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GLACIARES Y MINERÍA: UNA DISYUNTIVA INCÓMODA
Como a menudo ocurre, fue un conflicto – esta vez Pascua Lama- lo que instaló a los glaciares en la agenda nacional, encontrándonos hoy divididos entre los “defensores de los glaciares” y los “partidarios de la minería”.
A favor de los glaciares, puedo afirmar que, en un escenario de creciente escasez hídrica debido al cambio global del clima, proteger un recurso tan vital parece asunto de sobrevivencia. Los glaciares no sólo constituyen un valiosísimo reservorio de agua dulce, sino también ejercen un rol indispensable en la regulación del ecosistema de toda la cuenca. Capturan agua en los momentos de alta pluviometría, y la liberan lentamente a medida que comienza a escasear por el aumento de las temperaturas. Por ello es tan evidente que la reciente campaña “República Glaciar” impulsada por Greenpeace Chile, haya logrado sobre 110.000 adeptos en algunas semanas.
Por su parte, los defensores de la minería explican que los glaciares están desapareciendo en Chile y en el mundo, con y sin minería, por lo que sería inconveniente limitar el ingreso de recursos que permitirían al país implementar medidas de mitigación a la disminución del recurso hídrico ante el cambio climático, tales como embalses, plantas desaladoras, riego tecnificado, entre otras opciones. Adicionalmente, la escasa información existente en torno al comportamiento de los glaciares y sus impactos de largo plazo en los ecosistemas, sumada a la ausencia de normativa que defina una política para su protección, dificulta tomar medidas con base sólida.
Por todo lo anterior, el tema de los glaciares nos enfrenta como sociedad a una de las situaciones para la cual tenemos menos habilidades para enfrentarla: nuestra capacidad para ponernos de acuerdo, asumiendo que ambos bandos tienen un punto relevante, y que si uno de los dos logra imponer 100% su punto de vista, el conjunto terminaría resultando perdedor.
Sin embargo, la ecuación es compleja y difícil de implementar. Dado que los glaciares están normalmente ubicados en la cabecera de las cuencas hidrográficas, lo que ocurra con ellos afecta a todas las actividades aguas abajo, incluyendo el ecosistema marino y la actividad pesquera. Por ello, la gestión integrada de una cuenca obliga a diseñar un acuerdo con todos los usuarios: de consumo humano, silvoagropecuario, industrial, minero, cultural, turístico y ecosistémico, siendo este último el más relevante, ya que si se afecta irremediablemente un ecosistema, todos los demás usos se verán igualmente deteriorados. Por ello, lo recomendable es acudir al Principio Preventivo establecido en la Cumbre de la Tierra del año 1992, como guía inspiradora ante decisiones complejas de implicancias inciertas. Esta parece ser una de ellas.
La aplicación de este principio, que se define en el mensaje de la Ley 19.300 de bases del medio ambiente como aquel principio que busca evitar los problemas ambientales y no actuar una vez que se produjeron, recomienda establecer un marco regulatorio que permita gestionar anticipadamente los riesgos y posibles impactos. Por ello una ley de glaciares constituye una la oportunidad para que, puestos los argumentos y debatidos en profundidad los diferentes puntos de vista, establezcamos reglas claras para la protección de estas reservas de agua.
Al evaluar las Metas del Milenio, se constatan importantes avances en el logro del mejoramiento de la calidad de vida social (longevidad, educación, salud, habitación, etc.). Sin embargo las metas ambientales han retrocedido, lo que prende una luz de alerta sobre la irresponsabilidad de ofrecer bienestar a las actuales generaciones a costa de las venideras. En vez de herencia, les estaríamos dejando una impresionante cuenta por pagar. Al menos yo, no quiero ser cómplice de ello por lo que estoy convencida que no nos queda mejor alternativa que ponernos de acuerdo.
Por Ximena Abogabir, Periodista Universidad de Chile, especialista en participación ciudadana, resolución de conflictos, gestión local participativa y convivencia sustentable. Fundadora y miembro del Directorio de Fundación Casa de la Paz.
Fuente/casadelapaz
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