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El planeta «tiene un respiro», pero está lejos de recuperarse

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Es emocionante ver como en la redes sociales se viralizan las imágenes de animales silvestres en las ciudades, pero es ingenuo cree que la naturaleza está mejor.

No conocíamos un mundo como este. No habíamos despertado sin la posibilidad de salir de casa y ver una zarigüeya que pasea tranquilamente con sus crías por el andén de un pueblo del Huila.

Ignorábamos que, en el silencio de la noche, una osa melera se atrevería a merodear un restaurante reconocido de Valledupar; que Bogotá, la capital del segundo país más biodiverso del mundo, es también el hogar de los zorros cangrejo. Sin conocer un entorno así, para la mayoría ha sido difícil separar los hechos, la ficción y la ilusión cuando hablamos de los efectos de la pandemia en el medioambiente.

Los científicos nos hablan de una reducción del 50 por ciento en la mala calidad del aire en dos de las ciudades más contaminadas de India, Bombay y Delhi; lo mismo en países europeos como España, Italia y Alemania. Dicen también que las bahías de los puertos más importantes hoy son cristalinas ya que no hay barcos ni cruceros contaminando el océano. Datos y más datos que impulsan nuestra fantasía de un planeta recuperándose. Una idea muy romántica que puede ser tan inspiradora como peligrosa.

Germán Andrade, biólogo y profesor de la Universidad de los Andes, ha intentado aclarar lo que ocurre a través de su cuenta de Twitter. Ante cada tuit inapropiado, él asegura que muchos de los animales que vemos cerca de las ciudades siempre han estado ahí, mientras que otros, por el silencio, claramente se han aventurado a pasear por calles desiertas. Sin embargo, esto no significa que la naturaleza se esté recuperando.

“No hay ningún signo basado en la ciencia para afirmar que una coyuntura como esta produce alguna recuperación del planeta. Los procesos sociales y ecológicos son procesos lentos”, explica Andrade.

Lo mismo ocurre con la caída en las emisiones de CO2 en la atmósfera, ya que aunque es una realidad, no es suficiente para decir que le hemos hecho frente a la crisis climática y que estaremos bien. “Primero, porque es apenas un fenómeno coyuntural y pasajero, y segundo, porque apenas la actividad humana retorne al nivel normal, volverán las emisiones”, agrega el profesor.

Aún así, no significa que de este gran acontecimiento no resulten algunas lecciones inspiradoras. Científicos están aprovechando el momento y el entusiasmo de la gente para profundizar en la biodiversidad cercana a las urbes que evidentemente desconocemos.

Es el caso del Instituto Alexander von Humboldt, que desde que se inició la cuarentena en Colombia impulsó un proyecto de ciencia ciudadana en el que cualquier persona puede registrar el avistamiento de un animal, mientras que un experto se encarga de clasificarlo. Una base de datos valiosísima para futuras investigaciones, como las que ya se están adelantando en otros países sobre la trampa ecológica en la que caerán ciertos animales, pues empezarán a creer que la ciudad es un lugar habitable. Claro, solo es una hipótesis.

De acuerdo con Sindy Martínez, investigadora del Instituto Alexander von Humboldt, por medio de la página Naturalista han registrado 7.900 observaciones; de esas, se registraron 2.146 especies. “Hemos contado con 777 observadores y de 583 identificadores, algo que no ocurre con frecuencia”. De sus observaciones –agrega Martínez– “un 29 por ciento son plantas, 38 por ciento son insectos; 16 por ciento, reptiles. Además, se observaron dos mamíferos, un puerco espín andino, cerca de Bogotá, que está en revisión por académicos, y una marmota”.

Pero, quizá, lo más importante de este ejercicio durante esta cuarentena es que muchos estamos aprendiendo que cierta parte de esas especies están en peligro de extinción y que necesitarán más que de nuestro aislamiento para recuperarse.

“Hay quienes creen que la naturaleza estaría mejor sin nosotros, y aprovechan la coyuntura para argumentar en su favor. En realidad, estas posturas denotan más un odio por el ser humano que amor por la naturaleza. La realidad es que la naturaleza hoy nos necesita tanto como nosotros a ella. Sin nuestra acción climática, la naturaleza, en un período muy corto, no será la misma”, repite Andrade.

Políticas ambientales en peligro

En efecto, en nuestra ausencia han ocurrido varios retrocesos en materia ambiental, por lo que decir que el planeta se está recuperando es totalmente ingenuo y oculta realidades más preocupantes.

Por ejemplo, mientras unos contemplan especies endémicas por Twitter, otros siguen traficándolas. En Colombia, desde que empezó la cuarentena —el pasado 19 de marzo—, hasta la Semana Santa, las autoridades ambientales incautaron más de 2.000 animales silvestres, según la Asociación de Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible. Sin importar que este tráfico ilegal y consumo de fauna silvestre fue el detonante del virus que hoy tiene a medio planeta paralizado.

Pero no es todo. A principios de abril, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés) emitió una suspensión radical de la aplicación de las leyes ambientales y les dijo a las compañías que no necesitarían cumplir con los estándares ambientales durante el brote de coronavirus.

Una situación que algunos empresarios en Colombia también están deseando. Por medio de una carta, alrededor de 25 líderes de algunos de los gremios más importantes del país, como el de la minería y la palma, le pidieron al presidente Iván Duque que se simplifiquen algunos trámites ambientales. Específicamente la licencia ambiental y las consultas previas, para alivianar los efectos económicos negativos que les causará la pandemia.

Por ahora, solo se han escuchados las voces en contra de la petición, como la de Manuel Pulgar, líder de la Práctica Global de Clima y Energía de WWF Internacional, exministro del Ambiente de Perú 2011-2016 y presidente de la Conferencia Climática COP20 en el 2014. “No podemos aceptar lo que han planteado algunos empresarios en Colombia, en donde debido a la crisis piden se postergue obligaciones ambientales o se relajen exigencias derivadas de los estudios de impacto ambiental. Ello sería altamente irresponsable”.

Entre tanto, desde el pasado 24 de abril, el estado de California levantó la prohibición de bolsas de plástico en medio de preocupaciones de la propagación del virus por medio de las bolsas reutilizables. Ahora se les ha permitido a las tiendas proporcionar a los clientes bolsas de plástico desechables.

El problema es que, como está ocurriendo en España, el plástico de un solo uso está incrementando durante la pandemia. Según la empresa Ecoembes, “se ha recogido un 15 por ciento más de plástico de un solo uso desde el inicio del estado de alarma el pasado 14 de marzo, en más del 80 por ciento de las plantas de selección distribuidas por España”.

Un caso dramático de cómo muchos se están aprovechando de la crisis sanitaria para afectar el medioambiente, es lo que ocurre en Brasil con la minería ilegal y la deforestación. Solo en los primeros tres meses de 2020, la deforestación en la región amazónica aumentó un 51 por ciento con respecto al mismo período del año anterior, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe).

En cuanto a la minería ilegal, la asociación Hutukara, de la etnia yanomami, informó a través de un comunicado que en este momento puede haber 20.000 mineros clandestinos en sus tierras y temen por un posible contagio.

Claramente, Colombia no es ajena a esas actividades ilegales, pero la información no fluye igual. Según datos de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena, en esta temporada han constatado la tala y quema en más de tres hectáreas en el departamento del Meta.

Mientras que la comunidad indígena wiwa, ubicada en La Guajira, asegura que en este momento hay más de 100 mineros ilegales en sus territorios extrayendo oro con explosivos.

El cambio

No hay duda de que estamos viviendo tiempos inéditos, en los que millones de personas están bajo severas restricciones de movilidad, cuestionando su relación con la naturaleza. Es por eso que ambientalistas aguardan porque salgamos más conscientes. “Si solíamos tener una líder como Greta Thunberg demandando acción, la pandemia generará millares de Gretas dispuestas a exigir que reconozcamos los límites del planeta”, dice Manuel Pulgar.

Y no estamos lejos de lograrlo, ya muchas de esas actitudes las hemos estado entrenando durante el aislamiento: ¿se imaginó siquiera cancelar un viaje de negocios y hacer una reunión virtual? ¿Creyó que podía trabajar sin asistir a la oficina?

Otro de esos comportamientos que pueden sobrevivir a la pandemia, y por el que hoy Bogotá es ejemplo global, es el impulso de la bicicleta como medio de transporte seguro. El Foro Económico Mundial resaltó a la capital como una de las cinco ciudades del mundo en proponer un excelente modelo de ciclovías temporales en medio de la pandemia. Y aunque la bicicleta representa solo el 6,6 por ciento de los viajes a través de la capital, hoy claramente esta cifra no es la misma.

Sin duda, aprenderemos nuevos hábitos más responsables con el planeta, pero si los planes económicos de recuperación después de la pandemia son los mismos que hemos impulsado, estas acciones solo serán anécdotas bonitas.

Y es que según los últimos informes especiales del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), si las emisiones de gases de efecto invernadero actuales (que en gran medida son producidos por los combustibles fósiles) no bajan drásticamente en la siguiente década, es muy probable que entre los años 2030 y 2052 la temperatura global incremente 1,5 °C en comparación con la temperatura preindustrial. Y aunque parece un número insignificante, será devastador, y no es teoría.

Estos impactos, cada vez más severos y costosos en el mundo, ya se han registrado: «Dos millones de desplazados, 49.000 millones de dólares en pérdidas, 1.600 muertos en incendios forestales o el aumento del hambre debido a las sequías son algunas de las consecuencias que nos dejó el calentamiento global en 2018,» según el informe final sobre el estado del clima mundial en 2018.

Por eso cambiar drásticamente los planes económicos basados en el petróleo y carbón es la única forma para que algún día podamos decir: ‘El planeta se está recuperando’.


Fuente/Ecoportal
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