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El desafío de la eficiencia energética en el sector agroalimentario

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En diciembre de 2015, durante la COP21 en París, 195 representantes de diferentes países firmaron un acuerdo que contiene los principales puntos necesarios para combatir los efectos del cambio climático.

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El compromiso voluntario asumido por Chile en este contexto fue reducir sus emisiones de CO2 en un 30% al año 2030, siendo un pilar fundamental para ello la implementación de la Agenda de Energía, que por primera vez establece metas concretas de Eficiencia Energética y la incorporación de Energías Renovables. Según el Ministro del Medio Ambiente, Pablo Badenier, la cifra del 30% podría llegar a un 45% de contar con el apoyo financiero internacional adecuado.

En relación a esto, Alemania lleva varios años brindando apoyo técnico y financiero a Chile en materia de cambio climático a través de distintas instituciones y tipos de financiamiento, por ejemplo, con los proyectos de la Iniciativa de Protección al Clima (International Climate Initiative IKI) perteneciente al Ministerio del Medio Ambiente de Alemania.

La Cámara Chileno-Alemana de Comercio e Industria (CAMCHAL), se ha convertido en un importante referente en materia de eficiencia energética y energías renovables a través de la transferencia tecnológica entre ambos países, el intercambio comercial y capacitaciones. En este contexto ha asumido un nuevo desafío, esta vez en el sector agroalimentario: con el objetivo de contribuir a reducir las emisiones de CO2 y aumentar la competitividad del sector agroalimentario, se adjudicó el proyecto Smart Energy Concepts Chile que ejecuta en conjunto con la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (AChEE) y que es financiado por el Ministerio del Medio Ambiente de Alemania.

Durante el primer año del proyecto, se analizó y entendió la situación actual del sector agroalimentario, oportunidades en materia de eficiencia energética y energías renovables, al igual que las brechas y barreras que han estado frenando la implementación masiva de proyectos. Esto con el objetivo de poder diseñar un plan de acción adecuado a la realidad del sector.

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En este contexto, se desarrolló un estudio que sistematizó 135 auditorías energéticas a empresas del sector agroalimentario cofinanciadas con fondos públicos del 2010 al 2015, que demostró el potencial del sector para reducir sus emisiones a través de medidas de eficiencia energética en línea con los compromisos internacionales del país. Sin embargo, pese a los esfuerzos realizados para impulsar la implementación de medidas, todavía no se ha podido concretar masivamente este potencial: de las 135 empresas a las que se les realizaron auditorías energéticas entre 2010 y 2015, durante el seguimiento realizado solo nueve indicaron proyectos concretos implementados. 

Entre las barreras que frenan los proyectos de eficiencia energética están el desconocimiento al interior de la empresa, la falta de cultura empresarial de eficiencia energética, la ausencia de proveedores de calidad, el temor y la falta de apoyo a través de financiamiento público.

Una de las claves para cambiar esta situación es derrumbar el problema de la educación y capacitación a todo nivel, incluyendo los trabajadores en el campo, operarios, ingenieros y la plana ejecutiva de la empresa, así como la falta de medición de consumos que permitan establecer indicadores de relevancia para lograr concretar ahorros en el consumo de energía. Es imposible pensar en economizar energía si no se sabe dónde y cómo se gasta la energía. De la misma manera es imposible poder realizar una evaluación económica certera de un proyecto de inversión en eficiencia energética si no se cuenta con los datos para fundamentarla.

Se hace imprescindible, entonces, un apoyo estatal y regulatorio que facilite derrumbar las barreras existentes. La Ley de Eficiencia Energética constituirá un aporte muy relevante, sin embargo, considerando sus tiempos de tramitación e incluso más allá de esto, es importante ir avanzando desde ya para preparar el terreno antes de que entre en vigencia.

En ese contexto, el sector agroalimentario tiene una importante ventaja ya que puede transferir y mejorar parte de la experiencia que ha acumulado hasta la fecha, por ejemplo, en materia de gestión hídrica, donde la Comisión Nacional de Riego (CNR) ha puesto foco en el fomento a una infraestructura en cuanto a sistemas de riego al igual que sistemas de monitoreo de consumos (sistemas telemétricos) y a la capacitación, con apoyo de Asociaciones Gremiales como la AGRYD. En materia de eficiencia energética, se pueden aprovechar las lecciones aprendidas para acortar camino y acelerar la transición hacia un sector agroalimentario más competitivo y bajo en emisiones de CO2.

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Por Annika Schüttler, directora del proyecto Smart Energy Concepts / Camchal
www.chiledesarrollosustentable.cl

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