Conversación
Calentamiento global: ¿mucho calor o mucho color?
¿Está realmente el planeta en peligro? ¿Somos los seres humanos con nuestra era industrial una amenaza para la naturaleza? ¿El cambio climático provocará una drástica transformación al estilo de vida actual? Por cambio climático o por ciclos de la Tierra, hoy hace más calor que hace cien años y sólo ese hecho puede traer consecuencias insospechadas. Hay datos concretos que avalan el cambio que estamos teniendo… Claro que también hay quienes ponen todo en duda. Por Catalina Allendes E.
Mirar la Tierra desde el espacio proporciona una perspectiva única. Nuestro planeta es un lugar frágil y bello, protegido sólo por una capa muy delgada de atmósfera que es esencial para la vida. Y bosques en apariencia grandes acaban siendo pequeños y pasan de largo muy rápidamente.
El relato es de un astronauta, obvio, y viene a poner en perspectiva universal la fragilidad del planeta. Sólo once días allá arriba hicieron que el autor de la frase, André Kuipers, de la Agencia Espacial Europea, se convirtiera en un acérrimo defensor del medio ambiente como embajador de la WWF.
Pero probablemente ninguno de los que está leyendo estas líneas ha tenido o tendrá la suerte de Kuipers de ir al espacio. Y el medio ambiente, a juzgar por los datos científicos, no tiene tiempo para esperar a que nos podamos subir a un cohete para que hagamos ese nivel de conciencia. La salida a estas alturas es asumir que hay evidencia (discutible por algunos) que parece indicar que el planeta está bajo presión y que cualquiera sea la causa, como acá es donde vivimos, no podemos hacernos los desentendidos.
Eso, para partir y más allá de la polémica de qué tan complejo pueda ser el momento. Lo concreto es que emitimos cada vez más gases contaminantes que no pueden ser absorbidos naturalmente por el medio ambiente y que éstos, por lo bajo, hacen una contribución a los cambios que vive el entorno, un proceso del que ya estamos siendo protagonistas. Eso, sumado al feroz crecimiento demográfico que demanda cada vez con mayor avidez los recursos naturales de la Tierra.
“Sabemos que la demanda de recursos como el pescado, la madera y los alimentos aumenta vertiginosamente a un nivel que es imposible reponer de forma sostenible”, advierte el astronauta Kuipers, que participó del Informe Planeta Vivo 2012 de la WWF realizado con el apoyo de la Agencia Espacial Europea.
Ese informe es lapidario: tal como están las cosas hoy la Tierra tardaría 1,5 años en regenerar los recursos renovables que los seres humanos utilizamos en un año y el mismo período tardaría en absorber el CO2 que generamos. O sea, los números no cuadran y al parecer hay algo de canibalismo planetario.
Lo que es peor es que este desequilibrio, con la demanda superando lo que la Tierra renueva, se viene dando desde 1970, dice la WWF. En concreto, estamos sobregirados, en una cuenta que no da intereses, desde hace más de 40 años.
El consumo aumenta a mayor velocidad que la eficiencia de la producción y las poblaciones crecen más rápido que la capacidad de la biósfera, es la contundente constatación de Planeta Vivo 2012 a este problema. Y claro, no hay que ser magos para aventurar que a este ritmo, aunque sea difícil determinar cuándo, podemos hacer aguas.
Claro que hay matices, el estudio detalla que si toda la humanidad viviera como un indonesio medio, se utilizaría sólo dos terceras partes de la biocapacidad del planeta, con lo cual generaríamos excedentes. Si viviéramos como los argentinos, en cambio, se necesitaría más de medio planeta adicional y como los estadounidenses, requeriríamos nada menos que cuatro Tierras para regenerar la demanda.
Esas tremendas diferencias son las que, en gran medida, tienen a los países avanzando poco y nada en acuerdos que nos lleven a preservar y enfrentar los conflictos de la Tierra de manera efectiva.
Pero esa es sólo una parte. El daño más importante de la presión de los seres humanos sobre la Tierra tiene que ver con las emisiones de gases de efecto invernadero, que según los expertos son los que innegablemente están transformando nuestro medio ambiente: extensas olas de calor, lluvias más intensas, océanos más inestables, hielos transformándose en lagos, son los ejemplos más utilizados.
En una polémica columna el economista y director del Earth Institute de la Universidad de Columbia, Jeffrey D. Sachs, advirtió que “hemos entrado en una era nueva y muy peligrosa. Si es usted una persona joven, el cambio climático y otros riesgos ambientales de origen humano serán factores importantes en su vida”.
El consenso en torno al tema, en todo caso, aún está lejos de llegar. Publicaciones en prestigiosas revistas como la británica The Economist aún son escépticas a las catastróficas consecuencias de este cambio climático e incluso de la posibilidad de revertir drásticamente el actual modo de desarrollo económico del mundo. Titulares como Slash emisions, fly by Zepellin (reduce las emisiones, viaja en zepelín) o Apocalipsis No, han sacado roncha entre los ambientalistas.
Hace calor
Los expertos aseguran que hoy hace más calor y eso parece ser innegable. Basándose en evidencias científicas, el último informe del grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), organismo relacionado con las Naciones Unidas y uno de los más consultados por los países para sus políticas de mitigación, sostiene tajantemente que “el calentamiento del sistema climático es inequívoco”.
Según la IPCC, los once años más cálidos desde 1850, el año desde que se tienen registros instrumentales de la temperatura de la Tierra, se generaron entre 1995 y 2006. Detalla además que la tendencia al alza de la temperatura de manera lineal a 100 años -entre 1906 y 2005- figura con un incremento de 0,74 grados Celsius, bastante superior al 0,6 grados Celsius que indicaba el informe anterior 1901 y 2000.
“En promedio, las temperaturas del Hemisferio Norte durante la segunda mitad del siglo XX fueron muy probablemente superiores a las de cualquier otro período de 50 años de los últimos 500 años. Seguramente las más altas a lo largo de, como mínimo, los últimos 1.300 años”, sentencia el informe.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) es más severa y dice que el cambio climático se habría acelerado entre el 2001 y el 2010. En su informe sobre la década, dado a conocer a mediados de este año, sentencia que las temperaturas se situaron 0,46 grados Celsius sobre la media de temperaturas máximas del período 1961 y 1990.
Polémica por los mares
El problema es que aparejado al calor, vienen las consecuencias. El aumento de nivel del mar concuerda con el calentamiento. En promedio el nivel de los océanos mundiales ha aumentado desde 1961 a un promedio de 1,8 milímetros al año y desde 1993 a 3,1. ¿Razón? “La dilatación térmica y el deshielo de los glaciares, los casquetes de hielo y los mantos de hielo polares”, señala el informe de la IPCC. Aclara, eso sí, que no es posible dilucidar hasta qué punto esa mayor rapidez evidenciada entre 1993 y 2003 refleja una tendencia a largo plazo.
Las mayores emisiones de CO2 han provocado además la acidificación de los océanos que absorben naturalmente este gas de efecto invernadero, pero que en cantidades no acostumbradas han provocado fuertes trastornos en las especies marinas y a la destrucción de grandes extensiones de corales.
Datos satelitales obtenidos desde 1978 revelan que el promedio anual de la extensión de los hielos marinos árticos, por ejemplo, ha disminuido en un 2,7% por decenio, con caídas más acentuadas durante los veranos: 7,4% por decenio.
Los datos de la OMM advierten también que el 2011 fue el undécimo año más cálido del Ártico y el segundo en el que el hielo registró su nivel más bajo.
Claro que ya hay quienes han salido a desmitificarlo. Un estudio del Concilio Científico de Ciencias Naturales de la Academia de Ciencias Rusa sostiene que el mínimo de las masas de hielo se registró en 2007 y que entre 2008 y 2011 el hielo ha vuelto a crecer. Con eso en la mano, el experto ruso Nikolai Dobretsov, sorprendió al mundo hace un par de meses diciendo que “es obvio que el calentamiento global continuo es un mito” y vaticinó que “hacia finales del siglo empezará un enfriamiento global y no un calentamiento”.
Así y todo el informe del IPCC, del que se espera una nueva versión nada alentadora para 2013 ó 2014, afirma que los deshielos han dado lugar a un mayor número y extensión de lagos glaciales, se ha acrecentado la inestabilidad del terreno en regiones montañosas y otras regiones y ha habido cambios en ciertos ecosistemas árticos y antárticos.
Gases tóxicos
En el informe de la IPCC se detalla que las emisiones mundiales de CO2, que es el gas de efecto invernadero más importante, han aumentado en torno al 80% entre 1970 y 2004. Sostiene que las concentraciones atmosféricas mundiales de CO2, metano y óxido nitroso se han elevado notablemente por efecto de las actividades humanas desde 1750. Pero no se queda ahí, dice que al año 2005 las concentraciones atmosféricas de CO2 y metano excedieron con mucho el intervalo natural de valores de los últimos 650 mil años.
La utilización de combustibles de origen fósil es una de las razones más importantes de estas emisiones y según el organismo ligado a las Naciones Unidas si no se revierte su actual nivel de utilización, las emisiones mundiales de gases con efecto invernadero crecerán entre 25% y 90% en el período 2000 al 2030.
“De proseguir las emisiones de gases de efecto invernaderos a las tasas actuales, el calentamiento aumentaría y el sistema climático mundial experimentaría durante el siglo XXI cambios mayores a los observados en el siglo pasado”, es su frase lapidaria.
A nivel mundial y en forma más o menos consensuada se habla que, de no mediar cambio alguno en la utilización de combustibles fósiles, el calentamiento global aumentaría a tasas de 0,2 grados Celsius por década. Si las emisiones, en cambio se hubiesen quedado a niveles del año 2000 el incremento de la temperatura sería sólo de 0,1 grados Celsius por década. Por eso es que según los análisis científicos del IPCC no hay dudas de que “las proyecciones de temperatura dependen cada día más de los escenarios de emisión”.
Evidencia innegable
Un dato: gracias a la información obtenida de las burbujas de aire contenidas en los hielos milenarios se ha podido determinar con un alto nivel de certeza que la velocidad del cambio climático en la era pre humana avanzaba a razón de 0,00000015 grados Celsius por década. Hoy el avance es de 0,3 grados Celsius en igual lapso. O sea más de 400 veces más rápido que todo lo conocido cuando no había injerencia humana.
El investigador del Centro de Investigaciones Agropecuarias y único chileno miembro del panel del IPCC, Sergio González, es quien nos hace esos cálculos y advierte que “es innegable que estamos sufriendo una aceleración producto de la actividad humana por la generación de mayor cantidad de gases en la atmósfera”.
González advierte que más allá de las predicciones tendenciosas, hoy “disponemos de evidencia científica innegable del cambio que está protagonizando la Tierra”. Y en ese contexto de cambio, dice, se pueden prever importantes transformaciones para el planeta afectando abiertamente el modelo de emplazamiento de la sociedad.
De avanzar en esta línea dice que la agricultura necesariamente deberá trasladarse desde unas zonas a otras. Grafica con Chile: se estima un desplazamiento de los cultivos hacia el sur de entre 300 y 400 kilómetros. “Sólo eso podría cambiar dramáticamente el paisaje y las costumbres de las regiones”, sostiene.
Por su trabajo en la IPCC, como parte del grupo que trabaja con los gases de efecto invernadero, González es un convencido que no hay otro camino que la disminución radical del uso de combustibles fósiles. “Si queremos consumir energía, debemos apostar por las más limpias, generar cambios de hábitos en la población. El costo de la inacción resultará bastante más caro”.
Un estudio del gobierno inglés determinó que por cada dólar invertido en mitigación para el cambio climático se pueden ahorrar cinco dólares de consecuencias posteriores.
El ex vicepresidente del Banco Mundial, Nicholas Stern, que realizó ese informe, concluyó que con sólo el 1% del PIB mundial se puede revertir el nocivo efecto del hombre en el medio ambiente y mantener una relación más amigable y duradera con el planeta. Cuentas de ambientalistas norteamericanos sitúan en 3,6% del PIB el costo actual de Estados Unidos por concepto del cambio climático.
Habrá que ver cómo avanza el mundo… que al final del día, como dijo el astronauta Kuipers en la presentación de Planeta Vivo 2012, es el único lugar que tenemos para vivir: “Es mi hogar, el de mi familia y amigos y de otros 7.000 millones de personas”. •••
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El cambio in situ
El IPCC realizó un vaticinio de las consecuencias que tendrá el cambio climático de no mediar una alteración positiva en la emisión de gases de efecto invernadero en el planeta. Y no son nada de alentadoras. Aquí van:
En África al 2020 entre 75 millones y 250 millones de personas estarán expuestas a un mayor estrés hídrico; en algunos países la productividad de los cultivos pluviales podría reducirse hasta en 50%, con lo que la producción agrícola y el acceso a los alimentos quedaría en situación crítica; el aumento proyectado del nivel del mar, afectaría a extensas áreas costeras muy pobladas.
En el decenio de 2050 disminuirá notablemente la disponibilidad de agua dulce en el centro, sur, este y sudoeste de Asia.
Hasta el 2020 se experimentaría una importante pérdida de diversidad biológica en Australia y Nueva Zelandia. Al 2030 en ese continente se agravaría la seguridad hídrica y al 2050 aumentarían exponencialmente los riesgos de inundaciones costeras. Producto del cambio climático, se favorecerían algunas zonas agrícolas y se perjudicarían otras.
En Europa también abundarían las inundaciones costeras, las olas de calor, disminuiría el potencial hidroeléctrico y la productividad de los cultivos.
En América del Norte y del Sur también podría experimentarse pérdida de diversidad biológica, caída en la productividad de cultivos, escasez de agua, reducción de glaciares y nieves, mayores olas de calor.
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