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«ES TIEMPO DE BUSCAR UN NUEVO TRATO»
El documental que ustedes acaban de ver se denomina simplemente “2013”, porque simbólicamente invita a pensar en el año que se inicia como el momento para un necesario punto de inflexión. Con él hemos querido presentar –de una manera diferente– el desafío que enfrentamos para destrabar el debate sobre energía eléctrica que hoy compromete el desarrollo de Chile.
Es tiempo de buscar un nuevo trato, una manera distinta de escucharnos, de poner nuestros puntos de vista sobre la mesa y de convenir la forma en que vamos a resolver nuestras diferencias. Porque lo que sí está claro es que cada día que pasa, cada proyecto que se atrasa, cada conflicto que escala, implica un costo social para el país que aumenta constantemente.
En los próximos 3 a 4 años no se incorporarán fuentes relevantes de generación de base al sistema, ni tampoco se concretará un reforzamiento suficiente en la transmisión troncal, sencillamente porque esos proyectos no se han comenzado a construir. Ese partido ya está jugado y tendrá efectos negativos para Chile. Tenemos que evitar que el clima de incertidumbre afecte a más proyectos y siga entrabando la llegada de inversión crucial para el desarrollo del país.
El tiempo de actuar es ahora. Para ello debemos innovar. Si queremos resolver el problema que enfrentamos, debemos buscar otras formas de hacerlo. Esto implica partir con una actitud abierta y constructiva. Comienza por la voluntad de escuchar a todos los demás actores para que ellos, a su vez, nos escuchen. Un diálogo de sordos, como el que existe en la actualidad, no conduce a ninguna parte y sólo nos entrampa más y más.
Desconfianza social
Hoy existe un cuestionamiento social que involucra a la industria, a las políticas y a las instituciones. Hay desconfianza, desinformación y un debate duro e intenso, donde se mezclan emociones, valores y convicciones profundas, propias de una sociedad plural que progresa y se vuelve cada vez más exigente.
Para enfrentar este desafío, se debe incorporar una mirada amplia que incluya todos los elementos que caracterizan a una industria tan compleja como esta. No existen balas de plata ni soluciones simples con efectos inmediatos. Tampoco se puede pretender imponer una visión sobre otra sin entender que cualquier avance implica tomar decisiones, a veces difíciles, y asumir compromisos.
Pero esa mirada no sólo debe ser amplia sino también incluir una visión de largo plazo.
Ello involucra -en primer lugar- a la autoridad. El Ejecutivo debiera conducir este proceso, con el Parlamento proveyendo el lugar de encuentro natural que lo promueva y facilite. Se debiera mirar más allá de un período de gobierno de cuatro años y ser capaces de tomar decisiones que bien pueden tener costos hoy, pero beneficios mañana. La Estrategia Nacional de Energía (delineada en esta misma Cena el año pasado por el Presidente de la República) y proyectos de ley como el de concesiones y servidumbres o el de carretera eléctrica son buenos ejemplos de avance, pero deben convertirse en regulaciones concretas y eficientes en el menor plazo posible.
Esto debe hacerse reconociendo los sólidos principios sobre los que se basa nuestra regulación eléctrica. Hace 30 años, Chile fue pionero en el mundo al introducir una profunda reforma en este sector que ha dado importantes frutos. Estos principios nos han permitido modernizar y hacer los ajustes que las circunstancias han requerido. Por esto, junto con admitir que esta evolución se mantendrá en el tiempo y dará pie para nuevos perfeccionamientos, debemos velar porque dichos principios no sean transgredidos por la vía de meros cambios regulatorios, nuevos reglamentos o interpretaciones administrativas, como lamentablemente –a nuestro juicio– está ocurriendo con relativa frecuencia.
Para los demás actores, mirar con una perspectiva de largo plazo implica entender que los procesos en esta industria toman tiempo en desarrollase y requieren de estabilidad, certeza y reglas claras.
Por nuestra parte, como industria de la generación eléctrica, queremos aportar manteniendo una actitud constructiva y dispuesta a escuchar, comprometiéndonos a participar activamente en el diálogo al que estamos invitando. Una muestra de ello es este propio encuentro convocado en conjunto con las empresas transmisoras y distribuidoras, con quienes, a pesar de las diferencias que tenemos, compartimos la convicción de la urgencia y relevancia de un cambio en la manera de entendernos entre todos.
Desarrollo sustentable
En esta ocasión, como empresas generadoras, queremos volver a reafirmar nuestro compromiso con el desarrollo sustentable, considerando equilibradamente sus tres dimensiones: la económica, la social y la medio-ambiental.
En lo económico, el desarrollo sustentable lo entendemos como la forma de proveer de energía eléctrica segura, competitiva y confiable para abastecer el crecimiento de la demanda, que es consecuencia (y a la vez sustenta) el progreso de Chile. A esto tenemos que agregar las necesidades de transmisión eléctrica, que se multiplican y deben ser atendidas oportunamente.
La oferta debe crecer, combinando eficientemente fuentes renovables y no renovables, asegurando competitividad y disponibilidad, a través de la diversificación de la generación eléctrica y la entrada oportuna de nuevos proyectos dentro de un marco competitivo que evite distorsiones. Chile tiene una de las matrices más renovables del planeta que puede y debe seguir siendo desarrollada.
Sin embargo, es claro que, como ocurre en todo el mundo, el país también debe incrementar su base de generación térmica, la que contribuye de manera fundamental a garantizar la seguridad de suministro como hemos constatado en los últimos años de sequía. Este tipo de fuentes de generación, al igual que todo el resto de la industria, trabaja cumpliendo con elevados estándares de clase mundial, los cuales debemos hacer más visibles ante la ciudadanía.
Comunidades; más diálogo, información y participación
En lo social, el desarrollo sustentable implica avanzar en esta nueva forma de entendernos, promoviendo más diálogo, información y participación. Las comunidades deben ver reflejada en su calidad de vida la contribución que los proyectos de inversión hacen para el progreso de Chile. Asimismo, debemos buscar otras formas de participación, fuera del Estudio de Impacto Ambiental, donde titulares y comunidades tengan la oportunidad de escucharse. A través del diálogo también deben abordarse de manera urgente el Convenio 169 de la OIT, respecto del cual aún no se ha aclarado la forma de aplicarlo. Esto provoca una grave incertidumbre e inseguridad jurídica, y seguirá haciéndolo si no ponemos atención inmediata a este problema.
Finalmente, en materia medio ambiental, entendemos el desarrollo sustentable como el justo equilibrio entre, por una parte, la protección efectiva del medio ambiente y un prudente uso de los recursos naturales y, por otra, una actividad de inversión que minimice el impacto, compensando, mitigando y, si corresponde, reparando adecuadamente, cumpliendo no sólo con la ley sino también con los más altos estándares.
Cumplir nuestro compromiso con el desarrollo sustentable en materia medioambiental debiera verse apoyado por la reciente entrada en funcionamiento pleno de una nueva institucionalidad, que debe velar por la adecuada aplicación de la legislación y enfrentar las legítimas diferencias que existen en esta materia, con conocimiento experto e independencia.
Conducta responsable
Con todo, nuestro compromiso activo con el desarrollo sustentable de Chile no es sólo un ejercicio declarativo. Vamos a avanzar en éste camino adoptando un código de conducta responsable para nuestra industria, que identifique claramente valores y principios orientadores y la manera en la que se verificará su cumplimiento. Incorporaremos también el diálogo con grupos de interés como parte de este compromiso e indicador de avance en su aplicación.
Hace sólo 130 años, gracias a la iniciativa privada, se iluminaba por primera vez un espacio público en Chile: la Plaza de Armas y sus edificios colindantes. Crónicas de la época describen la expectación que esta innovación causó en la ciudadanía. Se hablaba de los insospechados cambios que esta nueva invención traería consigo.
Todas esas expectativas se quedaron cortas. A lo largo de la historia, la industria de la generación eléctrica ha sido capaz de enfrentar con éxito todos sus grandes desafíos. El progreso y desarrollo del Chile de hoy no se podría explicar sin su vital aporte.
Esta industria la forman miles de personas que hacen bien y de manera segura su trabajo. Ellos saben que todos los días están contribuyendo con su esfuerzo para que el resto de los chilenos pueda llevar adelante sus tareas y progresar.
Todos tenemos la responsabilidad de hacer lo que esté en nuestras manos para que a Chile le vaya mejor cada día. Por eso, y a pesar de las dificultades que puedan existir, trabajemos juntos para que el año que se inicia sea el momento en el que comencemos a construir acuerdos sólidos y duraderos.
Foto: Palabras de René Muga, Gerente General de Generadoras de Chile A.G
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