Desarrollo Sostenible

POR QUÉ PONER UN VALOR MONETARIO A LOS RECURSOS NATURALES

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Desde hace unos años continuamente se habla y discute sobre los servicios proporcionados por los ecosistemas (servicios ecosistémicos), como la madera, la captura de carbono o la conservación de la biodiversidad que ofrecen los bosques. Sin embargo, no abundan estimaciones precisas de su valor.


Es decir, se sabe que en un determinado territorio coexisten diversos servicios ecosistémicos, pero, a priori, no somos capaces de decir si uno es más importante que otro utilizando unas unidades comunes.

Esas unidades comunes serían las monetarias, y al otorgar un valor a algunos de los servicios ecosistémicos presentes en una determinada zona se facilitaría la gestión de los recursos existentes. Este proceso de otorgar valores sigue unas metodologías bien establecidas dentro de una disciplina científica, la valoración ambiental, muy ligada a la economía de los recursos naturales.

Soy consciente de que puede haber gente que no entienda bien la propuesta de asignar unidades monetarias a bienes y servicios que se producen en el medio ambiente. Quiero insistir en que el objetivo no es mercantilizar ni privatizar los recursos naturales y ambientales, sino dotarles de unos atributos que permitan gestionarlos de una forma más transparente y eficiente.

Si, por ejemplo, el valor de cada hectárea de pino canario en las islas Canarias supera los 2 181 €/ha cada año, y resulta que la mayor parte de ese valor se corresponde a las actividades recreativas y a la provisión de agua, se puede evaluar con más precisión lo que se pierde si se daña una hectárea de ese pinar.

Dificultades para valorar los servicios ecosistémicos

Sin embargo, el proceso de asignar unos determinados valores a los servicios ecosistémicos resulta complicado. El primer problema al que nos enfrentamos es que para muchos servicios ecosistémicos no se dispone de un precio de mercado. Es decir, no tenemos informaciones cercanas sobre cuál puede ser el valor de un determinado servicio. Dos ejemplos serían el control de la erosión y la regulación de los ciclos hidrológicos que realizan las masas forestales.

Otro problema asociado es que valoramos un territorio mediante la agregación de valores correspondientes a diferentes servicios ecosistémicos (recuerdo que todos ellos están en las mismas unidades), pero muchas veces no podemos realizar la valoración de todos ellos. Un organismo europeo, CICES, contabiliza en más de 90 el número de servicios ecosistémicos existentes.

Por otro lado, no existe una técnica única y universal que nos permita acometer estas valoraciones, por lo que los resultados pueden variar según la metodología empleada. Además, algunos de estos métodos se basan en conocer las preferencias humanas, midiendo lo que estarían dispuestos a pagar por cambios en la cantidad y calidad de un determinado bien ambiental. Ello conduce a que tampoco la solución sea la misma en zonas similares y a que los resultados varíen con el tiempo al modificarse las preferencias de la sociedad.


¿Cuánto vale un bosque?

Muchas veces, ante la imposibilidad de abordar estos ejercicios de valoración ambiental, se recurre a técnicas estadísticas (metaanálisis) con el fin de otorgar un valor a cada hectárea de territorio a partir de los resultados de valoraciones en zonas similares.

¿Se podría poner precio de este modo a un bosque situado en zonas templadas? Según un un estudio publicado en Nature en 1997 y computando 9 servicios ecosistémicos, el valor promedio a nivel mundial asciende a 302 $/ha y año. Repitiendo el mismo ejercicio en 2011, este valor se incrementa hasta superar los 3 100 $/ha y año. Aquí conviene destacar que los autores han demostrado que el valor a nivel mundial de todos los servicios ecosistémicos en ese año supera con creces el PIB de la economía a nivel mundial.

Por último, muy recientemente se ha repetido este ejercicio, ya computando el valor de 16 servicios ecosistémicos distintos y tomando el año 2020 como año de referencia, alcanzándose la cifra de 15 570 $/ha y año.

Cómo se puede apreciar, los valores promedio aumentan cada vez que se realiza un estudio debido a la adición de nuevos servicios ecosistémicos en el análisis, y a cambios en las preferencias humanas.

Un conjunto de valores obtenido con metodologías aceptadas y a través de métodos rigurosos serviría para mejorar su gestión y, por ejemplo, para otorgar valores más precisos de los daños provocados por un incendio en una superficie forestal o por el vertido de un petrolero. Además, las potenciales utilidades serían más amplias, como la de cuantificar el capital natural, ahora que es una exigencia en diferentes ámbitos, como el de la empresa.


Fuente/The Conversation
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