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El Color del Negocio

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La empresa y los empresarios no creen realmente en los beneficios que tiene avanzar hacia mayores niveles de sustentabilidad ambiental. Pero se equivocan. Un mapa del Instituto de Derechos Humanos muestra casi un centenar de conflictos sociales-ambientales que existen hoy en día (http://www.indh.cl/mapa-de-conflictos-socioambientales-en-chile).

Lo interesante de estos casos es que los proyectos empresariales que tradicionalmente se hubieran realizado sin grandes objeciones y presiones en el pasado, en la actualidad están bajo un fuerte cuestionamiento ciudadano. La regulación civil hoy tiene un efecto claro y directo sobre el mundo de los negocios.
Con la transparencia que se exige sobre las empresas, hoy tenemos más información sobre los impactos que puede tener la operación de una compañía. Y este hecho no es pertinente sólo para las empresas grandes, sino que también para las pequeñas y medianas.

Los empresarios, no todos, muchas veces pecan de miopía. La mirada de corto plazo, mezclada con un mercado que tiene sectores en donde la competencia perfecta está lejos de serlo, provocan que la innovación sea baja (para qué innovar si no tengo con quién competir y mi mercado ya es lo suficiente rentable) y que los avances ambientales tampoco sean una prioridad. Sin embargo, los últimos sucesos han obligado a empresas tradicionales a cambiar y considerar las variables del impacto sobre el medio ambiente dentro de los riesgos y oportunidades del negocio.

El desafío es poder pasar de frases bonitas a acciones concretas. Si uno mira las grandes empresas, especialmente aquéllas en donde la operación es capaz de transformar el entorno, en la gran mayoría de ellas aparece dentro de su misión o visión la palabra sustentabilidad. Es cierto que muchas de ellas han avanzado en la creación de reportes medioambientales, pero aun así los avances son más bien precarios y se realizan más por una obligación externa que por un convencimiento interno.

La única manera de que las empresas puedan desarrollar políticas concretas en la protección del medio ambiente es que incorporen en su estrategia estas temáticas y que los convenios de desempeño, así como los incentivos económicos asociados a productividad, tengan un componente no sólo de corto plazo, sino de largo plazo. Esto ayudaría a que los trabajadores pudieran internalizar el efecto de cada una de sus acciones. No sirve que los gobiernos corporativos decreten que el tema es relevante, si los mismos trabajadores no creen que sea importante. En este sentido, las empresas tienen que avanzar en la co-construcción de políticas que por una parte cumplan el objetivo de conseguir rentabilidad (para lo otro están las organizaciones sin fines de lucro) y además, dejen en claro los objetivos que busca la empresa y que éstos sean compartidos por todos los miembros de la organización. El compromiso no puede ser sólo de unos pocos.

Una de las políticas que realizan tradicionalmente las empresas es formar fundaciones para que tomen en cuenta estos temas, lo que se aborda con una mirada de responsabilidad social empresarial más que por una decisión estratégica de la empresa. Este hecho demuestra que la empresa y los empresarios no creen realmente en los beneficios que tiene avanzar hacia mayores niveles de sustentabilidad ambiental. Por el contrario, cuando esto ingresa en la cadena de valor y en la operación, se logran varios objetivos: por una parte, las empresas con propósito (en este caso el ambiental) serán favorecidas por los consumidores y, por otra, muchas de estas políticas se traducen en una reducción de costos. También reduce la rotación laboral, pues serán empresas preferidas para trabajar.

Para que este tipo de movimientos y tendencias sea realmente un punto de inflexión, es necesario que los ciudadanos adquieran un compromiso con este tipo de iniciativas. Que podamos elegir aquellos productos o servicios que tengan un real compromiso con el medio ambiente. El problema es que la gran mayoría de los consumidores no le cree a las empresas cuando dicen que se preocupan de los temas ambientales. Para remediarlo, es fundamental que exista información. Así como muchos productos tienen el etiquetado nutricional, se podría agregar información referente a cómo se produjo el artículo que se está consumiendo.

La creación de indicadores bursátiles que miden este tipo de situaciones va en la línea de lo mencionado. Por ejemplo, el Dow Jones Sustainability Index ha sido capaz de demostrar que las empresas que se preocupan de esta temática tienen rentabilidad positiva y en varios cosas muy superior a las de su competencia. Las empresas reducen costos y los consumidores las prefieren. Tener el color verde dentro del modelo de negocio no sólo es mitigación de riesgos, sino también descubrir oportunidades y esto se debe traducir en la excelencia operacional. •••
por FERNANDO LARRAÍN
fuente:revistacapital
https://www.facebook.com/ChiledesarrollosustentableCDS

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