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Logros y desafíos pendientes de Chile

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En tiempos en que algunos pesimistas ven una historia de fracaso tras los fundamentos y logros de la economía chilena, vale la pena hacer un poco de historia y constatar lo mucho que ha cambiado Chile en los últimos 35 años. Desde entonces, y gracias a la introducción de profundas reformas económicas e institucionales, Chile se ha convertido, entre las economías emergentes, en uno de los países más exitosos por sus incrementos en PIB per cápita y sus mejoras en bienestar social.

El PIB per cápita de Chile pasó de 2.900 a 18.400 dólares en paridad de poder de compra, entre 1980 y 2012, lo que convierte a Chile en el país de América Latina que más ha mejorado su posición relativa respecto al PIB per cápita de EE.UU. y del promedio de la OCDE (Fondo Monetario Internacional).

En paralelo, en 1980, la esperanza de vida al nacer era 69 años en Chile y 74 en Estados Unidos. Hoy, la esperanza de vida al nacer es 79 años en ambos países. Al mismo tiempo, en 1980 la mortalidad de los niños menores de 5 años era de 33,9 por cada 1.000 niños nacidos vivos en Chile, 2,3 veces la de Estados Unidos. Hoy la mortalidad infantil es de solo 8,4 por cada 1.000 niños nacidos vivos, 1,2 veces la de Estados Unidos (Banco Mundial).

La pobreza se redujo de un 38,6% de la población en 1990 a una cifra menor al 15% en 2012, la tasa más baja de América Latina. En tratamiento de aguas servidas, Chile supera a muchos países avanzados. Además de la clara mejoría en el valor promedio de estos indicadores sociales, también se puede deducir que estos avances en salud e ingresos fueron más altos en los grupos de menores recursos.

Diversos estudios internacionales han destacado el rol que han jugado diversas políticas y reformas económicas en estos logros. Dentro de las más mencionadas están:

(1) La creación de un banco central autónomo, una regla fiscal y una supervisión y regulación bancaria, que han convertido a Chile en uno de los 5 países con mejor manejo macroeconómico del mundo.

(2) La creación de un sistema tributario neutral a la inflación, eficiente, concentrado en impuestos al consumo (IVA), unificado y sin afectaciones, que está en la frontera de los sistemas tributarios a nivel mundial.

(3) La creación de una de las economías más competitivas y abiertas al mundo.

(4) La sustitución de un sistema de pensiones de beneficios definidos -abusado por los grupos de poder-, por un sistema de contribuciones definidas -administrado por agentes privados-, con un sólido pilar solidario, que exime al Estado de asumir las obligaciones previsionales de los grupos de ingresos medios y altos, que ayuda a reducir el problema de la miopía del ahorro para la vejez, que aumenta el ahorro de las personas, que contribuye a mejorar el gobierno corporativo de las empresas, a profundizar el mercado de capitales y así, a estimular el crecimiento y el desarrollo.

(5) Una mejora significativa de la infraestructura a través de la creación de un sistema de concesiones para carreteras, puertos y aeropuertos; y

(6) El desarrollo de una política social focalizada en los grupos más desfavorecidos.

En muchas de estas áreas, los avances fueron y son pioneros en el mundo, e implicaron cambios fundamentales a las políticas tradicionales; y su implementación ha sido en muchos casos gradual, mejorando y revisando los diseños iniciales para mejorar la inclusividad, refinar instrumentos y reglas, y aumentar su focalización, cuando sea necesario.

A pesar de este progreso, hay áreas donde existen obstáculos importantes para estimular el crecimiento y mejorar la distribución del ingreso. Varios estudios efectuados por la OCDE y por académicos identifican las reformas necesarias para conseguir ambos objetivos, destacándose las siguientes:

(1) Ajustar el sistema tributario para mejorar la equidad horizontal, proteger el medio ambiente y mejorar la eficiencia de la recaudación, sin afectar los incentivos al ahorro, la inversión y el crecimiento.

(2) Fortalecer la formación de capital humano, especialmente el acceso y calidad de la educación preescolar y la calidad de la educación básica y media.

(3) Fortalecer la competencia en mercados de bienes y servicios y reducir los costos de entrar y salir de los mercados.

(4) Mejorar el funcionamiento del mercado laboral para que jóvenes y mujeres con bajos niveles de capital humano puedan acceder a un empleo formal y para que empresas y trabajadores se puedan adaptar a shocks con costos menores.

(6) Promover la innovación tecnológica; y

(7) Calibrar las contribuciones y la edad de retiro del sistema de pensiones para enfrentar la mayor esperanza de vida al momento de la jubilación, la caída de la rentabilidad de los fondos invertidos y salarios promedios de la vida laboral más bajos que el salario al momento del retiro.

A esta lista podemos agregar un par de áreas. Primero, el alto costo de la energía eléctrica y la incertidumbre respecto a su precio y disponibilidad futura. En esta área es necesario mejorar y clarificar el marco institucional para la aprobación de los proyectos de generación eléctrica y fortalecer el cumplimiento de la ley.

Segundo, avanzar en la construcción de un sistema de protección social que mejore la distribución de las oportunidades en la economía y que entregue protección a las familias que enfrenten situaciones adversas, sin dejar de lado la focalización del uso de los recursos públicos en aquellos que efectivamente más lo necesitan y manteniendo los incentivos y la recompensa al esfuerzo individual.

Finalmente, es fundamental también entender los problemas de economía política e incentivos que pueden estar bloqueando y retrasando la introducción de estas reformas. En muchos casos, y aunque las reformas generen importantes ganancias de eficiencia y crecimiento, y de redistribución hacia los sectores con menores oportunidades, existen grupos de interés que se oponen a ellas.

Para ello es fundamental trabajar en la transparencia de las decisiones políticas, en crear instituciones que permitan un análisis neutro de las políticas (como los casos de bancos centrales autónomos, de los consejos fiscales y de las comisiones de productividad que crearon Australia y Nueva Zelandia).

Aún existen muchas oportunidades para mejorar el bienestar de los chilenos en el futuro. El reto de Chile es progresar, sin arriesgar lo conseguido, perfeccionando el marco institucional responsable del gran salto en ingresos y bienestar de los últimos 35 años.

Vittorio  Corbo

Fuente:www.elmercurio.com

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