Conversación
“El mercado energético está al servicio de un oligopolio de tres empresas en el campo eléctrico”
Raúl Sohr :
Si es que hay un tema que preocupa a las sociedades del siglo XXI, el de la energía es uno que se sitúa en el centro del debate en los días que vivimos. En este último tiempo en Chile han proliferado las centrales a carbón con el consiguiente impacto sobre las comunidades cercanas a estas generadoras de energía. Juan Pablo Cárdenas entrevistó al periodista y analista internacional sobre su último libro «Así no podemos seguir. Política, energía y medioambiente».
Este miércoles, en una edición especial de su comentario político, Juan Pablo Cárdenas, entrevistó al periodista y analista internacional, Raúl Sohr, respecto de los principales temas que aborda en su último libro “Así no podemos seguir. Política, energía y medioambiente”, cuyo texto salió a la luz pública bajo el alero de la colección Debate de la editorial Random House Mondadori.
En esta publicación Raúl Sohr se hace cargo de un tema de candente debate en la actualidad, como es la energía, señalando en el libro que el destino de los países, sus industrias, depende en alto grado de la abundancia o escasez de los recursos energéticos. Entre otros libros del destacado periodista se pueden mencionar los títulos: “Para entender a los militares”, “Chao, petróleo” y “Chile a ciegas”.
Lo que se sabe por este libro es que Chile es un caso extremo de desregulación, donde el dejar hacer se aplica a todos los niveles y en definitiva la política se ha hecho en beneficio del sector privado [No son palabras mías son palabras del propio autor] y la actitud, el dejar hacer y no planificar de parte del Estado nos tendría a mal traer respecto del tema de la energía.
Efectivamente, yo creo que Chile es un ejemplo extremo de neoliberalismo en que el mercado ha sido un desastre, el mercado es una cosa muy virtuosa, tiene un gran dinamismo, asigna recursos y estimula una serie de iniciativas, sin embargo, cuando el mercado no tiene riendas va en una sola dirección, el lucro de los protagonistas principales que terminan diseñando el sistema de acuerdo a sus intereses y eso es exactamente lo que ha ocurrido en Chile. El mercado energético está al servicio de un oligopolio de tres empresas en el campo eléctrico y algunas más en otras energías, pero el bien común, el interés de largo plazo del país, su autonomía energética, que es absolutamente clave, no hay un factor estratégico más importante para un país que la energía. Eso ha quedado en manos de empresas, que naturalmente buscan darles los mejores dividendos a sus socios y lo que pase con el país, bueno ese es un problema del país, aunque ellos siempre colocan al país a su servicio cuando se trata de regulaciones o desregulaciones.
Sabemos que nuestra actividad minera, que es la principal consume grandes fuentes de energía. En promedio el costo de las grandes empresas mineras, el 30 por ciento es energía. Sin embargo, las grandes empresas mineras no han hecho un esfuerzo para dotarse, ni garantizarse estos recursos.
Esfuerzos muy tímidos
Tú ves que hay alguna reacción de la clase política respecto de este tema. Yo veo que hay un país bastante más consciente que en el pasado, un país que se ha movilizado, que ha emprendido campañas contra HidroAysén. Tú ves que hay alguna capacidad ahora, ya que estamos enfrentando nuevas elecciones y vamos a tener un nuevo Gobierno, ¿crees que Chile puede enmendar el rumbo en ese respecto?
Yo creo que estamos en el peor de los mundos, porque de un lado está ese dejar hacer que tú señalabas, es decir, las empresas hacen las cosas a su gusto y lo hacen mañosamente a través de oficinas de abogados, de oficinas de relaciones públicas, no abren un debate, todos se señalan absolutamente a favor de la libre competencia y hacen lo imposible para que no haya libre competencia e impiden el ingreso de nuevos competidores, especialmente en el rubro de medianos y pequeños generadores y por el otro lado tenemos la protesta ciudadana. La protesta ciudadana es reactiva, es la gente que dice yo acá no quiero una termoeléctrica a carbón, no quiero que Chile termine como una guitarra lleno de torres de alta tensión. Esas reacciones aunque son muy justificadas tampoco nos dan una planificación, por lo tanto, hoy no tenemos ningún plan, que podríamos llamar un plan de ordenamiento territorial, sino que tenemos una ciudadanía descontenta que para una serie de proyectos y algunos de ellos son necesarios. Se necesita más energía eléctrica por ejemplo. Se van parando los proyectos y del otro lado se comienza a producir una desinversión y como no hay un plan y aquí viene el tema de fondo y es lo que falla y es muy difícil de resolver es el modelo. Vivimos en un modelo absolutamente centralizado, jerárquico en que el país ha obrado en función de los grandes intereses. Cómo se logra armonizar los intereses ciudadanos para llegar a una situación de planificación de largo plazo con un Estado fuerte, no grande, un Estado capaz de regular y esto lo vamos a ver en la Educación, en la Salud, en la AFP, es decir esto es una salchicha, no importa donde la cortes el problema es exactamente el mismo. El problema de la Educación es ante todo un problema político y el de la energía es igualmente político, quién manda.
Es lo que hemos estado conversando con distintos especialistas en la materia. El mercado funciona para la venta de productos de consumo, para muchas cosas funciona y es eficiente, pero para estos temas vitales como son la salud, la energía, la educación, la previsión y otros, parece ser que la intervención del Estado es urgente y lo que uno ve y lo leo asombrosamente en tu libro es que se empeora la situación en término de los recursos, porque los políticos han prometido dejar de carbonizar nuestra energía y lo que sabemos es que en los últimos años lo que se ha multiplicado es justamente el uso del carbón y el petróleo.
En el caso de Isla Riesco es el carbón más tóxico, el peor de los carbones, no hay carbones de mejor calidad.
Tú dices en el libro que es curioso que en este país que tiene una larga geografía, que tenemos prácticamente todos los climas, no estemos bien dotados de algunas fuentes de energía como el petróleo, esencialmente, pero da la impresión que el país tiene muchas fuentes de energía a las que podríamos recurrir, se habla de las energías no convencionales y que Chile tendría ventajas respecto de otros países. ¿Qué se hace al respecto?
Yo he viajado por todo el mundo investigando este tema y lo he visto en Alemania, Francia, Corea del Sur, Nueva Zelandia. En Alemania el Estado resolvió salirse de la energía atómica y están en un proceso de acabar con la energía atómica, para que te digo como han reclamado los generadores nucleares en Alemania, pero el Estado tomó una decisión basado en la voluntad mayoritaria del pueblo alemán de acabar con esto. Nueva Zelandia tiene una capacidad geotérmica menor que Chile y sin embargo ya produce casi mil mega watt, lo que es bastante, Chile produce cero y tiene más capacidad. Nueva Zelandia es un país capitalista, pero la geotermia la desarrolló el Estado. Brasil que tuvo una dictadura militar de derecha es el país más exitoso en biocombustibles y han desarrollado a partir del azúcar una capacidad enorme, es el único país que ha conseguido disminuir el consumo real de petróleo y utilizar biocombustibles.
Pero están desarrollando también energía atómica.
Ya tienen dos reactores atómicos y están construyendo un tercero, Brasil tiene todo absolutamente todo, dicho sea de paso el programa nuclear brasileño es un desastre igual que el argentino. Yo diría que en América Latina no hay muchos casos exitosos, pero en el caso brasileño, ellos terminaron comprando en los años ´80 una serie de reactores y ahora están construyendo el tercero con tecnología del año ´80. O sea nuevo, pero del año ´80 entonces es un artefacto totalmente pasado de moda y creo que en el caso brasileño, como el argentino no fue una necesidad energética que los llevo a esto, sino las aspiraciones de gran potencia y controlar el ciclo nuclear y realmente lo que Brasil ha soñado siempre cumplir, ahora aparentemente lo está haciendo construyendo un submarino nuclear. Me llama la atención que en Brasil donde la gente salió a protestar contra los estadios y lo que se gastaba en los eventos deportivos no hayan protestado en contra el absurdo que Brasil construya un submarino nuclear
Yo hice memoria de una entrevista que realicé aquí mismo hace algunos años en que un experto de la universidad decía que la solución a la crisis energética en Chile era la energía nuclear, que se trataba de un recurso más limpio que otros, que se trataba de un recurso que ya no ofrecía los riesgos que tuvimos en el pasado. ¿Sigues siendo tajantemente contrario al desarrollo de la energía nuclear para nuestro país?
Yo no tengo una oposición esencial a la energía nuclear, no está en mi ADN, como lo estaría en el de los verdes que dicen energía nuclear bajo ninguna circunstancia. Es verdad que es una energía limpia mientras está contenida, pero cuando se sale de los reactores no hay nada más sucio y atroz, lo que ha pasado en Fukushima en que 20 mil personas han sido desplazadas probablemente de por vida de sus hogares, no hay nada más sucio. Ninguna central geotérmica de cualquier otro combustible produce una tragedia de ese tipo, pero mi oposición principal es que no se puede utilizar nada que no cumpla con el principio precautorio, que es un principio fundamental es que no se puede sacar al mercado un remedio si no puede garantizar que no va a producir un daño colateral y lo mismo con la energía nuclear, si puedes garantizar que nunca va haber un accidente y que si ese accidente ocurre lo puedes controlar, yo no tendría problema, pero como no lo puedes hacer y se ha visto tras cada accidente, que son pocos, pero cuando ocurren son atroces, que no se puede controlar y los japoneses no han podido controlar nada y todos los días estamos escuchando nuevos problemas en Fukushima, soy totalmente contrario dado el control que se tiene hoy sobre la energía nuclear.
Si estuviera en tus manos enfrentar una comisión del Congreso del propio Gobierno en relación a este tema, ¿qué estrategia sugerirías para Chile en términos de nuestra matriz energética?
En el último capítulo lo propongo, y es que el primer problema es político, es decir, ese es el elemento más importante y propondría un equipo de trabajo para elaborar con personas de distintos sectores, no necesariamente técnicos, con estos, pero principalmente con líderes de opinión un Plan de Ordenamiento Territorial para ver el país, qué energías existen en cada región, qué se puede desarrollar armónicamente en esas regiones. Allí donde se produce vino o hay fruta, no vamos a instalar una termoeléctrica carbonera, como se ha hecho y por eso surgen los tremendos conflictos entre sectores, por lo tanto, lo primero es llegar a un mecanismo en que se pueda establecer un consenso con una participación regional y local en que todos los involucrados puedan participar. No podemos seguir con esto en que la gente se entera a última hora que le van a instalar en su patio trasero una central que puede afectar su salud. Por supuesto que la gente sale y todo esto conduce a la famosa judicialización y después en la medida en que exista un consenso yo creo que Chile puede avanzar enormemente en un factor que es muy importante, que es el ahorro y la eficiencia. Hemos hecho muy poco, este Gobierno disminuyó los recursos de ahorro y eficiencia en circunstancias que en su documento principal plantea que ese es el elemento central y tiene razón pero no lo llevo a la práctica. Las generadoras, todo el rubro energético, no tienen mucho interés en la eficiencia, ellos quieren vender más, quieren ganar más. Y respecto de la eficiencia, sí no están en contra pero no la estimulan para nada.
Si la idea es promover fuentes de energía acordes a las necesidades de cada zona y a los recursos de cada zona, un proyecto como el de HidroAysén sigue siendo absolutamente extemporáneo, llevar energía desde el extremo sur del país hacia el norte.
Claro porque hoy se trata de energía distribuida, lo más cerca posible de los consumidores, yo diría que no se debería permitir, y estas son regulaciones del Estado, es decir, no se permite la construcción de una casa más que no esté dotada de un calentador solar, con eso a la gente de menos recursos les haces un favor inmenso porque cuando colocas esto, que puede salir por $300 mil pesos y dentro del costo de una vivienda es marginal y le das un ahorro de 60% o 70% al menos desde la zona central hacia el norte en todo su calentamiento de agua, nunca más una ducha con agua fría gracias a esta instalación y es parte de la construcción, debería haber un estímulo activo para las placas foto voltaicas, que la gente pueda producir su electricidad y recién había un debate, salió una “ley muy trucha” que no resuelve el problema y no hay estímulo, a los particulares que quieren invertir en esto, en Estados Unidos, en países en que el mercado es muy competitivo, está llenos de estímulos, se puede deducir de impuestos. Por ejemplo si quieres renovar tu casa, si quieres mejorar el aislamiento a la casa, eso se deduce de impuestos, hay todo tipo de estímulos para que justamente haya mayor eficiencia. Acá no hay ningún estímulo, el que quiere hacer algo lo hacer por su cuenta y eso es.
Es notable el aporte que hace tu libro al concebir la sociedad del mañana, entre otras cosas vamos a tener casas construidas con otros materiales, vamos a tener ciudades probablemente que tengan que circular menos automóviles, pero sobre todos los avances que se han experimentado en la materia, lo que ha pasado en Holanda con el uso de la Bicicleta y otro tipo de cosas que ahorra energía, aprovecha los recursos propios y frena algo que es muy preocupante, que está expresado en tu libro, que es el fenómeno del cambio climático. Tú eres de los ecologistas duros.
Yo veo el calentamiento global como la mayor amenaza sobre la humanidad, es decir, no hay nada que nos esté afectando más y uno ve como está cambiando Chile y como la sequía y la falta de recursos hídricos va perjudicando una serie de industrias. Yo sugiero en el libro si las cosas siguen por el rumbo actual, que por ejemplo el glaciar que nos da el agua, el Glaciar Echaurren siga perdiendo 10 metros por año para el año 2030 no va haber Glaciar Echaurren y junto con él otros glaciares y el agua se va hacer tan cara, los alimentos también en la zona central que probablemente eso va a provocar un proceso migratorio y la gente se va a comenzar a desplazar hacia el sur. De hecho muchas empresas vitivinícolas ya están comprando tierras nuevas en el sur en prevención de lo que ellos calculan pueda ocurrir. Por ejemplo yo he visto obras que se están construyendo en los países nórdicos, en el Mar Báltico de diques y muros de contención, calculando de que habrá una subida de los mares, han cambiado todos los planes reguladores, han corrido tres metros hacia arriba, es decir, hoy no se puede construir en las cotas que se construía antes porque dan por hecho que van a subir los mares en la medida que se derrita el casquete ártico.
(*) Raúl Sohr es periodista, sociólogo y analista internacional de la Universidad de Chile, en París y realizó sus estudios de especialización en Londres. Además, es columnista de distintos medios de comunicación internacionales, como el periódico británico, The Guardian y la revista estadounidense Time.
Fuente: http://radio.uchile.cl/
“El mercado energético está al servicio de un oligopolio de tres empresas en el campo eléctrico”