Medio Ambiente
Ballena azul, el gran mamífero cuyo comportamiento permite determinar el estado de salud de los mares
La científica Paulina Bahamonde (34) estará tres semanas en el Golfo de Corcovado estudiando el soplido del vertebrado más grande del planeta. Lee la entrevista que le hicieron en revista Viernes.
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Los océanos ocupan tres cuartas partes del planeta, contienen el 97% del agua de la Tierra, «y representan el 99% del volumen habitable de vida de nuestro planeta», dice la bioquímica y doctora en Biología Paulina Bahamonde. Por lo mismo, conocer las condiciones en que se encuentra el ecosistema marítimo es una tarea muy relevante. Eso es lo que Paulina estudia hace tres años junto a científicos de todo el mundo, que con tecnología de punta monitorean el comportamiento de las ballenas azules en los fiordos de la Patagonia chilena, lo que les permite determinar el estado de salud de los mares.
«El océano en Chile tiene buena salud y esta zona en particular, es un lugar privilegiado, donde llegan cientos de ejemplares cada año», asegura Bahamonde, que el martes zarpó nuevamente al Golfo de Corcovado. Bajo el alero de Fundación MERI, que tiene como objetivo promover la ciencia y la educación para la conservación de los ecosistemas patagónicos, y el apoyo de Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) e investigadores de diversas universidades, dos embarcaciones estarán a cargo del trabajo en terreno. «Ahí mediremos a las especies, recolectaremos muestras de su biota con sus soplidos y también tomaremos fotografías aéreas para identificar cómo se mueven, por dónde y por qué», dice Paulina, que viaja como coordinadora chilena del «Centinela».
Este es el cuarto año de monitoreo, ¿qué han podido conocer desde que comenzaron estos estudios?
Lo primero que se hizo fue poner unos dispositivos en distintos puntos del Golfo de Corcovado, que graban los cantos de las ballenas en el mar. A través de esta investigación, el primer mito que se derribó es que ellas no están en el golfo todo el año. Antes se pensaba que sólo nos venían a visitar en verano/otoño, pero con esos micrófonos logramos escuchar cantos durante todo el año. Claro, baja la abundancia de llamados, pero los animales están siempre. Con respecto a la acústica, también pudimos determinar que el ruido de los motores que navegan dentro del golfo provoca un cambio en su comportamiento. El número de llamados disminuye al haber mucho ruido de fondo, es decir, la comunicación de las ballenas se empobrece
¿Se sabe a qué vienen?
A alimentarse. En el golfo hay mucha comida por la mezcla de agua dulce, que viene desde los glaciares y de todos los ríos patagónicos, y eso, con el agua salada, hace que haya un bloom de algas, que es el alimento favorito de los pequeños crustáceos de los que se alimentan. Dentro de las ballenas azules están las que habitan en la Antártica y las que habitan el trópico, como en las Islas Galápagos y durante el verano las de la Antártica suben al golfo a alimentarse y las del trópico bajan a alimentarse.
¿Qué trabajo específico harán en esta expedición?
Nuestro objetivo es recolectar muestras de soplidos. Esto lo hacemos mediante un dron, que vuela y se posa justo cuando va a emerger. Ahí ella respira y el dron captura el soplido. Lo que hacemos es estudiar todas las bacterias que habitan dentro del tracto respiratorio, lo que permite saber cuál es la salud del individuo y también por qué lado han andado. El año 2015 tomamos una muestra experimental para ver si es que la técnica de verdad resultaba y funcionó. Entonces, detectamos un microbioma o una cantidad de bacterias únicas dentro del tracto de la ballena. También había una alta presencia de bacterias de agua dulce, lo que permite pensar que efectivamente sí nadan dentro de los fiordos. Ahora, como eso fue experimental ahora iremos a buscar más muestras. Eso se apoya con fotografías aéreas de las ballenas, que nos permiten medir la contextura física y así hacer una asociación con su microbioma.
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Fuente:Emol www.chiledesarrollosustentable.cl