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¿Gas renovable?, la confusión para la ciudadanía está servida

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La Fundación Renovables pide a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que mantenga la línea de racionalizar la retribución con una reducción adecuada de los costes de distribución del sector gasista apuntada en el paquete de circulares que están sometidas a consulta pública en la actualidad.

La reacción de empresas y patronal del sector afirmando que tal proceso, que debería poner punto final a la indiscutible sobre retribución de la que ha gozado este sector en los últimos años, “pone en peligro la transición ecológica” constituye un inadmisible ejercicio de cinismo por parte de quienes han boicoteado tradicionalmente cualquier paso hacia dicha transición.

Aunque el sector gasista asegure ahora que «tanto en transporte como en distribución, la remuneración media por punto de suministro en España se sitúa visiblemente por debajo de la media europea», los datos de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea van en sentido contrario pues señalan que “en costes regulados, los peajes están en España un 45% por encima de la media europea”.

Como en el caso de REE, las cuentas de ENAGAS, el operador del sistema gasista, ilustran por sí solas la realidad de la sobre retribución al obtener en 2018 un EBITDA de 1.060 millones de euros frente a unos ingresos de 1.340 millones de euros.

Las remuneraciones del sector gasista deben estar enfocadas a una rentabilidad por el servicio prestado y no a una rentabilidad financiera. Los peajes deberían ser variables en función del gas transportado o distribuido, no como un pago a la rentabilidad de la inversión, buscando siempre el trato justo y honesto a clientes.

Vincular la descarbonización del sistema energético con un esfuerzo inversor para distribuir un anunciado “gas renovable” constituye un ejercicio de cinismo.
De igual forma, es necesario un proceso transparente no sólo en la retribución sino en la fijación y verificación de los costes o inversiones elegibles.

La Fundación Renovables se reafirma en que la apuesta por la electrificación de la demanda y la máxima penetración de energías renovables para satisfacer la misma constituye el elemento central del cambio de modelo energético que marcan tanto los convenios internacionales o el Acuerdo de París como las políticas de la Unión Europea. 

En la senda de la descarbonización no cabe más papel para el gas que apoyar, desde las infraestructuras ya existentes, la transición a un modelo 100% renovable para sustituir temporalmente, solo temporalmente, la generación de fuentes más contaminantes como el carbón o más peligrosas como la energía nuclear. 

Un discutible “gas renovable”  

Argumentar que las medidas propuestas por el regulador para racionalizar la retribución de la distribución ponen en peligro la transición ecológica dando por supuesto que en la misma tendrá un papel muy importante el “gas renovable” es confundir a la opinión pública.

En realidad, el objetivo de este sector a corto plazo es mantener unos beneficios desorbitados y a largo plazo perpetuar el papel del gas, gas a secas, en nuestro sistema energético.

Respecto a la importancia que pueda tener en un nuevo escenario energético el denominado “gas renovable”, la Fundación Renovables quiere recordar las conclusiones del estudio realizado por Element Energy y Cambridge Econometrics para la European Climate Foundation, «Towards Fossil-Free Energy in 2050” en el que se señala que “la construcción de la infraestructura para descarbonizar el sistema energético de la UE para 2050 a través de grandes cantidades de gas renovable sería hasta un 36% más costosa que a través de la eficiencia energética y la electrificación inteligente, incluso en países europeos con un clima frío”.

Las infraestructuras gasistas en España son abundantes y están infrautilizadas, a lo que hay que sumar el lastre económico que supone que todo el suministro de gas provenga de otros países, siendo uno de los mayores importadores de Europa. 

Apostar por inversiones en nuevas infraestructuras gasistas no es una práctica justa, tanto por ser innecesarias en la actualidad como porque solo servirán para hipotecar nuestro futuro en activos que, en la senda en la que nos encontramos, difícilmente llegarán a rentabilizarse y que acabarán por recaer, directa o indirectamente, en la sociedad.

En la situación de emergencia climática en la que nos encontramos no hay tiempo para soluciones a medias que nos desvíen del camino correcto. 

El fomento del gas no hará más que alejarnos de la senda adecuada y retrasar una necesaria y urgente transición energética.


Fuente/Ecoticias
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