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¿LAS PROTESTAS CONTRA LAS PROSPECCIONES PETROLÍFERAS TIENEN BASE CIENTÍFICA?
La exploración que se plantea en estos territorios –pendiente de obtener la Declaración de Impacto Ambiental por parte del Ministerio de Medioambiente– consiste en la búsqueda de recursos energéticos y para ello se emplea fundamentalmente la geofísica.
«No hay seguridad 100% de que no pueda ocurrir un desastre. El riesgo es inasumible”, asegura a Sinc Julio Barea, geólogo y portavoz sobre energía en la organización ecologista Greenpeace, que cree firmemente que el Gobierno debería exigir que no se hicieran prospecciones petrolíferas en el golfo de Valencia y en Baleares.
“El riesgo cero no existe, pero se puede minimizar. Esto es lo que se tiene que exigir a los gestores políticos que autoricen las explotaciones a las compañías: que minimicen el riesgo. Existe un revuelo social manipulado por completo”, contrapone José Ramón Bergueiro, profesor del departamento de Química e investigador del grupo de Microbiología de la Universidad de Islas Baleares (UIB).
La exploración que se plantea en estos territorios –pendiente de obtener la Declaración de Impacto Ambiental por parte del Ministerio de Medioambiente– consiste en la búsqueda de recursos energéticos y para ello se emplea fundamentalmente la geofísica.
Las técnicas geoacústicas (2D y 3D) para este fin son indirectas –no llegan a alterar la naturaleza del fondo y sustrato marino– y permiten interpretar la configuración del interior de la corteza terrestre.
“La tecnología permite estudiar la morfología del fondo marino. La intervención en la fase de exploración es lo que posibilita hacer interpretaciones acertadas de los flujos de materia de las profundidades”, asegura a Sinc Víctor Díaz-del-Río Español, investigador titular del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Según el experto del IEO, a tenor de los estudios científicos con especies en cautividad, estas técnicas son inocuas para el ecosistema marino, pelágico y bentónico “siempre que se empleen, como así se hace, los rangos de frecuencia de emisión propios de la prospección geoacústica con fines exploratorios”.
Como medida de precaución, se aplican rigurosos protocolos de actuación que obligan a interrumpir la prospección cuando se producen avistamientos de especies que podrían ser sensibles a los pulsos acústicos.
Los riesgos para la biodiversidad
Como el sonido es energía, a medida que se propaga y se aleja de su fuente pierde intensidad. Michel André, director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña, lleva años estudiando el problema de la contaminación acústica en el mar y desarrollando tecnologías para controlar sus efectos en el medio marino y ha identificado los riesgos para los seres vivos.
“La carga acústica tiene que ser muy energética para que penetre el subsuelo y se pueda detectar la presencia de energía fósil. Con cualquier organismo vivo, tanto mamíferos, como peces e invertebrados, que se encuentre por debajo de su haz sufriría daños irreversibles y podría morir”, explica a Sinc.
Estos sonidos dejan una parte residual lejos de la fuente, ya que se propagan también en el plano horizontal, eso sí, con menos carga acústica a medida que se aleja de la fuente. El perímetro de seguridad alrededor de las exploraciones debería ser de hasta 2 kilómetros porque en ese entorno sigue habiendo riesgos para las poblaciones.
“También es cierto que no hay constancia de un varamiento masivo de cetáceos después de prospecciones de petróleo en ningún lugar del mundo. Existe una coincidencia de un caso en Madagascar (2008), pero no se demostró que fuera causa-efecto. Hay muchas prospecciones de petróleo en el mundo y un solo caso de coincidencia con varamientos”, subraya André.
Hasta ahora se creía que los cetáceos eran los que podían sufrir más estas exposiciones, pero se ha descubierto recientemente que los invertebrados, como pulpos, sepias, calamares e incluso bivalvos –que no utilizan el sonido, como los mamíferos marinos– presentan alteraciones que les impiden desarrollar sus actividades de forma normal ante una carga acústica alta.
“Aunque no oigan igual que los mamíferos, sufren lesiones que les impiden desarrollar sus actividades de forma normal. Hay preocupación por los cetáceos y por la fauna en general. Son necesarias medidas preventivas para intentar que se limiten estos efectos”, concluye André.
Ponerse en lo peor: un vertido
Existen cientos de plataformas petrolíferas en el mundo, de ellas 330 están en el mar del norte y, hay del orden de 20 a 30 sondeos al día.
“Más información y menos opiniones” pide Bergueiro, investigador de la UIB que estudia las posibles consecuencias si hubiese vertidos de hidrocarburo, independientemente de la gravedad.
“Supongamos que hay una fuga, tanto durante los sondeos como durante la producción o el desmantelamiento, una vez que se haya agotado el yacimiento. Nosotros investigamos distintos caudales de vertido bajo las condiciones meteorológicas más adversas”, declara.
Mediante sus simulaciones matemáticas se puede saber cómo se desplaza un fluido como el petróleo encima de otro fluido, el agua del mar, influido por el viento y las corrientes. Con este trabajo se diseñan barreras de contención para evitar que se contamine directamente la costa y se puede saber el número de empleados necesarios.
“Supone crear un plan de contingencia para minimizar los efectos de un derrame de hidrocarburos sobre el medioambiente”, asegura Bergueiro, que ha presentado el estudio también a la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno Balear.
Beneficios económicos, ¿para quién?
Carlos Bravo, coordinador técnico del secretariado de Alianza Mar Blava, organización que ha surgido para “parar los proyectos de exploración y extracción de hidrocarburos frente a las costas de Ibiza y Formentera”, argumenta que existen riesgos muy altos tanto sociales, como económicos y ambientales. “El estudio de impacto ambiental que se está elaborando es muy deficiente, tiene fallos y contradicciones”.
Sin embargo, Díaz-del-Río cree que esta preocupación no parece lógica en la fase de exploración. “Es una etapa en la que se investiga el subsuelo para identificar la cantidad y ubicación de los recursos en el subsuelo. Se puede dar la circunstancia de que ese gas o petróleo tenga un volumen que lo haga interesante para su explotación, o que su composición no sea de la calidad conveniente. Entonces se abandona el campo. La conservación de la naturaleza no es incompatible con la explotación de los recursos naturales”.
El tema del turismo es otro de los más debatidos, ya que Baleares tiene como una de sus principales fuentes de ingresos este sector.
El científico del IEO lo tiene claro: “Los Emiratos Árabes tienen petróleo y turismo, y no pasa absolutamente nada. Lo que hay que hacer con el petróleo es saber en dónde está en el golfo de Valencia, cuantificarlo y, llegado el momento, explotarlo”.
Barea, de Greenpeace, muestra su desacuerdo con este planteamiento y alerta de los peligros sobre los que su organización ha elaborado un informe: “Hemos batallando con Cairn Energy en el Ártico, la empresa que tiene la concesión de prospecciones en Baleares, y aquí no puede ser menos. Estamos en contra de esta actividad. Hace pocas semanas observábamos todavía los efectos del Exxon Valdez, de hace más de 25 años. Tenemos que empezar a cambiar ya el tipo de energías”.
El portavoz de Greenpeace considera que ni siquiera se necesita ese petróleo “porque no va a ser para España, sino para la compañía que lo explote, ya que se venderá en el mercado internacional”. Bravo, de Alianza Mar Blava, es de la misma opinión. “El Gobierno otorga permisos de investigación y exploración que llevan aparejados los permisos de explotación. Lo que tiene que hacer la empresa es pagar unos cánones. Realmente el estado se beneficia de una manera bastante pequeña”.
Sin embargo, Berqueiro calcula que por cada pozo que pueda abrirse en el territorio, eso supondría para el Estado “del orden de mil millones de dólares al año”.
Exploraciones similares en otros puntos de España
El golfo de Cádiz es otro ejemplo de exploraciones de recursos energéticos. Ante este revuelo, a Díaz-del-Río le resulta muy singular comprobar cómo frente a las costas de Huelva, en el entorno de Doñana, se ha explorado “exactamente con los mismos métodos que ahora se proponen”.
“La planta de producción y tratamiento de gas de Huelva continúa operando con beneficios sociales y económicos, y no plantea peligrosidad tangible, cuando se encuentra en una zona de mayor actividad sísmica que la mediterránea”, destaca el investigador
Otros ejemplos son el campo Casablanca, frente a las costas catalanas, donde se han explotado recursos energéticos desde hace decenios sin problemas.
“Hay que recordar que los problemas de sismicidad que han ocupado espacio en los medios de comunicación recientemente derivaron de la reutilización de los pozos una vez que su explotación había finalizado. No se produjeron en la fase de exploración, ni en la de prospección, ni durante la explotación”, apunta el investigador del IEO en referencia al proyecto Castor en el litoral de Castellón.
La plataforma del proyecto Castor frente a las costas de Vinaròs (Castellón). / Efe
El experto afirma que en la fase de exploración es imposible relacionar la existencia de sismos con la prospección, ya que esta actividad no altera la estructura del subsuelo.
“Resulta muy lógica la inquietud de los ciudadanos, no en vano la sensibilidad ambiental de la humanidad ha permitido racionalizar el uso que estamos haciendo del planeta. Pero no es menos cierto que esta preocupación ambiental podría amortiguarse, y así apaciguar a la población, con una mayor divulgación pedagógica de las acciones que se pretenden emprender”, subraya Díaz-del-Río.
En última instancia, el mar es del Estado, y el Gobierno central es quién tiene la última palabra.