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«Expreso»: un emprendimiento social que busca dignificar a hombres en situación de calle

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Desde 2013 el taller ha funcionado gracias a una sola persona y decenas de hombres han podido tener ingresos por las tablas de madera que trabajan.

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«Todos somos prisioneros de algo. Cuando el capellán nos bendijo, cada uno dijo de qué era preso. Todos dijimos que queríamos ser ex presos: ex presos del copete, de la droga, de la calle, de la pena».
Así nació el nombre del proyecto solidario creado por Maite Zubía, una mujer emprendedora, madre de tres hijos y convencida de que el voluntariado es capaz de cambiar el destino de muchas personas en situación de calle.
Cuenta que en 2013 empezó a trabajar como voluntaria en la Casa de Acogida Padre Josse van Der Rest, del Hogar de Cristo. «Vi gente en la calle hecha pedazos. Personas en situación de calle muy dañadas, abandonadas. El consumo era un tema transversal, o era alcohol o era droga, pero el nivel de daño era enorme y necesitaban una salida a eso», dice Maite
«En el Hogar de Cristo hacen una labor maravillosa pero no dan abasto», cuenta la voluntaria y señala que, por ejemplo, tienen un psicólogo para 150 personas. Como su intención era ayudar, le propuso a la gente de la hospedería de hombres del hogar hacer un taller con ellos.
«Me puse a recoger maderas de la calle, en basurales, tiradas, donadas. Empezamos a trabajarlas con ellos, les dimos formas y en el fondo rescatamos la historia de la madera», explica Maite. Después de ver que eran capaces de trabajar la madera y hacer desde una guitarra hasta un escritorio, se propusieron tener un producto estrella: tablas de cocina.
¿Qué se hace con las ganancias?
Antes de que Maite quedara embarazada de su tercer hijo, cuenta que hubo una época en la que llegaron a tener cerca de $2 millones en ganancias. Actualmente, en un par de meses ya han logrado vender 400 mil. «Cada tabla cuesta entre 10 y 15 lucas y todo va para estos viejos lindos», afirma.
La forma en la que «reparte» ese dinero funciona, por ahora, en forma de cooperativa, ya que «es gente que si tu le das la plata, lo más probable es que se la tome o la gaste en drogas». Lo que ha hecho es que si faltan materiales en el taller, como sierras o escalas, se compran con ese fondo, pero también se evalúa en grupo a quién podemos ayudar entre todos. «Por ejemplo había un señor que necesitaba comprarse dientes, lo conversamos entre todos y lo ayudamos», cuenta.
Para Maite, el actual problema está en que el taller funciona netamente con su trabajo y ya no puede dedicarle el tiempo de antes a esta iniciativa. «A la gente le da susto comprometerse con algo así, es súper duro el mundo de la calle y es más tentador donar plata», reflexiona y dice que, para ella, lo más difícil ha sido superar la frustración que significa a veces el que vuelvan a caer en el alcohol o enterarse de que uno de sus «alumnos» ha muerto en la calle.
El futuro
«Mi sueño es que Expreso sea extensible a todas las personas que por falta de oportunidades, por rupturas de sus vínculos, por temas de justicia social, por nacer en una situación complicada, viven una realidad desafortunada. La idea es que puedan liberarse de esa vida gracias a la libertad que te da el trabajo y que haya un compromiso entre el hogar, el voluntariado y la sociedad en transformar este emprendimiento en un vehículo para levantar a estas personas», expresa Maite.
Para poder ver las tablas de madera o querer ayudar con este proyecto de manera voluntaria, ingresa a la página de Facebook Expreso.
Fuente: Emol 
www.chiledesarrollosustentable.cl

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