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Para medir la recepción que ha tenido entre las personas la implementación de la Ley de Etiquetado que partió el 27 de junio pasado, el Centro de Estudios de la Conducta Alimentaria (Ceca) de la Escuela de Psicología de la U. Adolfo Ibáñez hizo una encuesta a 296 personas de diferentes edades y ciudades.
¿El resultado? El 45% cree que el nuevo etiquetado de alimentos no cambiará la forma de comer contra un 40% que dice que sí lo hará.
Respecto del 45% que creen que no influirá en sus hábitos, cuatro de cada diez asocia su respuesta a que los consumidores ya tienen noción acerca de los alimentos que son nocivos para la salud.
El 43% de los encuestados también dijo sentir disgusto la primera vez que vio el etiquetado, y otro 57% advirtió falta de información.
“Ha pasado poco tiempo para medir el impacto, pero esta encuesta permite al menos tener una opinión general de cómo ha sido la recpeción y se podría estimar sobre la base de ello cuál podría ser la conducta asociada a esa opinión”, señala Claudia Cruzat, directora del Ceca.
En el centro no solo se estudian temas alimentarios relacionados con sobrepeso y obesidad, también se atienden trastornos restrictivos de ingesta de alimentos como la anorexia. Así pudieron darse cuenta que en estos pacientes, los signos negros de “alto” refuerzan en ellos la idea de que los alimentos engordan. “Algo característico de esta patología es el miedo a subir de peso, por tanto, al ir al supermercado se refuerza la idea de que los alimentos engordan. Eso, a su vez, favorecería la conducta de restringir los alimentos y la ansiedad por ir al supermercado”, advierte Cruzat.
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Información
Lo que más llamó la atención de los investigadores fue la necesidad de mayor información que pedían los entrevistados. Si bien la opción de implementar medidas para disminuir los altos índices de obesidad en nuestro país era bien evaluada, cuando se les hizo preguntas abiertas mencionan sugerencias a la ley y la mayoría de ellas apuntan a la educación.
“A la comunidad hay que educarla, no asustarla”; “me pregunté si la gente lo entenderá”; “el planteamiento es por 100 gramos, pero muchos productos son para consumo mucho menor por lo que el etiquetado es engañoso”, son parte de los comentarios que libremente hicieron los participantes.
Otros pedían advertir sobre “secuelas” de una mala alimentación y mayor educación nutricional en los colegios, más allá de indicar si un alimento es alto en algo.
Según la psicóloga, como medida general, la evaluación es positiva, pero tiene una serie de reparos, como “el color de los sellos, el que no se haya usado semáforo, que no se hable en términos de lo más saludable sino desde la restricción. Varios entrevistados dicen que parece que no se puede comer nada. “Alguien menciona, por ejemplo, que no es lo mismo tomar bebida sin azúcar que está libre de sellos que una barra de cereales de avena que si bien tiene sellos, es más saludable”, dice.
Educar a la población para que tome la mejor decisión es fundamental, dice. “De nada sirven los signos si la gente no tiene claridad de las implicancias concretas en la salud de que algo sea alto en sodio, grasas saturadas, calorías, azúcar”, explica.
El etiquetado por sí solo no educa, pero puede favorecer la motivación por ser educado, por tener acceso a alimentos más saludables. Esto es necesario porque el nivel de obesidad en Chile es muy alto y sobre todo en niños. Se debe intervenir en todos los niveles incluso a nivel inmediato, no sólo a largo plazo porque el problema lo tenemos hoy”.
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Fuente:La Tercera www.chiledesarrollosustentable.cl