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DE KEYNES A MERKEL
Esta vez la constitución no deberá cometer el error de la anterior de Jacques Delors en la que las autoridades se generaban entre las cuatro paredes de la burocracia de la UE.
Sorprende la liviandad informativa y opiniones sobre el problema europeo. Muchos datos irrelevantes del día a día pero nada sobre la solución definitiva del problema: el pago de la deuda pública sin comprometer el bienestar y crecimiento futuro y la sobrevivencia de la UE. Algunos, ateniéndose a la letra, simplemente sostienen que los países endeudados deben pagar, aunque quiebren, sea entregando bienes productivos en pago y comprometiendo el bienestar de la generación futura que nada tuvo que ver con la irresponsabilidad de los actuales gobernantes que gastaron sin límite lo que no poseían y financistas que prestaron a sabiendas de que no podrían pagar. Grecia, Irlanda, Portugal. España, Bélgica venían mostrando una deuda creciente desde hace cerca de 10 años y la élite política y financiera hizo vista gorda. Una mirada a la historia ayuda. Alemania venció a Francia en la guerra franco-prusiana de 1870 y le impuso un oneroso botín de guerra. Francia se tomó la revancha con el tratado de Versailles al final de la I Guerra Mundial, aprovechándose de la debilidad e incompetencia del presidente Wilson de EE.UU. y del Primer Ministro inglés George. Numerosas industrias fueron desmontadas y trasladadas a los países victoriosos. Territorios alemanes ricos en recursos naturales pasaron a los vencedores y un porcentaje importante del PIB alemán debía pagarse anualmente a los victoriosos, sumiendo a Alemania en una decadencia que arrastró al resto de Europa, recesión económica, hiperinflación y … finalmente Hitler y la II Guerra Mundial. Keynes, quien asesoró al Gobierno inglés en las negociaciones de paz, advirtió el error francés. Sólo fue escuchado en 1919 cuando publicó “Las Consecuencias Económicas de la Paz”, un best seller tardío, pero que bien vale la pena que políticos y estudiosos lo lean ahora porque el problema que se le viene encima a la UE es semejante. Es una obra apasionante, elegantemente escrita. Hace un recuento sobre el origen del conflicto, seguido de una evaluación de las sanciones que se impusieron y sus efectos económicos posteriores que afectarían a vencedores y vencidos, como de hecho ocurrió. Si hoy los países deudores se ven obligados a pagar hasta la última gota, tendrán que salirse de la UE y del Euro para caer a la categoría de país “apenas emergente” y probablemente la calle, que no alcanza a entender el porqué, derribará a más de algún gobierno. La canciller Merkel, como Keynes antes, ha reconocido que el problema ya no es meramente económico y financiero, sino político. Busca sabiamente una salida técnico-política. Técnica porque para salvar la UE y el Euro los acreedores deberán condonar parte importante de la deuda, y política porque se deberá avanzar en una constitución europea que establezca que las autoridades fiscales gozarán de la misma independencia que tiene el BCE. Esta vez la constitución no deberá cometer el error de la anterior de Jacques Delors en la que las autoridades se generaban entre las cuatro paredes de la burocracia de la UE, a espaldas de la población, razón por lo que fue rechazada.
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