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CÓMO LOS GOBIERNOS LOCALES HACEN CRECER LAS CIUDADES

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El crecimiento de China tras bambalinas: Cuando hablamos de urbanización a menudo nos fijamos en los grandes números. ¿Pero quiénes son los gestores de este proceso?

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Para entenderlo en profundidad, debemos entender cómo funcionan los gobiernos locales. ¿Cómo se relacionan los municipios con el gobierno central? ¿Cómo responden las autoridades de las ciudades a las demandas de los residentes? China y América Latina nos muestran interesantes contrastes.

China avanza a toda velocidad hacia la recientemente aprobada “urbanización centrada en la gente”. Se espera que para el año 2020 el gobierno logrará no solo consolidar el crecimiento de los clústeres urbanos identificados en el plan quinquenal 2011-2015, sino también otorgar residencias urbanas a 100 millones de inmigrantes rurales que ya residen en las ciudades de facto; reconstruir sectores degradados dentro de las ciudades; y sumar además a 100 millones de habitantes rurales a la vida urbana. El éxito de este plan dependerá en gran parte en la capacidad de gestión de los gobiernos municipales, lo que agrega un grado de incertidumbre al proceso.

La comunidad internacional concentra su atención en las decisiones del gobierno central chino, pero los gobiernos locales operan con una sorprendente autonomía, y ocasionalmente en detrimento de las directrices del gobierno central. Por motivos individuales (para promover carreras profesionales, y en algunos caso para lucrar), las ciudades chinas contraen deudas considerables para financiar infraestructuras extravagantes, a pesar de los esfuerzos del gobierno central para controlar excesos de los gobiernos locales. Los intentos de promover el un rápido desarrollo económico a nivel municipal también han generado efectos negativos, particularmente en el uso del suelo y en daños al medio ambiente.

Algunos piensan que el sistema de evaluaciones chino ha contribuido a un espiral de gasto. A pesar de los actuales esfuerzos para reformar los criterios de evaluación (parte del plan de Xi Jinping para disminuir la corrupción), los funcionarios municipales chino todavía son promovidos en base al crecimiento económico que generan. Las evaluaciones están evolucionando hacia un conjunto más amplio de medidas de gestión; por ejemplo, consideraciones sobre el medio ambiente, ingreso per cápita, seguridad de los trabajadores, educación, empleo, protección social, planificación familiar, conservación del suelo y sostenibilidad en el uso de los recursos naturales. Pero aun así los funcionarios municipales ponen su empeño en lograr altas tasas de crecimiento económico en sus ciudades.

Para frenar el excesivo endeudamiento, el gobierno central chino ha puesto límites más estrictos a los créditos que los bancos estatales otorgan a los gobiernos municipales, como explica David Barboza. Pero los funcionarios eluden estos límites usando compañías de inversiones externas fuera de la contabilidad. La Comisión China para el Desarrollo Nacional y la Reforma (NDRC por sus siglas en inglés) también monitorea los planes urbanos, aprobando cada proyecto municipal. Los funcionarios municipales pueden eludir el escrutinio de NDRC dividiendo los grandes proyectos de infraestructura en varios proyectos pequeños.

El gobierno chino ha llevado a cabo una re-conceptualización del desarrollo urbano, desde una “orientación al crecimiento” a uno “centrado en la gente”. Pero el cambio de paradigma no es instantáneo.

En América Latina, los funcionarios municipales también actúan con una autonomía considerable, aunque muchas veces deben someterse a las directrices de sus respectivos partidos políticos. Como autoridades electas, en teoría debieran responder mejor a las demandas ciudadanas que las autoridades chinas. Según esta lógica, un desarrollo urbano “centrado en la gente” funcionaría mejor en América Latina que en China.

Pero la gobernanza democrática también ha limitado la posibilidad de reformas. A menudo las ciudades de América Latina tienen dificultades para crear y mantener coaliciones sociales y políticas en pos del bien común. Entonces, mientras la sobre-extensión de los gobiernos municipales amenaza la estabilidad de largo plazo en China, la parálisis política limita los esfuerzos para lograr reformas esenciales en América Latina.

La urbanización de China ha empujado el comercio bilateral con América Latina—las materias primas de América Latina alimentan los proyectos de infraestructura de gran escala en China. Más allá de estos intercambios comerciales, hay un terreno fértil para la cooperación en un amplio rango de tópicos, incluyendo la gestión de las ciudades y las buenas prácticas de gobernanza municipal. La escala y la eficiencia de las iniciativas de desarrollo urbano en China no tienen paralelos en el mundo. Pero los gobiernos de América Latina tienen mucho que contribuir en un diálogo sobre urbanización, especialmente cuando China intenta aplicar un modelo “centrado en la gente” y con políticas de desarrollo sostenible, incluyendo el acceso a servicios urbanos para las familias más vulnerables.
By Margaret Myers, Inter-American Dialogue.

 Fuente/blogs.iadb
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