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Estudio detalla cómo se financian los negacionistas del cambio climático
Cuenta cómo anónimos financistas hacen aportes desde instituciones que no permiten rastrear origen. Según el informe, las donaciones difíciles de seguir han aumentado del 3% en 2003 al 25%.
En 1988 la ONU creaba el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), para advertir el impacto de la acción humana en el aumento de los gases de efecto invernadero y, con ello, en el calentamiento global. Casi al mismo tiempo surgió un movimiento que comenzó a plantear dudas sobre la influencia humana en el proceso y se expandió rápidamente en las décadas siguientes. De la mano de organizaciones, fundaciones e institutos, los llamados negacionistas plantearon dudas sobre la evidencia científica.
Hoy, el llamado Contramovimiento por el Cambio Climático suma unas 140 organizaciones en EE.UU., logrando redirigir la discusión pública y la comprensión del público sobre el cambio climático. Para ello reciben millones de dólares al año, un financiamiento que nunca ha sido muy claro.
Sin embargo, un estudio del sociólogo Robert J. Brulle de la U. de Drexel (EE.UU.), que analizó los ingresos de 91 organizaciones del contramovimiento entre 2003 y 2010, dilucidó en parte de dónde proviene y cómo se materializan este financiamiento.
Además de concluir que reciben cerca de 900 millones de dólares al año -en gran parte de sociedades conservadoras-, señala que el “dinero negro” -que bautiza así al señalar que no es posible rastrear quién lo dona- ha crecido del 3,3% que representaba en 2003 al 23,7%, en 2010.
Se trata de instituciones, como DonorsTrust y Donors Capital, que envían dinero a organizaciones del contramovimiento, pero que por estatutos, impiden conocer el origen de dichos dineros.
En el lado visible de este financiamiento están senadores como James Inhole, pero detrás hay fundaciones, como la de los hermanos Koch (el segundo grupo industrial de EE.UU.) y la petrolera Exxon Mobil, a pesar de que sus donaciones a este tipo de organizaciones han bajado, después de que una campaña de científicos y ecologistas las hiciera públicas.
El análisis también menciona fundaciones como Searle Freedom Trust, John William Pope, Howard Charitable Foundation y la Fundación Sarah Scaife. Todas conservadoras y “promotoras de ideas neoliberales de libre mercado en muchos ámbitos, y que han extendido su financiamiento de causas conservadoras a incluir el cambio climático”, dice el estudio.
“Al igual que una obra de teatro en Broadway, el contra movimiento tiene estrellas en el centro de atención -a menudo prominentes científicos contrarios o políticos conservadores-, pero detrás hay una estructura organizativa de directores, guionistas y productores, en forma de fundaciones conservadoras. Si quiere entender lo que está impulsando este movimiento, tiene que mirar lo que está pasando detrás de escena”, dijo Brulle en un comunicado que envió a La Tercera.
Según Brulle, clarificar la dinámica del contramovimiento ayuda a comprender cómo el cambio climático pasó a ser una controversia más que un hecho científico en EE.UU. “El dinero amplifica ciertas voces y, de hecho, les da un megáfono. Financiadores potentes están apoyando la campaña para negar los hallazgos científicos sobre el calentamiento y plantear dudas sobre sus raíces”, dijo.
ESTRATEGIA DEL TABACO
Brulle sostuvo -en PBS.org- que la táctica del movimiento fue desarrollada y probada en la industria tabacalera. “De hecho, algunas de las mismas personas y organizaciones involucrados en este tema también están implicadas en el cambio climático”, dijo.
Entre ellos está el George C. Marshall Institute, un think thank conservador, que según Naomi Oreskes, en su libro Mercaderes de la duda (2010), pasó de hacer lobby por las tabacaleras a convertirse en negacionista.
Fuente: latercera.com