda por conocer”.
“La investigación en el continente helado comenzó hace apenas dos siglos y su estudio ha revelado importantes descubrimientos acerca de la evolución y el funcionamiento de la vida en lugares tan aislados y con unas condiciones climáticas tan extremas”, comenta la investigadora.
“Además, se trata de ecosistemas que realizan importantes funciones, como la regulación del clima y, por tanto, es clave entender cómo se están viendo afectados por los efectos del cambio global”, puntualiza Leopoldo García Sancho investigador de la Universidad Complutense de Madrid.
Muchas especies por descubrir
Este estudio confirma que se han descrito ya más de 2.000 especies de fauna, microbiota y flora terrestre para un sistema aparentemente inerte y rodeado de hielo, pero que faltan muchas más por descubrir. A esto se suma la dificultad de acceder a decenas de miles de microorganismos (tales como bacterias y virus) que previsiblemente están bajo el hielo. Como resultado, lo que sabemos de las propiedades de estos organismos es mucho más escaso aún, y muy variable entre diferentes grupos.
“Estamos en un punto crítico en el que es necesario parar y analizar qué conocemos y qué falta por descubrir sobre este fascinante continente para dirigir los siguientes esfuerzos de investigación.”, comenta Pertierra. Es por eso que científicos de distintas partes del mundo se han reunido en este trabajo para analizar las lagunas en el conocimiento de la biodiversidad antártica.
Entre sus autores está Andrés Barbosa, miembro destacado del Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR) y quien también fue coordinador de la investigación española en este continente, tristemente fallecido hace ahora dos años y a quién se dedica este estudio.
Este grupo internacional de investigadores ha recopilado y analizado la información recogida en las principales bases de datos globales sobre biodiversidad; “grandes repositorios como GBIF, que compila datos de ocurrencia espacial, o GenBank, que reúne información genética, nos permiten tanto examinar la distribución de la biodiversidad, como identificar huecos en nuestro conocimiento sobre ella” comenta Cristina Ronquillo, coautora del estudio que trabaja en el MNCN.
Mayor conocimiento de vertebrados
El análisis de estos datos masivos muestra que, dentro de los animales (casi 400 especies) el protagonismo se lo llevan en gran medida una veintena de vertebrados, con un conocimiento minoritario, pero creciente, en invertebrados. “Es de resaltar que este conocimiento sistematizado está principalmente encaminado a describir las tolerancias climáticas de las especies”, subraya Miguel Ángel Olalla Tárraga, investigador en el IICG-URJC.
Esto probablemente es debido a que “tenemos una demanda acuciante de información sobre estas tolerancias para entender las respuestas de las especies al incremento de temperaturas”, como comenta Pablo Escribano, también de la URJC. En cambio, apenas conocemos la estructura de las redes tróficas en los ecosistemas antárticos. “Básicamente nuestro conocimiento está limitado a una idea aproximada de quién come a quién”, apunta Pertierra.
Falta también mucha información sobre los rasgos funcionales de la mayoría de las especies, lo que dificulta identificar los mecanismos que les permiten adaptar su fisiología a condiciones extremas.
En el caso de la flora tenemos una amplia comprensión sobre su distribución, cada vez mejor gracias a mediciones satelitales que identifican manchas de vegetación en imágenes de alta resolución. Pero de nuevo este conocimiento no se ve arropado por avances en otras disciplinas. “Por ejemplo, apenas sabemos nada de sus relaciones evolutivas, o la naturaleza de sus interacciones”, comenta Pertierra.
Desequilibrio en la información
El desconocimiento sobre los microorganismos es aún mucho mayor. “Los recientes estudios sobre el funcionamiento y flujos de nutrientes en comunidades de microorganismos, así como el movimiento de éstos de unas zonas a otras nos da pistas de cómo se desarrolla la vida microscópica en un clima tan extremo”, añade Antonio Quesada, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid.
En el trabajo se hace hincapié en que ese desequilibrio en el conocimiento de la biología de tantos grupos de organismos impide comprender cómo se desarrollan los procesos ecológicos en la Antártida, algo clave para poder guiar medidas de conservación de cara al cambio global.
“Los análisis de las lagunas de conocimiento sobre la biodiversidad nos permiten identificar las principales necesidades de investigación en los próximos años. En el caso de la Antártida, es necesario invertir en investigación taxonómica, monitorizar las poblaciones, identificar especies modelo, estandarizar los métodos de estudio que utilizamos e integrar los datos que vamos obteniendo. Estas son algunas de las medidas que proponemos para resolver las incógnitas que tenemos sobre este importante y fascinante territorio”, concluye Joaquín Hortal, también investigador del MNCN.
Referencia:
Pertierra LR, Convey P, Barbosa A, Biersma EM, Cowan D, et al. «Advances and shortfalls in the knowledge of Antarctic terrestrial biodiversity». Science.
Derechos: Creative Commons.
Fuente/SINC/Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
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Conversación
LOS TÓXICOS QUE ENTRETEJEN NUESTRA ROPA

Desde los tejidos que vestimos a los que cubren nuestros muebles y ventanas o los geotextiles que dan estabilidad a una carretera, todos son esenciales para nuestra comodidad y estilo de vida.
Sin embargo, su fabricación implica frecuentemente el uso de químicos que pueden tener efectos nocivos, tanto para la salud humana como para la naturaleza. Su impacto es alarmante, considerando su amplio uso y el contacto constante con la piel, lo que resalta la urgencia de regular y minimizar su uso.
Por ello, es necesario un debate que impulse métodos de producción más sostenibles y seguros para el consumidor y el planeta. Pero… ¿podemos encontrar textiles saludables?
Folmaldehído en la ropa
En la industria textil, los químicos contaminantes –entendidos como causantes de efectos nocivos para la salud y el medioambiente– se utilizan por diversas razones.
Mientras que los colorantes aportan colores vivos y duraderos a las telas, los acabados proporcionan características adicionales como resistencia al agua o a las arrugas. Finalmente, los suavizantes mejoran la textura y facilitan el manejo y la comodidad de las prendas.
Entre los compuestos de mayor preocupación, se encuentra el formaldehído –utilizado en resinas para acabados permanentes–, que puede causar irritaciones y alergias severas.
Por su parte, los ftalatos –empleados para aumentar la flexibilidad de los plásticos en cortinas de baño y ropa impermeable– son disruptores endocrinos que pueden afectar los sistemas reproductivos.
Tintes peligrosos
Además, los metales pesados como el plomo y el cadmio, a menudo presentes en los colorantes, son altamente tóxicos y pueden acumularse en el cuerpo humano y el medio ambiente, causando desde daño neurológico hasta problemas renales y óseos, principalmente a los trabajadores de la industria textil. También se han relacionado con alergias e irritaciones.
Encima, cuando el color no queda bien fijado, se puede desprender durante el uso con el sudor o saliva, así como en el lavado. Ello implica la contaminación de agua, suelos y ecosistemas, no solo durante la fase de producción, sino también durante el mantenimiento.
Transformación de la industria
Ante este panorama, la industria textil está adoptando alternativas menos tóxicas para minimizar su impacto ambiental y mejorar la seguridad de sus productos.
Así, el uso de colorantes naturales, derivados de plantas, minerales y otros recursos biológicos, está ganando popularidad debido a su menor toxicidad comparada con los sintéticos.
Al mismo tiempo, poco a poco se imponen procesos de fabricación sostenible, como el empleo de agua reciclada, energía renovable y técnicas de producción que reducen los residuos químicos.
En el aspecto legislativo, la Unión Europea, a través del Reglamento REACH, ha liderado la regulación de químicos peligrosos, exigiendo pruebas rigurosas y la gradual eliminación de las sustancias más nocivas.
Esta clase de regulaciones fomentan una mayor transparencia y responsabilidad y obligan a la industria a buscar vías más seguras.
Consumidores informados
Europa tiende a utilizar menos productos tóxicos en textiles debido a sus regulaciones más rigurosas, pero no puede decirse lo mismo de otros países, con normas más flexibles. Un dato que el ciudadano debería tener en cuenta al examinar el lugar de origen o fabricación de la tela que compra.
Para los consumidores, elegir textiles menos tóxicos implica estar informados sobre los materiales y procesos utilizados en su fabricación. Una clave es optar por ropa certificada por sellos como Oeko-Tex, que garantizan bajos niveles de sustancias nocivas.
Este tipo de certificado puede referirse a la composición del producto ( Standard 100) o al proceso de fabricación (Made in Green), entre otros aspectos.
Asimismo, apoyar a empresas que practican la sostenibilidad y exigir mayor claridad en el etiquetado de los productos pueden contribuir significativamente a promover un consumo más responsable y consciente.
Invertir en sostenibilidad
Una prenda no tóxica implica que sea respetuosa tanto para la salud humana como para el medioambiente. Puede ser más costosa debido a la utilización de procesos de producción éticos, el uso de materiales orgánicos, el cumplimiento de certificaciones rigurosas, los salarios justos y la implementación de medidas para asegurar la transparencia en toda la cadena de suministro.
Estos costos adicionales reflejan una inversión en prácticas ambientales responsables y condiciones laborales equitativas, valoradas por compradores conscientes.
Si, como consumidores, nos preocupamos de las características de un teléfono, una televisión, etc., ¿por qué no lo hacemos con los textiles? La concienciación social obligará a los productores a aumentar la oferta de textiles certificados y dejará en nuestras manos la decisión de invertir en opciones responsables que protejan la salud y el medio ambiente.
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