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LA QUEMA DE LEÑA Y SUS EFECTOS
Cambio cultural:
Debido al nivel de resistencia que pueden generar los planes de descontaminación en las ciudades, especialistas recomiendan la importancia de transmitir los daños que puede generar este combustible.
Es uno de los medios de calefacción más antiguos utilizados por el hombre y que aún se encuentra vigente en pleno siglo XXI. Debido a su confort térmico y menor costo económico, la leña encabeza la lista de combustibles que utilizan las familias, independiente de su poder adquisitivo, para calefaccionarse.
Así lo demostró el “Estudio de usos finales y curva de oferta de conservación de la energía en el sector residencial de Chile”, elaborado por la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT) de la Cámara Chilena de la Construcción, el cual indicó que la leña presenta consumos energéticos del orden de 3.300 kWh/año por vivienda, cifra que es diametralmente más alta en comparación a otros combustibles como el gas licuado (420 kWh/año) y la parafina (1.260 kWh/año), ya que estos últimos combustibles son dos a tres veces más caros por kWh que la leña, según detallan en el documento.
Sin embargo, estas virtudes contrastan con los impactos que genera la leña, ya que su uso está asociado a problemas ambientales y de salud en la población. De acuerdo con las cifras que entrega Marcelo Mena, director del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello, la estimación más reciente sobre el uso de la leña en Santiago demostró que el 5% de los hogares −incluyendo el de las zonas rurales− generan el 45% de las emisiones de la capital durante el año y solo en el invierno es de un 70%.
Situación de Temuco
Marcelo Mena cuenta que Santiago ha logrado un avance en el cambio de artefactos más limpios, iniciativa que fue el resultado del Plan de Descontaminación de Santiago (PPDA), implementado en 1990, y que logró que del 97% de la población que consumía leña hoy la utilice solo el 3%.
Adicionalmente, y de acuerdo a los estudios del Instituto de Medio Ambiente y Sustentabilidad de la Universidad de La Frontera, cerca del 96% de la problemática que se origina por el uso de la leña ocurre puntualmente en los hogares ya que su uso incorrecto constituye un mal hábito de la población, un problema económico y tecnológico.
Esta postura se ve reforzada con las declaraciones que realizó la Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región de la Araucanía, Gloria Rodríguez, quien indicó que de acuerdo a las inspecciones que han emprendido cerca del 80% de los hogares posee leña con humedad superior al 25%, cifra que no cumple con la norma de sequedad, ya que a su juicio estos hechos ocurren por la falta de información de los usuarios.
Si bien se dimensionaba la magnitud del problema ambiental que estaban experimentando las ciudades sureñas, no fue hasta el año pasado –cuando entró a regir la nueva norma que regula la contaminación por MP2,5 (material particulado muy fino y que se caracteriza por su capacidad de penetración en las vías respiratorias)− que se reveló que en Temuco dicha normativa registró 114 veces la superación de promedios diarios máximos permitidos, en circunstancias en que la norma MP10 registró esta tendencia solo 48 veces.
Producto de estos antecedentes, el Gobierno, a través del Ministerio de Medio Ambiente, decidió efectuar declaraciones de zonas saturadas por material particulado fino en Osorno, Chillán y Temuco con el objetivo de elaborar planes de descontaminación para dichas ciudades. Entre las medidas que se están estudiando incluir se encuentran la prohibición del uso de leña en los días con niveles críticos de contaminación y el uso de las chimeneas que está fuera de la normativa, establecer la presencia de una estufa por vivienda y crear una norma de aislación más exigente para las nuevas casas. Además se evalúa la posibilidad de fomentar o exigir la construcción de proyectos inmobiliarios que incorporen otras fuentes de calefacción.
Debido al nivel de resistencia que puede generar el plan de descontaminación en dichas ciudades, es que Marcelo Mena enfatiza en la importancia de transmitir los daños que puede generar este tipo de episodios críticos. Ello porque en un día extremo de contaminación la mortalidad prematura aumenta en casi un 20%, es decir, si durante un día mueren cuatro personas, en uno con extrema contaminación lo hacen cinco. “Esto significa que solo en Temuco pueden fallecer 43 personas por enfermedades respiratorias producidas por la contaminación durante el año”, concluye el director del Centro de Investigación para la Sustentabilidad, de la Universidad Andrés Bello.
Fuente/ Revista Electricidad
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