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El aumento de emisiones de metano complica la lucha contra el calentamiento climático
En los últimos 10 años, la producción de metano ha aumentado 10 veces más rápido que en la década anterior. Los científicos alertan que las medidas globales sólo se enfocan en el CO2.
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El fuerte aumento desde hace 10 años de las emisiones de metano puede debilitar la lucha contra el calentamiento climático, advirtieron este lunes varios expertos.
«Se tiene que intentar cuantificar y reducir las emisiones de metano urgentemente», pidieron en una editorial estos investigadores, que coordinaron un balance mundial dirigido por más de 80 científicos de 15 países.
Después de una leve disminución entre 2000 y 2006, la concentración de metano en la atmósfera aumentó 10 veces más rápidamente en la década siguiente, señala el estudio, publicado en la revista Earth System Science Data.
«Mantener el calentamiento por debajo de los 2°C ya es un desafío considerable», afirman, en alusión al objetivo de la comunidad internacional concretizado desde finales de 2015 en el Acuerdo de París. «Un objetivo así será cada vez más difícil de mantener si no reducimos las emisiones de metano rápidamente y de manera importante», advierten.
Los investigadores barajan varias hipótesis para explicar este agravamiento, como la explotación de las energías fósiles o, más probablemente, las actividades agrícolas.
Las concentraciones aumentan cada vez más rápido desde 2007, con una fuerte aceleración en 2014 y 2015.
Hasta el punto de que ninguno de los escenarios intermedios del último informe del GIEC, la autoridad científica de referencia sobre el clima, no incluye esta evolución.
«La velocidad de aumento se acerca de manera preocupante al escenario más pesimista», subraya Marielle Saunois, de la Universidad de Versailles Saint Quentin, en una rueda de prensa en París.
El metano es el segundo gran gas de efecto invernadero relacionado con actividades humanas, después del dióxido de carbono (CO2), material que contribuye con un 20% al calentamiento actual. Los científicos detallan que aunque es más potente que el CO2, persiste menos tiempo en el aire, unos 10 años.
Sin embargo, es más difícil de detectar que el CO2 porque está más difuso y proviene en gran parte de fuentes «naturales» como las zonas húmedas o las formaciones geológicas.
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Fuente:Emol www.chiledesarrollosustentable.cl