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Energías verdes y cambio climático

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Los investigadores Duncan McLaren y Nils Markusson del Centro Ambiental de Lancaster explican que «durante cuarenta años, la acción climática se ha retrasado por promesas tecnológicas. Las promesas contemporáneas son igualmente peligrosas».

La dependencia excesiva de las promesas de nuevas tecnologías para resolver el cambio climático está permitiendo que se produzcan retrasos, alertan investigadores de la Universidad de Lancaster en un estudio publicada en la revista ‘Nature Climate Change’, en el que piden el fin de un ciclo de promesas tecnológicas y objetivos reformulados del cambio climático.

Las propuestas tecnológicas contemporáneas para responder al cambio climático incluyen energía de fusión nuclear, máquinas gigantes de succión de carbono, restauración de hielo utilizando millones de bombas eólicas y pulverización de partículas en la estratosfera.

«Nuestro trabajo expone cómo esas promesas han elevado las expectativas de que haya opciones de políticas más efectivas disponibles en el futuro, y de ese modo permitió una política continua de prevaricación y acción inadecuada», alertan.

A su juicio, «la prevaricación no es necesariamente intencional, pero tales promesas pueden alimentar la ‘corrupción moral’ sistémica, en la cual las élites actuales pueden seguir caminos de autoservicio, mientras transmiten el riesgo a las personas vulnerables en el futuro y en el Sur global».

El artículo describe una historia de tales promesas, mostrando cómo el objetivo internacional general de «evitar el cambio climático peligroso» ha sido reinterpretado y representado de manera diferente a la luz de los nuevos métodos de modelado, escenarios y promesas tecnológicas.

Los investigadores sostienen que los objetivos, los modelos y las tecnologías han evolucionado conjuntamente de manera que permiten la demora. «Cada promesa nueva no solo compite con las ideas existentes, sino que también minimiza cualquier sentido de urgencia, permitiendo el aplazamiento repetido de los plazos políticos para la acción climática y socavando el compromiso social con respuestas significativas», advierten.

A su juicio, «poner nuestras esperanzas en tecnologías aún más nuevas es imprudente. En cambio, la transformación cultural, social y política es esencial para permitir el despliegue generalizado de respuestas tanto conductuales como tecnológicas al cambio climático».

Los investigadores mapean la historia de los objetivos climáticos en cinco fases: «estabilización», seguida de un enfoque en «reducciones porcentuales de emisiones», pasando a «concentraciones atmosféricas» (expresadas en partes por millón), «presupuestos acumulativos» (en toneladas de carbono dióxido), y actualmente «temperaturas de resultado».

En la primera fase (alrededor de Río, 1992), las promesas tecnológicas incluyeron la mejora de la eficiencia energética, la mejora a gran escala de los sumideros de carbono y la energía nuclear.

En la segunda fase, en torno a la cumbre de Kyoto (1997), las promesas de política se centraron en reducir las emisiones con eficiencia, cambio de combustible y captura y almacenamiento de carbono (CCS).

En la tercera fase (alrededor de Copenhague, 2009), CCS se vinculó a la bioenergía, mientras que la política se centró en las concentraciones atmosféricas.

En la cuarta fase se desarrollaron sofisticados modelos mundiales de presupuestación del carbono y surgió una serie de tecnologías de supuestas emisiones negativas, mientras la política de la quinta fase se centró cada vez más en los resultados de la temperatura, formalizados con el acuerdo de París de 2015.


Fuente/Ecoticias
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