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Bosques en las dunas: Una barrera natural contra maremotos

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Plantados originalmente para contener el avance de las dunas en la zona sur, estos bosques mostraron toda su capacidad para detener la fuerza del mar durante el terremoto de febrero de 2010 en Puerto Saavedra, Región de la Araucanía. Ahora, un nuevo proyecto de Conaf plantea utilizarlos como “escudos” contra tsunamis e inundaciones.

Don José Iturra recuerda el terremoto de 1960 en Puerto Saavedra como si hubiese sucedido ayer. A la vez que el mar se recogía, el río Imperial también desaparecía, como si se tratase de un embudo gigante que vaciaba por completo su contenido en el océano. “Los animales fueron los primeros en arrancar a los cerros. Incluso vacas y caballos rompían cercos para poder salir”, relata don José. “Cuando la gente vio todo esto no dudó en arrancar también, lo que permitió salvar muchas vidas”, agrega.

Pero en el pueblo de Puerto Saavedra la devastación fue total. Todas las casas se las llevó el agua, dejando sólo escombros y desolación tras de sí. Tal fue la intensidad de este cataclismo, considerado el mayor del que se tiene registro en la historia del mundo, que la geografía costera de Puerto Saavedra se modificó dando origen a dos dunas que hoy anteceden al pueblo. Desde la década de los 70, para impedir que las dunas siguieran avanzando, se comenzaron a plantar pinos ahí, como parte de una estrategia nacional de control de dunas encabezada por Conaf.

Pero cuando el mar se recogió nuevamente luego del terremoto del 27 de febrero de 2010, los bosques causaron un efecto inesperado: actuaron como un escudo protector que impidió que las olas causaran los estragos que dejaron hace 50 años. Desde ese mismo año y como parte de un proyecto financiado con el Fondo de Reconstrucción del Ministerio del Interior, la Municipalidad de Puerto Saavedra y Conaf, comenzaron a trabajar en un plan de reforestación en ambas dunas que hoy se plantea como una nueva alternativa para mitigar los efectos de posibles maremotos en las costas.

Rescatando las dunas

Armando Yáñez, ingeniero forestal con más de 35 años en Conaf, comenzó con la recuperación de dunas desde los años 70. Cuenta que las primeras iniciativas se llevaron a cabo a comienzos del siglo XX, cuando el biólogo alemán Federico Albert empezó a trabajar en las dunas de Chanco y Llico. Ya por aquellos años, Albert comenzó a aplicar un sistema conocido como método biológico de estabilización, que imita la naturaleza en su forma habitual de colonización vegetal de los suelos. “Son tres etapas: primero se siembra pasto para estabilizar los suelos, luego vegetación arbustiva y, finalmente, se procede a plantar los bosques”, explica Yáñez.

Estos esfuerzos resultan clave para evitar que las dunas continúen su expansión y consuman terrenos productivos. Gran parte de la formación de dunas en la zona centro sur de Chile se debe a las grandes deforestaciones de bosque nativo que se llevaron a cabo en el pasado para habilitar los suelos con fines agrícolas. Todo esto generaba sedimentos que llegaban a los ríos, que a su vez trasladaban las arenas hasta el mar, donde la acción de la corriente de Humboldt y el viento devolvía toda esta arena a la costa generando la formación de dunas.

Un estudio de la Universidad de Concepción que data de los años 60 estimó que sólo el río Biobío descargaba 22 millones de metros cúbicos de arena al año al mar. Y gran parte de esto terminaba de regreso en el continente formando estas extensiones de arena. Pero Albert demostró que el proceso era reversible y que las dunas se podían recuperar. Los bosques que plantó ya son centenarios y dieron origen a dos reservas que hoy forman parte del Sistema de Areas Protegidas del Estado: Reserva Federico Albert, en Chanco y laguna de Torca, en Curicó.

Contención vegetal

En las últimas décadas se han plantado 467 hectáreas de dunas en la zona de Araucanía: 117 en Puerto Saavedra durante 2011 y, durante la década de los 80, 350 hectáreas en Toltén. “Pero nunca se pensó que iban a ser útiles para contener maremotos”, comenta Roberto Lespie, director Conaf Araucanía. A la evidencia de mitigación de las olas en Puerto Saavedra en 2010, se suman antecedentes de que plantaciones similares en Japón también ayudaron a mitigar el efecto del maremoto tras el sismo de 8,9 grados que afectó en marzo de 2011 a esta nación asiática.

El proyecto en Puerto Saavedra, que está culminando durante el presente mes, contempló el sembrado de 80 hectáreas con pino, con un total de 165 mil plantas en las dunas norte y dunas sur del poblado. Además de recuperar las plantaciones dañadas durante el tsunami de 2010, se procedió a plantar también la duna norte. Los árboles ya alcanzan un tamaño cercano al metro y medio, y se contempla que en 10 años más habrán alcanzado un tamaño suficiente para ejercer su efecto protector.

En esta primera etapa, el desarrollo del bosque impedirá que la duna se extienda levantado su altura, pero se prevé que antes de que ocurra un nuevo terremoto y tsunami (aproximadamente cada 50 años se registra uno de estos fenómenos), los árboles habrán alcanzado la altura necesaria para contener las olas que se puedan generar. “Este tipo de proyectos ya se ven como una alternativa a desarrollar en distintos puntos del país, mostrando la experiencia desarrollada por Conaf durante cerca de 40 años”, señala el ministro de Agricultura, Luis Mayol. Hablamos de coberturas vegetales que no sólo frenan la fuerza del oleaje, sino que también actúan como barreras naturales frente al viento y la lluvia en las costas.

Fuente:latercera.com

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