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Incendio en Valparaíso: LA FRAGILIDAD DE LA CIUDAD PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
El incendio que se desató esta semana en la ciudad chilena de Valparaíso y que tres días después aún no ha podido ser controlado se ha cobrado 15 vidas, ha dejado15.000 damnificados, ha destruido 2.500 viviendas y ha abierto un debate: el de qué se podría haber hecho para evitar el que ha sido definido como «el peor incendio» de la ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Pese a que el fuego no amenaza directamente a las construcciones declaradas patrimonio, el siniestro ha dejado en evidencia la fragilidad de uno de los puertos más antiguos y pintorescos de América Latina.
Mientras todavía se intenta controlar el fuego, arquitectos y urbanistas denuncian el permanente riesgo de incendio de la ciudad frente al Pacífico formada por 42 cerros y un sector plano, el llamado «plan», que evoca un anfiteatro natural de tres terrazas.
Sólo los dos primeros niveles, el plan y las colinas que la rodean hasta la cota 100, responden en Valparaíso a una cuidada planificación previa. Allí se despliega el casco histórico, que da cuenta de la vibrante vida del puerto de fines del siglo XIX, cuando era un punto clave en la ruta comercial entre el Atlántico y el Pacífico.
La Unesco adjudica a los inmigrantes ingleses y alemanes gran parte de la planificación en las colinas adyacentes, en los cerros Alegre y Concepción, donde se encuentran los miradores, las callejuelas, las escaleras y ascensores que son la marca del puerto.
Planificadores espontáneos
En el resto de Valparaíso, hacia la altura, los porteños prácticamente se convirtieron en constructores espontáneos de su ciudad. «Hay poblaciones que fueron ejecutadas con planificación, pero gran parte de los cerros han sido creados por los propios vecinos», dice el urbanista Iván Poduje.
«Cuando uno mira Valparaíso desde lejos, de noche o de día, es hermoso. Las construcciones que enfrentan al peatón en el puerto están bien armadas, pero detrás de ellas y hacia la altura hay mucha pobreza, informalidad y segregación urbana», enfatiza Poduje. «No se puede dar una mirada idealizada sobre lo que simplemente es pobreza dura».
Los expertos coinciden en que la falta de regulación adecuada, los asentamientos ilegales en altura –vinculados a las migraciones hacia la región- y las presiones inmobiliarias –que elevan el costo de identificar y separar las zonas seguras- han conspirado contra la seguridad de Valparaíso.
Hoy, cuando lo peor del incendio parece haber pasado, se cuestiona la falta de centros de acopio de agua en las alturas, o la construcción en lugares donde hay baja presión de agua para los carros bomba.
También se discute la tolerancia de la autoridad a las construcciones no reguladas alrededor de sitios de riesgo, como las quebradas, sitios privados que quedan en el abandono y donde se lanza basura que puede acabar alimententando las llamas en los incendios.
Aunque fue una inusual mezcla de factores la que causó el denominado «incendio perfecto» de Valparaíso –un día otoñal de altas temperaturas y la dirección que tomó el viento en el punto crítico del incendio, entre otros- el riesgo estaba presente y se había anunciado.
Hace más de un año, en marzo del 2013, el profesor universitario Miguel Castillo advertía en el diario El Mercurio de Valparaíso que, tras un largo estudio, había identificado 23 focos vulnerables de incendio en la ciudad.
Casas inflamables
En esos 23 focos, dijo el experto, había vegetación combustible, casas inflamables y basurales. En caso de un incendio, sería además difícil acceder a extinguir el fuego. Exactamente lo que se está viendo ahora en Valparaíso.
Pero para Iván Poduje, el incendio ha sido tan destructivo que puede marcar un punto de inflexión en la planificación urbana en el país.
«En Chile ha faltado un liderazgo político como el que ha existido en ciudades latinoamericanas como Medellín (Colombia). Aquí falta planificación urbana, se ve en Valparaíso y otros lugares», afirma.
Mientras sigue el combate al incendio, el gobierno central ya anunció que no se permitirá la reconstrucción en zonas donde no existan los permisos.
Los porteños, en tanto, se preparan para empezar de nuevo. Después de todo, esta ciudad lleva tatuadas en el pecho «la lucha, la esperanza, la solidaridad y la alegría, como anclas que resisten las olas de la tierra», tal y como escribió uno de sus vecinos más célebres, el poeta Pablo Neruda, cuya casa todavía puede verse en Valparaíso.
BBC Mundo
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