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Los Acelerados Escépticos del Cambio Climático

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La temperatura del planeta no ha dejado de subir, pero la rapidez con que lo estaba haciendo disminuyó. Aunque eso es una buena noticia para el medio ambiente, la desaceleración del calentamiento global también les ha dado nuevos argumentos a los que ponen en duda este fenómeno.

LA REVISTA Newsweek dijo en 2009 que Marc Morano, fundador del blog Climate Depot, se estaba convirtiendo en el “rey de los escépticos” y que su sitio web era uno de los principales mecanismos para sembrar dudas sobre el trabajo de los científicos del clima. Pero ser calificado como una celebridad del escepticismo del calentamiento global es lo menos que le han dicho a Morano.

El mismo destaca el lugar que ocupa en la lista de “los principales enemigos del planeta” que elaboró la revista Rolling Stone en 2010, donde aparece junto a personajes como el senador John McCain, el magnate de medios Rupert Murdoch y el empresario y millonario Warren Buffett. Según Erik Conway, historiador de la Nasa y coautor del libro Mercaderes de la Duda, Morano es uno de los principales líderes de la nueva camada de escépticos del clima, quienes ponen en duda la tesis del calentamiento global y la atribuyen a una supuesta manipulación de los datos para provocar alarma.

Hoy Morano está más acompañado en sus ideas que hace cinco años, porque tal como él dice, el escepticismo pasa por un buen momento.

Lo confirma una encuesta de las universidades George Mason y Yale, que muestra que mientras en 2008 el 10% de la población en Estados Unidos no creía en el calentamiento global, en noviembre de 2013 el porcentaje se había más que duplicado, llegando al 23%. “El aumento del escepticismo restaura mi fe en la inteligencia de los pueblos y su pensamiento crítico. El escepticismo es ganar, porque los temores climáticos artificiales se han convertido en un absurdo”, dice Morano y cita además un sondeo que Gallup dio a conocer esta semana, en el que de una lista de 15 asuntos de interés, el calentamiento global aparece en el penúltimo lugar entre las preocupaciones de los estadounidenses, muy por detrás de la economía o el gasto federal. Mientras un 24% de ellos considera que el cambio climático es un “gran tema” de preocupación, al 51% le importa poco o sencillamente nada.

Este nuevo perÍodo de desconfianza tiene un gatillante: la pausa o hiato, como se ha denominado a la desaceleración en el aumento de las temperaturas del planeta en la última década, que se ha convertido en el misterio más grande en la ciencia del clima por estos días y en un argumento para, otra vez, sembrar las dudas. Esto, porque los datos dicen que las emisiones de dióxido de carbono han aumentado de manera ininterrumpida en los últimos años. Esto significa que la temperatura debió haber seguido aumentando al ritmo en que venía haciéndolo. Pero no fue así. Entre 1998 y 2013, la temperatura de la superficie de la Tierra subió a una tasa de 0,05 °C, un ritmo bastante más lento que la media de 0,12 grados del perÍodo entre 1951 y 2012.

Según Maisa Rojas, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile, que trabajó en la elaboración del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) entregado en septiembre pasado, el hiato es el argumento perfecto para los escépticos del cambio climático, pero no es necesariamente válido. “Científicamente es muy interesante, pero no hay que darle tanta importancia porque, por definición, clima es el estado promedio del tiempo en 30 años. Si tomamos un período de 10 o 15 años, estamos hablando de variabilidad interna”, dice. La investigadora agrega que la desaceleración en el calentamiento, medido a través de la temperatura global promedio anual, no se observa al tomar en cuenta otros indicadores, como las temperaturas extremas (olas de calor), la disminución de hielo marino en el Ártico o el aumento del nivel del mar. “Aunque relevante, la temperatura promedio global anual es solamente uno de los muchos indicadores que nos muestran que el planeta está cambiando”.

Eso no convence a los escépticos. “La pausa revela que los temores de que la temperatura está fuera de control no tienen sustento”, dice Morano. De hecho, el fenómeno es una de las razones con las que Edward Maibach, director del Centro para la Difusión del Cambio Climático de la Universidad George Mason, explica que se haya duplicado el número de escépticos en Estados Unidos, sobre todo porque la pausa en el calentamiento global ha sido ampliamente cubierta por los medios. “Algunos prominentes medios de prensa conservadores informaron erróneamente la historia como evidencia de que el calentamiento global no está ocurriendo”, dice.

Otra explicación para el aumento de los escépticos, dice Maibach, tiene relación con el informe del IPCC del año pasado, que concluye que el calentamiento global es un fenómeno causado por los hombres: “Es muy probable que la influencia humana haya sido la causa dominante del calentamiento observado desde mediados del siglo XX”, dice el informe. Eso es algo que pocos quieren escuchar. “Algunas personas no quieren reconocer la realidad del cambio climático porque no quieren sentirse responsables o porque sienten que las ‘soluciones’ serán peores que el problema”, agrega Maibach.

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El factor regulación
Según Naomi Oreskes, académica de Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard y coautora del libro Mercaderes de la Duda, sembrar la incertidumbre es “una estrategia horrible pero altamente efectiva”. En su libro indaga cómo un grupo de científicos de alto nivel y con amplias conexiones políticas ha desarrollado campañas poniendo en duda verdades científicas, como los efectos nocivos del tabaquismo o el mismo calentamiento global. Detrás de ellos, dice, hay personas que temen que la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales conduzca a gobiernos más empoderados, a la interferencia en el sector privado y a mayores regulaciones. “Se oponen por motivos ideológicos”, explica.

En su libro, Oreskes plantea que en Estados Unidos existe una campaña concertada de grupos de interés que financian la desinformación y la duda. Según Anthony Leiserowitz, director del proyecto de Comunicación del Cambio Climático de la Universidad de Yale, detrás de ella están, por una parte, las compañías de combustibles fósiles, que obtienen enormes ganancias con el sistema energético actual y quieren mantener el statu quo y, por otro lado, los líderes de opinión que están en contra de cualquier tipo de regulación gubernamental. Algunos de ellos, eso sí, han buscado salir de la línea de fuego: un estudio realizado por el sociólogo ambiental Robert J. Brulle, de la Universidad de Drexel, dice que los hermanos Charles y David Koch -empresarios que, según la revista Forbes, suministrarían hasta el 5% de la demanda diaria de combustible de Estados Unidos- y ExxonMobil le retiraron el financiamiento al menos visible, que les entregaban a organizaciones que niegan el cambio climático.

Las caras visibles del escepticismo no escapan a estas acusaciones. Por ejemplo, la revista Rolling Stone dice que Climate Depot, el blog de Morano, es financiado por el petrolero Richard Mellon Scaife. ¿Otro? Patrick Michaels, otro crítico al tema del calentamiento global y director del Centro para Estudio de la Ciencia del Cato Institute es apuntado en el libro de Oreskes y Conway como uno de los mercaderes de la duda, y ha sido asociado a los hermanos Koch. “Hace años, como profesor de universidad, proporcioné servicios de consultoría como muchos profesores exitosos lo hacen”, responde, pero agrega que sus argumentos son científicos y que la mayor campaña concertada es la que busca catapultar el calentamiento global, financiada por grandes cantidades de fondos públicos.

Desde el mundo académico, Richard Lindzen, científico del clima de MIT, también se ha mostrado crítico a los informes que alertan sobre las consecuencias del calentamiento global. Fue, de hecho, muy crítico del último informe del IPCC. “Nadie duda de los cambios climáticos: lo que está en cuestión es la alarma”, apunta. Según Lindzen, una de las cosas que promueve el escepticismo es, por otra parte, la campaña amplificada de alarma pública que se ha hecho en torno al tema, que tiene su mejor exponente en lo que él denomina “la presentación de ciencia ficción de Al Gore”.

El ex vicepresidente de Estados Unidos viajó por el mundo publicitando el documental Una verdad incómoda sobre los efectos del calentamiento global generado por la actividad humana, lo que incluyó una visita a Chile en 2007. Si bien se reconoce su aporte en poner sobre la mesa el tema -lo que le valió el Premio Óscar al mejor documental en 2006 y el Premio Nobel de la Paz el siguiente-, defensores y escépticos del clima lo apuntan con el dedo por la falta de rigor científico. “Desde una perspectiva académica me pareció ridícula esta serie de charlas y documentales con proyecciones apocalípticas que decían que el planeta prácticamente se iba a quemar en 50 años. Eso es bastante poco sustentable y creíble y, me parece, contribuyó a la aparición de voces disidentes”, comenta Pablo Osses, geógrafo y miembro del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica.

La culpa es del Pacífico
En el mundo científico se esperaba que la pausa o hiato generase dudas sobre el calentamiento global. “Es obvio. Sabemos que si hay más CO2 en la atmósfera el planeta se tendría que calentar. Hay algo que no calza”, dice René Garreaud, subdirector del Centro de Investigación del Clima y la Resiliencia (CR2) de la Universidad de Chile.

Sin embargo, las dudas científicas se están disipando. Según un estudio publicado en el apartado sobre clima de la revista Nature en febrero, en los últimos años hubo un aumento sin precedentes de los vientos alisios en el Pacífico que provocó la absorción del calor por el océano. “Cuando estamos en períodos de más viento sobre el Pacífico hay más movimiento y corrientes marinas más fuertes, entonces ingresa más calor al océano”, dice Garreaud y ejemplifica con una taza de té: “cuando quieres enfriar el té lo soplas. Pero si tuvieras aire caliente podrías calentar el agua. Acá ocurre algo similar”. Este proceso, denominado Interdecadal Pacific Oscillation (IPO), es una dinámica interna del Pacífico que ocurre cada cierto tiempo y es la respuesta que se ha encontrado a la desaceleración: el calor se fue al Pacífico profundo y eso explica que el promedio de las temperaturas no haya subido de acuerdo a las predicciones.

Los escépticos como Morano argumentan que ha habido demasiadas explicaciones para este fenómeno -además de la de los vientos sobre el Pacífico, se barajaban las hipótesis de que había mayor cantidad de partículas en la atmósfera que impedían que llegaran los rayos del Sol y la posibilidad de rayos solares más débiles- y que la duda es muestra de que algo anda mal. Pero según Garreaud, “una cosa es que uno tenga una pregunta: ¿qué pasó con el calor que falta?, y lo otro es decir que el fenómeno no existe”.

Si la explicación del IPO fue un golpe al mentón de los escépticos, la Nasa aportó con el golpe casi definitivo: esta semana dio a conocer un estudio que concluye que el clima de la Tierra probablemente seguirá calentándose durante este siglo de acuerdo a las estimaciones previas, a pesar de la reciente desaceleración.

Según la Nasa, el calentamiento global, tal y como lo conocíamos antes de la pausa, estará de vuelta.

Fuente:latercera.com

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Desarrollo Sostenible

LAS EMISIONES DE METANO HAN AUMENTADO MÁS RÁPIDO QUE NUNCA

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Las concentraciones de este potente gas de efecto invernadero se han elevado a una velocidad récord en los últimos cinco años. Al menos dos tercios de sus emisiones a la atmósfera proceden ahora de actividades humanas, como el uso de combustibles fósiles, la ganadería y los vertederos.


Después del dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero antropogénico más importante. En la década de 2010 contribuyó con 0,5 °C al calentamiento global respecto a finales del siglo XIX, dos tercios del que aporta el CO2, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Pero tonelada a tonelada, este gas de vida corta es mucho más potente que el dióxido de carbono, ya que calienta la atmósfera casi 90 veces más rápido durante los primeros 20 años tras su liberación, y 30 veces más en el siglo posterior.

Sin embargo, el mundo no ha frenado las emisiones de metano, uno de los principales impulsores del cambio climático. Más de 150 países (incluida España) se han comprometido en la iniciativa Global Methane Pledge (GMP) a reducir sus emisiones de este gas en un 30 % esta década, pero una nueva investigación demuestra que en los últimos cinco años han aumentado más rápido que nunca.

Las concentraciones medias globales de metano alcanzaron las 1931 partes por mil millones (ppb) en enero de 2024. En años anteriores, aumentaron en 15, 18, 13 y 10 ppb cada año desde 2020 hasta 2023, respectivamente, el segundo, primero, cuarto y decimocuarto aumentos más grandes desde que comenzó la serie temporal de metano de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos en 1983. 

Esta tendencia “no puede continuar si queremos mantener un clima habitable”, escriben los autores de un artículo publicado esta semana en la revista Environmental Research Letters para poner el problema en perspectiva, junto con datos presentados en un preprint en Earth System Science Data.

Ambos artículos son obra del Global Carbon Project, un proyecto presidido por Rob Jackson, científico de la Universidad de Stanford (EE UU) que realiza un seguimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
 
El metano está aumentando más rápido en términos relativos que cualquier otro gas de efecto invernadero importante y ahora sus concentraciones atmosféricas son 2,6 veces superiores a las de la época preindustrial, las más altas desde hace al menos 800.000 años, según estos estudios.

Las tasas de emisión de este gas siguen aumentando según la trayectoria más extrema utilizada en los escenarios que plantean los principales científicos del clima del mundo.

La tendencia actual conduce a un calentamiento global superior a 3 grados Celsius a finales de este siglo. “Ahora mismo, los objetivos del Global Methane Pledge parecen tan lejanos como un oasis en el desierto”, afirma Jackson, “y todos esperamos que no sean un espejismo”.

Agricultura, combustibles fósiles y vertederos

El metano puede proceder de fuentes naturales, como los humedales, y humanas o antropogénicas, como la agricultura, los combustibles fósiles y los vertederos.

A pesar de que las políticas se centran cada vez más en reducirlo, las emisiones anuales totales de este gas han aumentado en 61 millones de toneladas o un 20 % en las dos últimas décadas, según las nuevas estimaciones.

Los incrementos se deben principalmente al aumento de las emisiones procedentes de la minería del carbón, la producción y uso de petróleo y gas, la ganadería bovina y ovina, y la descomposición de alimentos y residuos orgánicos en vertederos.

Mayores aumentos en Asia

“Solo la Unión Europea y posiblemente Australia parecen haber reducido las emisiones de metano procedentes de actividades humanas en las dos últimas décadas”, afirma Marielle Saunois, investigadora de la Universidad París-Saclay (Francia) y autora principal del documento en Earth System Science Data. Los mayores aumentos regionales han procedido de China y el sudeste asiático.

Según explica esta experta a SINC, “en 2020 (el año más reciente para el que se dispone de datos completos), se calcula que se han emitido 608 millones de toneladas de metano, de las cuales 392 millones proceden de actividades antropogénicas directas”. Además, recuerda que el objetivo del GMP es reducir en un 30 % las emisiones antropogénicas de metano en 2030 con respecto a 2020, a escala mundial.

Por tanto, en 2020 casi 400 millones de toneladas o el 65 % de las emisiones mundiales de metano procedían directamente de las actividades humanas, con la agricultura y los residuos contribuyendo con cerca de dos toneladas de metano por cada tonelada que aporta la industria de los combustibles fósiles. Según los investigadores, las emisiones de origen humano seguirán aumentando al menos hasta 2023.

“Para resolver el problema, cada país debería contribuir, a su nivel, en los sectores más emisores. El de los combustibles fósiles y el de los residuos son en los que existen numerosas soluciones y ya se están aplicando en algunos países”, apunta Saunois.

También comenta que la Coalición Clima y Aire Limpio ha publicado una evaluación sobre el potencial de mitigación para ayudar a los estados a determinar la mejor manera de moderar sus emisiones.

Impacto durante la pandemia

Nuestra atmósfera aumento casi 42 millones de toneladas de metano en 2020, el doble de la cantidad añadida de media cada año durante la década de 2010, y más de seis veces el aumento registrado durante la primera década de 2000.

Los cierres por la pandemia en ese año redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) relacionadas con el transporte, que suelen empeorar la calidad del aire local pero impiden que parte del metano se acumule en la atmósfera.

Durante la pandemia se redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno, que empeoran la calidad del aíre pero impiden que el metano se acumule en la atmósfera, así que este aumentó

 La disminución temporal de la contaminación por este otro gas explica aproximadamente la mitad del aumento de las concentraciones atmosféricas de metano ese año, lo que ilustra la compleja relación entre la calidad del aire y el cambio climático.

“Todavía estamos tratando de comprender todos los efectos de los bloqueos de la covid en el balance mundial de metano”, afirma Jackson, que añade: “La pandemia lo cambió casi todo, desde el uso de combustibles fósiles hasta las emisiones de otros gases que alteran la vida útil del metano en la atmósfera”.

Influencia humana en el metano natural

Los científicos del Global Carbon Project han introducido un cambio importante en su última contabilidad de las fuentes y “sumideros” mundiales de metano, que incluyen bosques y suelos que eliminan y almacenan metano de la atmósfera.

En evaluaciones anteriores, clasificaban como natural todo el metano procedente de humedales, lagos, estanques y ríos. Pero el nuevo balance del metano hace un primer intento de estimar la creciente cantidad de emisiones procedentes de este tipo de fuentes que resultan de influencias y actividades humanas.

Por ejemplo, los embalses construidos por el hombre provocan la emisión de unos 30 millones de toneladas de metano al año, porque la materia orgánica recién sumergida libera metano al descomponerse.

“Las emisiones de los embalses detrás de las presas son una fuente humana tan directa como las emisiones de metano de una vaca o de un yacimiento de petróleo y gas”, señala Jackson, que también acaba de publicar un libro sobre el metano y las soluciones climáticas titulado Into the Clear Blue Sky: The Path to Restoring Our Atmosphere (Scribner).

Los científicos calculan que alrededor de un tercio de las emisiones de este gas desde los humedales y las aguas dulces en los últimos años estuvieron influenciados por factores causados por el ser humano, como los embalses, las aportaciones por la escorrentía de fertilizantes, las aguas residuales, el uso del suelo y el aumento de las temperaturas.

Tras un verano en el que el mal tiempo y las olas de calor han dejado entrever los extremos previstos en nuestro clima cambiante, los autores escriben: “El mundo ha alcanzado el umbral de 1,5 ºC de incremento de la temperatura media global en superficie, y solo está empezando a experimentar todas sus consecuencias”.

Referencias:

R. B. Jackson et al. “Human activities now fuel two-thirds of global methane emissions”. Environmental Research Letters, 2024

Marielle Saunois et al. “Global Methane Budget 2000-2020”. Earth System Science Data, 2024 (preprint)


Fuente/Agencias SINC
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FELICES FIESTAS PATRIAS

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«Un homenaje a la pasión y tradición chilena: Fiestas Patrias 2024»


Las Fiestas Patrias de Chile son una celebración vibrante y emotiva que nos recuerda la riqueza cultural y la historia de nuestro país. Durante estos días, Chile se viste de colores, música y tradición, demostrando la pasión y el orgullo de ser chileno.

La fiesta comienza con el tradicional «Dieciocho» el 18 de septiembre, un día lleno de comida típica, bailes folclóricos y reuniones familiares. Los parques y plazas se llenan de gente, mientras los sonidos de la cueca y el huaso nos transportan a una época de tradición y autenticidad.

El 19 de septiembre, Día del Ejército, se rinde homenaje a los héroes que lucharon por nuestra independencia. La parada militar y los desfiles patrióticos nos recuerdan la valentía y el sacrificio de nuestros antepasados.

Las Fiestas Patrias son un momento para reconnectarnos con nuestras raíces, compartir con la familia y amigos, y celebrar la chilenidad en todo su esplendor. ¡Viva Chile!

«¡Chile, está de fiesta! ¡Únete a la celebración!»


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Desarrollo Sostenible

EL AIRE CONTAMINADO DE LAS CIUDADES ACELERA EL ENVEJECIMIENTO DEL CEREBRO

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En Europa, las personas mayores de 65 años representaban aproximadamente el 21,3 % de la población total en 2023. En América Latina y el Caribe, aunque la proporción es menor, el envejecimiento también avanza rápidamente: en 2022, el 9,7 % de sus habitantes ya habían cumplido más de 65.


Este fenómeno plantea desafíos significativos, especialmente en términos de salud cognitiva. Una investigación reciente sugiere que el envejecimiento cerebral puede adelantarse al cronológico, particularmente entre quienes están expuestos a altos niveles de contaminación ambiental. La polución del aire –sobre todo las partículas finas que miden menos de 2,5 micras (PM 2,5)– se ha vinculado con un acelerado deterioro cognitivo en personas mayores, afectando funciones clave como la memoria y el pensamiento.

Asalto a la barrera que protege el cerebro

Desde la neurociencia se ha demostrado que esas diminutas partículas tienen la capacidad de infiltrarse en el cerebro a través de los nervios olfativos. Otra vía de acceso son las áreas donde la barrera protectora cerebral, conocida como barrera hematoencefálica, es más débil.

También se ha comprobado que la exposición constante a la contaminación del aire puede desencadenar una inflamación crónica, lo que deteriora aún más la eficacia de la barrera. El riesgo es particularmente elevado en personas mayores: con la edad, esta muralla natural se vuelve más permeable, una porosidad que facilita la entrada de nanopartículas en el cerebro e incrementa el riesgo de daños neurológicos significativos.

Los estragos de la polución

El envejecimiento de la población está haciendo que cada vez más gente desarrolle problemas de memoria y demencia. Actualmente, se estima que alrededor de 55 millones de personas en todo el mundo viven con demencia, y se espera que esta cifra se dispare a 152 millones para el año 2050. Se podría decir que es el problema de salud pública más acuciante de nuestra era.

Y aunque no existen tratamientos que conduzcan a una cura definitiva, sí podemos identificar los factores de riesgos personales, sociales y contextuales que impactan sobre el deterioro asociado con el envejecimiento.

Así, una revisión de 2021 mostró una conexión significativa entre la exposición continua al aire contaminado –especialmente a las citadas partículas finas– y el deterioro cognitivo, además de un mayor riesgo de desarrollar demencia.

Una conclusión clave de este estudio es la relación entre vivir cerca de autopistas o en zonas urbanas con mucho tráfico de vehículos y la aceleración del declive mental. Los residentes de estos entornos presentan un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas cognitivos y demencias, incluyendo el alzhéimer.

 

El trabajo también exploró el impacto en el cerebro a través de imágenes cerebrales, que revelaron anomalías en quienes están expuestos a altos niveles de polución. Estas alteraciones incluyen una reducción en el volumen de la materia blanca, esencial para la comunicación entre diferentes regiones cerebrales. Son pérdidas que pueden traducirse en un procesamiento más lento de la información y dificultades en funciones como la memoria y el aprendizaje.

Finalmente, las imágenes han mostrado la presencia de microinfartos silenciosos, pequeñas áreas de daño cerebral causadas por la falta de flujo sanguíneo. Los expertos que los detectaron sugieren que la exposición a la polución atmosférica parece incrementar la incidencia de estos accidentes cardiovasculares, debido a la inflamación crónica que provoca en el sistema vascular cerebral.

Medidas para respirar aire más limpio

Se han propuesto diversas recomendaciones para mitigar los efectos de la contaminación atmosférica en la salud cerebral, particularmente en lo que respecta al riesgo de desarrollar demencia. Enfrentar el desafío requiere implementar políticas públicas que mejoren la calidad del aire en las ciudades.

Una de las propuestas principales es la creación de infraestructuras verdes, como parques y áreas arboladas. Estos espacios no solo mejoran la calidad del aire, sino que también promueven la salud mental al ofrecer espacios para la actividad física y social y el bienestar emocional.

Además, es clave endurecer las regulaciones sobre las emisiones industriales y del tráfico, dos grandes fuentes de contaminación en las zonas urbanas.

Urge, pues, diseñar y difundir campañas de concienciación pública para informar a la población y promover medidas que reduzcan la exposición. Estas medidas son fundamentales para proteger la salud cerebral de las poblaciones más vulnerables, especialmente las personas mayores.


Fuente/The Conversation
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Día Mundial del Auto Eléctrico: UN PASO HACIA UN FUTURO MÁS VERDE

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El Día Mundial del Auto Eléctrico se celebra cada 9 de septiembre para concientizar sobre los beneficios de los vehículos eléctricos en la lucha contra el cambio climático y la reducción de la contaminación atmosférica.


Esta fecha nos invita a reflexionar sobre el impacto positivo que estos vehículos pueden tener en nuestro planeta y cómo su producción y uso están transformando la industria automotriz y nuestros hábitos de movilidad.

Produccion de Autos Eléctricos

La fabricación de vehículos eléctricos implica procesos similares a los de los autos convencionales, pero con diferencias significativas en componentes clave:

  1. Baterías: El corazón de un auto eléctrico es su batería, generalmente de iones de litio. Su producción implica la extracción de materiales como litio, cobalto y niquel, un proceso que ha generado preocupaciones ambientales y sociales.
  2. Motor eléctrico: Más simple que un motor de combustión interna, requiere menos piezas y mantenimiento.
  3. Electrónica de potencia: Incluye inversores y convertidores que gestionan el flújo de energía en el vehículo.
  4. Carrocería y chasis: Similares a los autos convencionales, pero diseñados para optimizar la aerodinámica y compensar el peso de las baterías.

La industria está trabajando en mejorar la sostenibilidad de los procesos, buscando fuentes más técnicas de materiales, recetando baterías y uso de energías renovables en la producción.

Efectos sobre el Medio Ambiente y la Planeta

Los autos eléctricos tienen un impacto significativo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero:

  1. Cero emisiones directas: Durante su uso, los vehículos eléctricos no emiten gases contaminantes, mejorando la calidad del aire en zonas urbanas.
  2. Huella de carbono: Aunque la producción de autos eléctricos puede generar más emisiones iniciales, su huella de carbono total es menor a lo largo de su vida útil, especialmente si se cargan con energía de fuentes renovables.
  3. Reducción de la contaminación acústica: Los motores eléctricos son significativos más silenciosos, contribuyendo a disminuir la contaminación sonora en las ciudades.
  4. Impacto en ecosistemas: La reducción de emisiones y la menor dependencia de combustibles fósiles ayuda a proteger ecosistemas sensibles al cambio climático.

Disminución de la Contaminación y Uso de Combustibles Fósiles

Los vehículos eléctricos juntos un papel crucial en la transición hace un sistema de transporte más limpio:

  1. Reducción de emisiones de CO2: Dependencia de la fuente de electricidad, los autos eléctricos pueden reducir las emisiones de CO2 hasta un 70% en comparación con vehículos de gasolina.
  2. Mejora de la calidad del aire: Al no emitir gases como óxidos de nitrógeno y partículas finas, contribuir a mejorar la salud pública en áreas urbanas.
  3. Eficiencia energética: Los motores eléctricos son más eficientes que los de combustión interna, convirtiendo una mayor proporción de energía en movimiento.
  4. Integración con energías renovables: Los autos eléctricos pueden cargar con electricidad generalizada por fuentes renovables, reduciendo aun más su impacto ambiental.
  5. Disminución de la dependencia del petróleo: La adopción masiva de vehículos eléctricos podría reducir significativamente la demanda global de petróleo, disminuyendo la extracción y el transporte de combustibles fósiles.
Desafíos y Perspectivas Futuras

A pesar de sus beneficios, la transición hacia los vehículos eléctricos enfrenta niños:

  1. Infraestructura de carga: Es necesario ampliar la red de estaciones de carga para facilitar viajes de larga distancia.
  2. Costo inicial: Aunque los precios están bajando, los autos eléctricos suelen ser más coches que sus equivalentes de combustión.
  3. Autonomía: La ansiedad por la autonomía sigue estando una preocupación para algunos consumidores, aunque las baterías están mejorando constantemente.
  4. Reciclaje de baterías: Desarrollo de una industria eficiente de reciclaje de baterías es crucial para la sostenibilidad a largo plazo.

El Día Mundial del Auto Eléctrico nos recuerda que la transición tiene una movilidad más sostenible que es posible y necesaria. A medida que la tecnología avanza y los costos disminuyen, los vehículos eléctricos se posicionan como una solución clave para combatir el cambio climático y crear ciudades más limpias y habitables. Su adopción masiva, combinada con el uso de energías renovables y políticas de movilidad sostenible, puede marcar una diferencia significativa en nuestro esfuerzo por proteger el planeta para las generaciones futuras.


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Desarrollo Sostenible

ENERGÍAS RENOVABLES: ¿SUMAN O SUSTITUYEN?

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Entre los acuerdos de la COP28 celebrada el pasado mes de noviembre en Dubái, figura el impulso al despliegue masivo de las energías renovables. No obstante, algunas voces alertan del peligro de que la producción renovable se acabe sumando a la energía de los combustibles fósiles en lugar de sustituirlos.


Si así fuera, nos encontraríamos ante un engaño mayúsculo que, con el pretexto de luchar contra la emergencia climática, habría abierto una nueva actividad industrial dando satisfacción, así, a un sistema económico que solo se imagina a sí mismo en crecimiento continuo.

Citaremos dos hechos que alimentan este temor.

El primero: el pasado año se registró el máximo histórico en el consumo de carbón. Fue el segundo año (detrás de 2021) de mayor consumo de gas natural y la recuperación económica acercó el consumo de petróleo al del año anterior a la covid-19.

El segundo: la extracción masiva de petróleo y de gas natural, a principios y mediados del siglo XX, respectivamente, no redujo el consumo de carbón, el cual no alcanzó una cierta estabilización hasta hace unos 10 años. ¿No estará ocurriendo algo parecido con la introducción de las energías eólica y fotovoltaica en el mix energético?

Evidencias de sustitución

El despliegue de las energías renovables es muy desigual entre países. De ahí que el análisis del sistema energético mundial en conjunto no resulte útil. En cambio, si nos fijamos en aquellas regiones donde su impulso es notorio, obtendremos una respuesta diáfana.

 

Tomemos como ejemplo la Unión Europea. Desde el año 2010, su consumo de combustibles fósiles no ha cesado de disminuir. El actual es unos 4 800 teravarios-hora (TWh) inferior al que se esperaría con la tendencia ascendiente previa a aquel año. En paralelo, la producción eólica y fotovoltaica han crecido en 1 600 TWh.

Ello significa que por cada TWh renovable la UE ahorra 3 TWh de combustibles fósiles. Esta relación de 3 a 1 indica que las energías renovables están sustituyendo la electricidad que producen, por ejemplo, las centrales de gas o de carbón –que gastan aproximadamente 3 unidades de energía fósil para producir una unidad de electricidad–.

La conclusión es clara: las energías renovables sustituyen efectivamente a los combustibles fósiles en la producción de electricidad. Esto es válido tanto para la UE como para un gran número de países, como Reino Unido, Brasil, Australia o China. Una muy buena noticia.

 

 

 
Una transición inaudita

Los antecedentes históricos de sustitución de una fuente de energía por otra son escasos. Los pocos que se han producido han sido por obsolescencia tecnológica o por agotamiento del recurso.

Un ejemplo del primer caso fue la desaparición durante la década de los sesenta del siglo pasado del carbón vegetal en favor de la bombona de butano. Respecto al segundo caso, podemos citar que el aceite de ballena utilizado para la iluminación se agotó hacia el año 1870 por sobreexplotación y fue reemplazado por el queroseno.

Nos hallamos, pues, al inicio de una evolución del sistema energético inaudita por su extensión, ya que aspira a dejar de lado a las fuentes de energía fósiles que sostienen la economía.

La transición también es novedosa por el motivo desencadenante, porque no responde a ninguna circunstancia relativa al descubrimiento o agotamiento de una fuente de energía, sino a la voluntad expresada por la comunidad internacional y guiada por planes nacionales y regionales con calendarios de cumplimiento y herramientas, como los mercados de carbono  que, a pesar de sus limitaciones, facilitan el cambio.

Nuevos interrogantes

La gran incógnita es si esta sustitución podrá continuar en el futuro hasta la deseada “desfosilización”. Aparte de la cuestión técnica de si será posible estabilizar la red eléctrica frente a la intermitencia de la producción solar y eólica sin combustibles fósiles, un factor clave que determinará este futuro radica en si sabremos adaptar los modos de consumir a la creciente producción de electricidad renovable.

Hasta hoy, la sustitución ha sido fácil ya que, por ejemplo, una lavadora no distingue si la electricidad es o no es renovable. La situación es muy diferente cuando el aparato o máquina no funciona con electricidad (los coches, las calefacciones de gasoil o el horno de gas de una cementera), sino quemando directamente los combustibles fósiles.

 

A medida que el grado de sustitución crezca, habrá que invertir con decisión en nuevas formas de consumir energía, prioritariamente en forma de electricidad (coche eléctrico, bomba de calor, horno de arco voltaico…).

Será otra etapa de la transición energética que solo podrá tener éxito si familias y empresas invierten en las nuevas tecnologías de consumo. Ya es hora de poner manos a la obra.


Fuente/The Conversation
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