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Escasez de comida, incendios forestales e inundaciones: El mundo en 2040 si no se cambia la economía

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Estas son parte de las conclusiones de un informe elaborado por un grupo de científicos de la ONU, para analizar los impactos del cambio climático.


Un informe de gran importancia elaborado por el pánel científico sobre cambio climático de Naciones Unidas presenta un panorama terrible sobre las consecuencias inmediatas del cambio climático y afirma que evitar el daño requiere transformar la economía mundial a una velocidad y escala que “no tiene un precedente histórico documentado”.

El informe, emitido el 1 de octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), un grupo de científicos convocados por Naciones Unidas para asesorar a los líderes mundiales, describe un mundo que experimentará escasez de comida e incendios forestales cada vez más frecuentes, así como la muerte masiva de arrecifes de coral en una fecha tan temprana como 2040 —un periodo ubicado dentro del tiempo de vida de la mayoría de la población mundial—.

El documento ha causado “una gran conmoción y es bastante preocupante”, dijo Bill Hare, autor de otros informes del IPCC y que también trabaja con Climate Analytics, una organización sin fines de lucro. “Hace tan solo unos años no estábamos conscientes de esto”. Este informe fue el primero en ser encargado por los líderes mundiales conforme a lo establecido por el Acuerdo de París, el pacto de 2015 para combatir el calentamiento global.

Los autores descubrieron que si las emisiones de gas de efecto invernadero continúan a la frecuencia actual, para 2040 la atmósfera se calentará hasta 1,5 grados Celsius en comparación con los niveles previos a la industrialización, lo que inundará las costas e intensificará las sequías y la pobreza. Trabajos anteriores se habían enfocado en estimar el daño si las temperaturas promedio se elevaban mucho más —2 grados Celsius— porque ese era el umbral que los científicos estimaban que desataría los efectos más graves del cambio climático.

No obstante, la reciente investigación muestra que muchos de esos efectos se experimentarán antes, en la marca de los 1,5 grados Celsius.

Evitar los daños más graves requiere transformar la economía mundial en tan solo unos cuantos años, dijeron los autores, quienes estiman que los daños tendrían un costo de 54 billones de dólares. Sin embargo, aunque concluyen que es técnicamente posible lograr los cambios necesarios para evitar llegar a los 1,5 grados de calentamiento, aceptan que podría ser poco probable desde el punto de vista político.

Por ejemplo, el informe señala que se necesitarían impuestos o precios altos —tal vez tan altos como 27.000 dólares por tonelada para 2100— en emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, tal medida sería casi políticamente imposible en Estados Unidos, la economía más grande del mundo y el segundo emisor de gases de efecto invernadero después de China. Legisladores de todo el mundo, incluidos los de China, la Unión Europea y California, han promulgado programas de precio al carbón.

El presidente estadounidense Donald Trump, quien se ha burlado de la ciencia del cambio climático causado por el hombre, ha prometido aumentar la quema de carbón y retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París. Además, el domingo en Brasil, el séptimo emisor más grande de gases de efecto invernadero, los votantes parecen estar en camino a elegir a un nuevo presidente, Jair Bolsonaro, quien ha dicho que también tiene planes de retirarse del acuerdo.

El documento fue redactado y editado por 91 científicos de cuarenta países que analizaron más de seis mil estudios científicos. El Acuerdo de París se creó con el objetivo de evitar el calentamiento de más de 2 grados Celsius sobre los niveles registrados antes de la industrialización, desde hace mucho tiempo se considera esa cifra como el umbral para los daños sociales y económicos más graves del cambio climático. Sin embargo, los dirigentes de las pequeñas naciones insulares, temerosas del aumento del nivel del mar, también pidieron a los científicos que examinaran los efectos de 1,5 grados Celsius de calentamiento.

Debido a la falta de una acción más contundente, muchos efectos que solo se esperaban hasta dentro de varias décadas llegarán en 2040 y a una temperatura menor, según se afirma en la investigación. “Nos dice que necesitamos revertir las tendencias de emisiones y dar un giro súbito a la economía mundial”, dijo Myles Allen, un climatólogo de la Universidad de Oxford y uno de los autores del informe.

Para evitar un calentamiento de 1,5 grados Celsius, según el documento, la contaminación de efecto invernadero debe ser reducida en un 45 por ciento de los niveles de 2010 para 2030 y en un 100 por ciento para 2050. Además, para 2050 el uso del carbón como fuente de electricidad tendría que descender de casi el 40 por ciento actual a entre el 1 y el 7 por ciento. La energía renovable como la eólica y la solar, que conforman el 20 por ciento de la mezcla energética actual, tendrían que incrementarse hasta llegar al 67 por ciento.

“Este informe lo deja en claro: no hay manera de mitigar el cambio climático sin deshacerse del carbón”, dijo Drew Shindell, un climatólogo en la Universidad de Duke y uno de los autores del informe.

La Asociación Mundial del Carbón no está de acuerdo con la conclusión de que detener el calentamiento global requiere dejar de usar carbón. En un comunicado, Katie Warrick, su directora ejecutiva interina, indicó que los pronósticos de la Agencia Internacional de Energía, una organización global de análisis, “continúan viendo un papel para el carbón en el futuro próximo”.

Warrick dijo que su organización tiene la intención de hacer campañas para que los gobiernos inviertan en tecnología de captura de carbono. Dicha tecnología, que actualmente es demasiado cara para el uso comercial, podría permitir continuar con el uso de carbón de manera extendida.

A pesar de las implicaciones políticas controversiales, la delegación de Estados Unidos se unió a más de 180 países el 6 de octubre para recibir el resumen de la investigación. Un comunicado del Departamento de Estado dijo que la “aceptación de este informe por el pánel no implica patrocinio de parte de Estados Unidos sobre los hallazgos específicos o contenidos subyacentes del informe”.

La delegación del Departamento de Estado enfrentó un dilema. Rehusarse a aprobar el documento generaría conflictos entre Estados Unidos y muchas naciones y mostraría en el escenario mundial cómo el gobierno rechaza la ciencia académica establecida. Sin embargo, la delegación también representa a un presidente que ha rechazado la ciencia y las políticas climáticas.

“Reiteramos que Estados Unidos tiene la intención de retirarse del Acuerdo de París en la oportunidad más próxima y queda pendiente la identificación de los términos más apropiados para el pueblo estadounidense”, dijo el comunicado.

El informe intenta fijar un precio a los efectos del cambio climático. Los 54 billones de dólares estimados en daños del calentamiento de 1,5 grados crecería a 69 billones si el mundo continúa en la senda del aumento de temperatura a 2 grados y más, reveló el informe, aunque no especifica el tiempo representado por esos costos.

El documento concluye que el mundo ya está a más de la mitad del camino hacia la marca de los 1,5 grados. La actividad humana ha causado un calentamiento de alrededor de 1 grado Celsius desde 1850, el inicio del consumo a gran escala de carbón industrial, descubrió la investigación.

Estados Unidos no es el único país que fracasa en la reducción de suficientes emisiones para prevenir los peores efectos del cambio climático. El informe concluyó que las promesas de reducción de gases de efecto invernadero hechas en el Acuerdo de París no serán suficientes para evitar los 2 grados de calentamiento.

El documento hace énfasis en el rol potencial de un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono. “Un precio al carbón es vital para promover la mitigación”, concluyen los expertos. Además estiman que para ser efectivo, dicho precio tendría que estar en un rango de entre 135 a 5500 dólares por tonelada de contaminación de dióxido de carbono en 2030, y de entre 690 y 27.000 por tonelada para 2100.

 

En comparación, durante el gobierno de Barack Obama, los economistas gubernamentales estimaron que un precio apropiado del carbón estaría en el rango de los 50 dólares por tonelada. Durante el mandato de Donald Trump, esa cifra fue reducida a alrededor de 7 dólares por tonelada.

El informe detalla el daño económico que debería esperarse si los gobiernos fracasan en promulgar políticas que reduzcan las emisiones. Estados Unidos, señala el documento, podría perder alrededor del 1,2 por ciento de su producto interno bruto por cada grado de calentamiento.

Además, dice, Estados Unidos junto a Bangladés, China, Egipto, India, Indonesia, Japón, Filipinas y Vietnam son el hogar de cincuenta millones de personas que quedarían expuestas a los efectos del aumento de las inundaciones costeras para 2040, si el calentamiento llega a los 1,5 grados.

A los 2 grados de calentamiento, el informe predice una “rápida evacuación” de personas en los trópicos. “En algunas partes del mundo, las fronteras nacionales se volverán irrelevantes”, dijo Aromar Revi, director del Instituto Indio de Asentamientos Humanos y uno de los autores del informe. “Puedes colocar un muro para intentar contener a diez mil y veinte mil y un millón de personas, pero no a diez millones”.

La investigación también menciona que, en el caso de que los gobiernos fracasen en evitar la marca de los 1,5 grados de calentamiento, otro escenario es posible: el mundo rebasaría la marca, las temperaturas aumentarían más de 2 grados y entonces mediante una combinación de disminución de las emisiones y el despliegue de la tecnología de captura de carbono, se lograría disminuir la temperatura de regreso a por debajo del umbral de los 1,5 grados.

En ese escenario, algo del daño causado sería irreversible, concluye el informe. Todos los arrecifes de coral morirían. Sin embargo, el hielo marino que desaparecería en la etapa más caliente regresaría cuando las temperaturas fueran más frescas.

“Para los gobiernos, la idea de rebasar el objetivo pero después regresar a él es atractivo porque entonces no tienen que hacer esos cambios rápidos”, dijo Shindell. “Pero tiene muchas desventajas”.


Fuente: New York Times.
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Desarrollo Sostenible

LAS EMISIONES DE METANO HAN AUMENTADO MÁS RÁPIDO QUE NUNCA

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Las concentraciones de este potente gas de efecto invernadero se han elevado a una velocidad récord en los últimos cinco años. Al menos dos tercios de sus emisiones a la atmósfera proceden ahora de actividades humanas, como el uso de combustibles fósiles, la ganadería y los vertederos.


Después del dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero antropogénico más importante. En la década de 2010 contribuyó con 0,5 °C al calentamiento global respecto a finales del siglo XIX, dos tercios del que aporta el CO2, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Pero tonelada a tonelada, este gas de vida corta es mucho más potente que el dióxido de carbono, ya que calienta la atmósfera casi 90 veces más rápido durante los primeros 20 años tras su liberación, y 30 veces más en el siglo posterior.

Sin embargo, el mundo no ha frenado las emisiones de metano, uno de los principales impulsores del cambio climático. Más de 150 países (incluida España) se han comprometido en la iniciativa Global Methane Pledge (GMP) a reducir sus emisiones de este gas en un 30 % esta década, pero una nueva investigación demuestra que en los últimos cinco años han aumentado más rápido que nunca.

Las concentraciones medias globales de metano alcanzaron las 1931 partes por mil millones (ppb) en enero de 2024. En años anteriores, aumentaron en 15, 18, 13 y 10 ppb cada año desde 2020 hasta 2023, respectivamente, el segundo, primero, cuarto y decimocuarto aumentos más grandes desde que comenzó la serie temporal de metano de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos en 1983. 

Esta tendencia “no puede continuar si queremos mantener un clima habitable”, escriben los autores de un artículo publicado esta semana en la revista Environmental Research Letters para poner el problema en perspectiva, junto con datos presentados en un preprint en Earth System Science Data.

Ambos artículos son obra del Global Carbon Project, un proyecto presidido por Rob Jackson, científico de la Universidad de Stanford (EE UU) que realiza un seguimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
 
El metano está aumentando más rápido en términos relativos que cualquier otro gas de efecto invernadero importante y ahora sus concentraciones atmosféricas son 2,6 veces superiores a las de la época preindustrial, las más altas desde hace al menos 800.000 años, según estos estudios.

Las tasas de emisión de este gas siguen aumentando según la trayectoria más extrema utilizada en los escenarios que plantean los principales científicos del clima del mundo.

La tendencia actual conduce a un calentamiento global superior a 3 grados Celsius a finales de este siglo. “Ahora mismo, los objetivos del Global Methane Pledge parecen tan lejanos como un oasis en el desierto”, afirma Jackson, “y todos esperamos que no sean un espejismo”.

Agricultura, combustibles fósiles y vertederos

El metano puede proceder de fuentes naturales, como los humedales, y humanas o antropogénicas, como la agricultura, los combustibles fósiles y los vertederos.

A pesar de que las políticas se centran cada vez más en reducirlo, las emisiones anuales totales de este gas han aumentado en 61 millones de toneladas o un 20 % en las dos últimas décadas, según las nuevas estimaciones.

Los incrementos se deben principalmente al aumento de las emisiones procedentes de la minería del carbón, la producción y uso de petróleo y gas, la ganadería bovina y ovina, y la descomposición de alimentos y residuos orgánicos en vertederos.

Mayores aumentos en Asia

“Solo la Unión Europea y posiblemente Australia parecen haber reducido las emisiones de metano procedentes de actividades humanas en las dos últimas décadas”, afirma Marielle Saunois, investigadora de la Universidad París-Saclay (Francia) y autora principal del documento en Earth System Science Data. Los mayores aumentos regionales han procedido de China y el sudeste asiático.

Según explica esta experta a SINC, “en 2020 (el año más reciente para el que se dispone de datos completos), se calcula que se han emitido 608 millones de toneladas de metano, de las cuales 392 millones proceden de actividades antropogénicas directas”. Además, recuerda que el objetivo del GMP es reducir en un 30 % las emisiones antropogénicas de metano en 2030 con respecto a 2020, a escala mundial.

Por tanto, en 2020 casi 400 millones de toneladas o el 65 % de las emisiones mundiales de metano procedían directamente de las actividades humanas, con la agricultura y los residuos contribuyendo con cerca de dos toneladas de metano por cada tonelada que aporta la industria de los combustibles fósiles. Según los investigadores, las emisiones de origen humano seguirán aumentando al menos hasta 2023.

“Para resolver el problema, cada país debería contribuir, a su nivel, en los sectores más emisores. El de los combustibles fósiles y el de los residuos son en los que existen numerosas soluciones y ya se están aplicando en algunos países”, apunta Saunois.

También comenta que la Coalición Clima y Aire Limpio ha publicado una evaluación sobre el potencial de mitigación para ayudar a los estados a determinar la mejor manera de moderar sus emisiones.

Impacto durante la pandemia

Nuestra atmósfera aumento casi 42 millones de toneladas de metano en 2020, el doble de la cantidad añadida de media cada año durante la década de 2010, y más de seis veces el aumento registrado durante la primera década de 2000.

Los cierres por la pandemia en ese año redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) relacionadas con el transporte, que suelen empeorar la calidad del aire local pero impiden que parte del metano se acumule en la atmósfera.

Durante la pandemia se redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno, que empeoran la calidad del aíre pero impiden que el metano se acumule en la atmósfera, así que este aumentó

 La disminución temporal de la contaminación por este otro gas explica aproximadamente la mitad del aumento de las concentraciones atmosféricas de metano ese año, lo que ilustra la compleja relación entre la calidad del aire y el cambio climático.

“Todavía estamos tratando de comprender todos los efectos de los bloqueos de la covid en el balance mundial de metano”, afirma Jackson, que añade: “La pandemia lo cambió casi todo, desde el uso de combustibles fósiles hasta las emisiones de otros gases que alteran la vida útil del metano en la atmósfera”.

Influencia humana en el metano natural

Los científicos del Global Carbon Project han introducido un cambio importante en su última contabilidad de las fuentes y “sumideros” mundiales de metano, que incluyen bosques y suelos que eliminan y almacenan metano de la atmósfera.

En evaluaciones anteriores, clasificaban como natural todo el metano procedente de humedales, lagos, estanques y ríos. Pero el nuevo balance del metano hace un primer intento de estimar la creciente cantidad de emisiones procedentes de este tipo de fuentes que resultan de influencias y actividades humanas.

Por ejemplo, los embalses construidos por el hombre provocan la emisión de unos 30 millones de toneladas de metano al año, porque la materia orgánica recién sumergida libera metano al descomponerse.

“Las emisiones de los embalses detrás de las presas son una fuente humana tan directa como las emisiones de metano de una vaca o de un yacimiento de petróleo y gas”, señala Jackson, que también acaba de publicar un libro sobre el metano y las soluciones climáticas titulado Into the Clear Blue Sky: The Path to Restoring Our Atmosphere (Scribner).

Los científicos calculan que alrededor de un tercio de las emisiones de este gas desde los humedales y las aguas dulces en los últimos años estuvieron influenciados por factores causados por el ser humano, como los embalses, las aportaciones por la escorrentía de fertilizantes, las aguas residuales, el uso del suelo y el aumento de las temperaturas.

Tras un verano en el que el mal tiempo y las olas de calor han dejado entrever los extremos previstos en nuestro clima cambiante, los autores escriben: “El mundo ha alcanzado el umbral de 1,5 ºC de incremento de la temperatura media global en superficie, y solo está empezando a experimentar todas sus consecuencias”.

Referencias:

R. B. Jackson et al. “Human activities now fuel two-thirds of global methane emissions”. Environmental Research Letters, 2024

Marielle Saunois et al. “Global Methane Budget 2000-2020”. Earth System Science Data, 2024 (preprint)


Fuente/Agencias SINC
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FELICES FIESTAS PATRIAS

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«Un homenaje a la pasión y tradición chilena: Fiestas Patrias 2024»


Las Fiestas Patrias de Chile son una celebración vibrante y emotiva que nos recuerda la riqueza cultural y la historia de nuestro país. Durante estos días, Chile se viste de colores, música y tradición, demostrando la pasión y el orgullo de ser chileno.

La fiesta comienza con el tradicional «Dieciocho» el 18 de septiembre, un día lleno de comida típica, bailes folclóricos y reuniones familiares. Los parques y plazas se llenan de gente, mientras los sonidos de la cueca y el huaso nos transportan a una época de tradición y autenticidad.

El 19 de septiembre, Día del Ejército, se rinde homenaje a los héroes que lucharon por nuestra independencia. La parada militar y los desfiles patrióticos nos recuerdan la valentía y el sacrificio de nuestros antepasados.

Las Fiestas Patrias son un momento para reconnectarnos con nuestras raíces, compartir con la familia y amigos, y celebrar la chilenidad en todo su esplendor. ¡Viva Chile!

«¡Chile, está de fiesta! ¡Únete a la celebración!»


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EL AIRE CONTAMINADO DE LAS CIUDADES ACELERA EL ENVEJECIMIENTO DEL CEREBRO

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En Europa, las personas mayores de 65 años representaban aproximadamente el 21,3 % de la población total en 2023. En América Latina y el Caribe, aunque la proporción es menor, el envejecimiento también avanza rápidamente: en 2022, el 9,7 % de sus habitantes ya habían cumplido más de 65.


Este fenómeno plantea desafíos significativos, especialmente en términos de salud cognitiva. Una investigación reciente sugiere que el envejecimiento cerebral puede adelantarse al cronológico, particularmente entre quienes están expuestos a altos niveles de contaminación ambiental. La polución del aire –sobre todo las partículas finas que miden menos de 2,5 micras (PM 2,5)– se ha vinculado con un acelerado deterioro cognitivo en personas mayores, afectando funciones clave como la memoria y el pensamiento.

Asalto a la barrera que protege el cerebro

Desde la neurociencia se ha demostrado que esas diminutas partículas tienen la capacidad de infiltrarse en el cerebro a través de los nervios olfativos. Otra vía de acceso son las áreas donde la barrera protectora cerebral, conocida como barrera hematoencefálica, es más débil.

También se ha comprobado que la exposición constante a la contaminación del aire puede desencadenar una inflamación crónica, lo que deteriora aún más la eficacia de la barrera. El riesgo es particularmente elevado en personas mayores: con la edad, esta muralla natural se vuelve más permeable, una porosidad que facilita la entrada de nanopartículas en el cerebro e incrementa el riesgo de daños neurológicos significativos.

Los estragos de la polución

El envejecimiento de la población está haciendo que cada vez más gente desarrolle problemas de memoria y demencia. Actualmente, se estima que alrededor de 55 millones de personas en todo el mundo viven con demencia, y se espera que esta cifra se dispare a 152 millones para el año 2050. Se podría decir que es el problema de salud pública más acuciante de nuestra era.

Y aunque no existen tratamientos que conduzcan a una cura definitiva, sí podemos identificar los factores de riesgos personales, sociales y contextuales que impactan sobre el deterioro asociado con el envejecimiento.

Así, una revisión de 2021 mostró una conexión significativa entre la exposición continua al aire contaminado –especialmente a las citadas partículas finas– y el deterioro cognitivo, además de un mayor riesgo de desarrollar demencia.

Una conclusión clave de este estudio es la relación entre vivir cerca de autopistas o en zonas urbanas con mucho tráfico de vehículos y la aceleración del declive mental. Los residentes de estos entornos presentan un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas cognitivos y demencias, incluyendo el alzhéimer.

 

El trabajo también exploró el impacto en el cerebro a través de imágenes cerebrales, que revelaron anomalías en quienes están expuestos a altos niveles de polución. Estas alteraciones incluyen una reducción en el volumen de la materia blanca, esencial para la comunicación entre diferentes regiones cerebrales. Son pérdidas que pueden traducirse en un procesamiento más lento de la información y dificultades en funciones como la memoria y el aprendizaje.

Finalmente, las imágenes han mostrado la presencia de microinfartos silenciosos, pequeñas áreas de daño cerebral causadas por la falta de flujo sanguíneo. Los expertos que los detectaron sugieren que la exposición a la polución atmosférica parece incrementar la incidencia de estos accidentes cardiovasculares, debido a la inflamación crónica que provoca en el sistema vascular cerebral.

Medidas para respirar aire más limpio

Se han propuesto diversas recomendaciones para mitigar los efectos de la contaminación atmosférica en la salud cerebral, particularmente en lo que respecta al riesgo de desarrollar demencia. Enfrentar el desafío requiere implementar políticas públicas que mejoren la calidad del aire en las ciudades.

Una de las propuestas principales es la creación de infraestructuras verdes, como parques y áreas arboladas. Estos espacios no solo mejoran la calidad del aire, sino que también promueven la salud mental al ofrecer espacios para la actividad física y social y el bienestar emocional.

Además, es clave endurecer las regulaciones sobre las emisiones industriales y del tráfico, dos grandes fuentes de contaminación en las zonas urbanas.

Urge, pues, diseñar y difundir campañas de concienciación pública para informar a la población y promover medidas que reduzcan la exposición. Estas medidas son fundamentales para proteger la salud cerebral de las poblaciones más vulnerables, especialmente las personas mayores.


Fuente/The Conversation
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Día Mundial del Auto Eléctrico: UN PASO HACIA UN FUTURO MÁS VERDE

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El Día Mundial del Auto Eléctrico se celebra cada 9 de septiembre para concientizar sobre los beneficios de los vehículos eléctricos en la lucha contra el cambio climático y la reducción de la contaminación atmosférica.


Esta fecha nos invita a reflexionar sobre el impacto positivo que estos vehículos pueden tener en nuestro planeta y cómo su producción y uso están transformando la industria automotriz y nuestros hábitos de movilidad.

Produccion de Autos Eléctricos

La fabricación de vehículos eléctricos implica procesos similares a los de los autos convencionales, pero con diferencias significativas en componentes clave:

  1. Baterías: El corazón de un auto eléctrico es su batería, generalmente de iones de litio. Su producción implica la extracción de materiales como litio, cobalto y niquel, un proceso que ha generado preocupaciones ambientales y sociales.
  2. Motor eléctrico: Más simple que un motor de combustión interna, requiere menos piezas y mantenimiento.
  3. Electrónica de potencia: Incluye inversores y convertidores que gestionan el flújo de energía en el vehículo.
  4. Carrocería y chasis: Similares a los autos convencionales, pero diseñados para optimizar la aerodinámica y compensar el peso de las baterías.

La industria está trabajando en mejorar la sostenibilidad de los procesos, buscando fuentes más técnicas de materiales, recetando baterías y uso de energías renovables en la producción.

Efectos sobre el Medio Ambiente y la Planeta

Los autos eléctricos tienen un impacto significativo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero:

  1. Cero emisiones directas: Durante su uso, los vehículos eléctricos no emiten gases contaminantes, mejorando la calidad del aire en zonas urbanas.
  2. Huella de carbono: Aunque la producción de autos eléctricos puede generar más emisiones iniciales, su huella de carbono total es menor a lo largo de su vida útil, especialmente si se cargan con energía de fuentes renovables.
  3. Reducción de la contaminación acústica: Los motores eléctricos son significativos más silenciosos, contribuyendo a disminuir la contaminación sonora en las ciudades.
  4. Impacto en ecosistemas: La reducción de emisiones y la menor dependencia de combustibles fósiles ayuda a proteger ecosistemas sensibles al cambio climático.

Disminución de la Contaminación y Uso de Combustibles Fósiles

Los vehículos eléctricos juntos un papel crucial en la transición hace un sistema de transporte más limpio:

  1. Reducción de emisiones de CO2: Dependencia de la fuente de electricidad, los autos eléctricos pueden reducir las emisiones de CO2 hasta un 70% en comparación con vehículos de gasolina.
  2. Mejora de la calidad del aire: Al no emitir gases como óxidos de nitrógeno y partículas finas, contribuir a mejorar la salud pública en áreas urbanas.
  3. Eficiencia energética: Los motores eléctricos son más eficientes que los de combustión interna, convirtiendo una mayor proporción de energía en movimiento.
  4. Integración con energías renovables: Los autos eléctricos pueden cargar con electricidad generalizada por fuentes renovables, reduciendo aun más su impacto ambiental.
  5. Disminución de la dependencia del petróleo: La adopción masiva de vehículos eléctricos podría reducir significativamente la demanda global de petróleo, disminuyendo la extracción y el transporte de combustibles fósiles.
Desafíos y Perspectivas Futuras

A pesar de sus beneficios, la transición hacia los vehículos eléctricos enfrenta niños:

  1. Infraestructura de carga: Es necesario ampliar la red de estaciones de carga para facilitar viajes de larga distancia.
  2. Costo inicial: Aunque los precios están bajando, los autos eléctricos suelen ser más coches que sus equivalentes de combustión.
  3. Autonomía: La ansiedad por la autonomía sigue estando una preocupación para algunos consumidores, aunque las baterías están mejorando constantemente.
  4. Reciclaje de baterías: Desarrollo de una industria eficiente de reciclaje de baterías es crucial para la sostenibilidad a largo plazo.

El Día Mundial del Auto Eléctrico nos recuerda que la transición tiene una movilidad más sostenible que es posible y necesaria. A medida que la tecnología avanza y los costos disminuyen, los vehículos eléctricos se posicionan como una solución clave para combatir el cambio climático y crear ciudades más limpias y habitables. Su adopción masiva, combinada con el uso de energías renovables y políticas de movilidad sostenible, puede marcar una diferencia significativa en nuestro esfuerzo por proteger el planeta para las generaciones futuras.


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ENERGÍAS RENOVABLES: ¿SUMAN O SUSTITUYEN?

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Entre los acuerdos de la COP28 celebrada el pasado mes de noviembre en Dubái, figura el impulso al despliegue masivo de las energías renovables. No obstante, algunas voces alertan del peligro de que la producción renovable se acabe sumando a la energía de los combustibles fósiles en lugar de sustituirlos.


Si así fuera, nos encontraríamos ante un engaño mayúsculo que, con el pretexto de luchar contra la emergencia climática, habría abierto una nueva actividad industrial dando satisfacción, así, a un sistema económico que solo se imagina a sí mismo en crecimiento continuo.

Citaremos dos hechos que alimentan este temor.

El primero: el pasado año se registró el máximo histórico en el consumo de carbón. Fue el segundo año (detrás de 2021) de mayor consumo de gas natural y la recuperación económica acercó el consumo de petróleo al del año anterior a la covid-19.

El segundo: la extracción masiva de petróleo y de gas natural, a principios y mediados del siglo XX, respectivamente, no redujo el consumo de carbón, el cual no alcanzó una cierta estabilización hasta hace unos 10 años. ¿No estará ocurriendo algo parecido con la introducción de las energías eólica y fotovoltaica en el mix energético?

Evidencias de sustitución

El despliegue de las energías renovables es muy desigual entre países. De ahí que el análisis del sistema energético mundial en conjunto no resulte útil. En cambio, si nos fijamos en aquellas regiones donde su impulso es notorio, obtendremos una respuesta diáfana.

 

Tomemos como ejemplo la Unión Europea. Desde el año 2010, su consumo de combustibles fósiles no ha cesado de disminuir. El actual es unos 4 800 teravarios-hora (TWh) inferior al que se esperaría con la tendencia ascendiente previa a aquel año. En paralelo, la producción eólica y fotovoltaica han crecido en 1 600 TWh.

Ello significa que por cada TWh renovable la UE ahorra 3 TWh de combustibles fósiles. Esta relación de 3 a 1 indica que las energías renovables están sustituyendo la electricidad que producen, por ejemplo, las centrales de gas o de carbón –que gastan aproximadamente 3 unidades de energía fósil para producir una unidad de electricidad–.

La conclusión es clara: las energías renovables sustituyen efectivamente a los combustibles fósiles en la producción de electricidad. Esto es válido tanto para la UE como para un gran número de países, como Reino Unido, Brasil, Australia o China. Una muy buena noticia.

 

 

 
Una transición inaudita

Los antecedentes históricos de sustitución de una fuente de energía por otra son escasos. Los pocos que se han producido han sido por obsolescencia tecnológica o por agotamiento del recurso.

Un ejemplo del primer caso fue la desaparición durante la década de los sesenta del siglo pasado del carbón vegetal en favor de la bombona de butano. Respecto al segundo caso, podemos citar que el aceite de ballena utilizado para la iluminación se agotó hacia el año 1870 por sobreexplotación y fue reemplazado por el queroseno.

Nos hallamos, pues, al inicio de una evolución del sistema energético inaudita por su extensión, ya que aspira a dejar de lado a las fuentes de energía fósiles que sostienen la economía.

La transición también es novedosa por el motivo desencadenante, porque no responde a ninguna circunstancia relativa al descubrimiento o agotamiento de una fuente de energía, sino a la voluntad expresada por la comunidad internacional y guiada por planes nacionales y regionales con calendarios de cumplimiento y herramientas, como los mercados de carbono  que, a pesar de sus limitaciones, facilitan el cambio.

Nuevos interrogantes

La gran incógnita es si esta sustitución podrá continuar en el futuro hasta la deseada “desfosilización”. Aparte de la cuestión técnica de si será posible estabilizar la red eléctrica frente a la intermitencia de la producción solar y eólica sin combustibles fósiles, un factor clave que determinará este futuro radica en si sabremos adaptar los modos de consumir a la creciente producción de electricidad renovable.

Hasta hoy, la sustitución ha sido fácil ya que, por ejemplo, una lavadora no distingue si la electricidad es o no es renovable. La situación es muy diferente cuando el aparato o máquina no funciona con electricidad (los coches, las calefacciones de gasoil o el horno de gas de una cementera), sino quemando directamente los combustibles fósiles.

 

A medida que el grado de sustitución crezca, habrá que invertir con decisión en nuevas formas de consumir energía, prioritariamente en forma de electricidad (coche eléctrico, bomba de calor, horno de arco voltaico…).

Será otra etapa de la transición energética que solo podrá tener éxito si familias y empresas invierten en las nuevas tecnologías de consumo. Ya es hora de poner manos a la obra.


Fuente/The Conversation
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