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Investigación advierte que cangrejos podrían provocar catástrofe en ecosistema antártico

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Estudio publicado en EE.UU. señala que alza de temperatura del mar está rompiendo la «barrera térmica» que existe en esta zona.

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La centolla es un tipo de cangrejo que podría provocar  un serio problema en el ecosistema antártico, una verdadera “catástrofe”, según advierte una investigación publicada a fines de septiembre en la revista PNAS, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

El estudio, liderado por Richard Aronson, jefe del departamento de Ciencias Biológicas del Instituto de Tecnología de Florida, señala que el cambio climático ha elevado la temperatura del mar en la Antártica, afectando la barrera térmica (de bajas temperaturas) que tiene alejadas a varias especies de este ecosistema, entre ellas las centollas, que se transformarían en un nuevo depredador.

“Las aguas más superficiales de la Península Antártica occidental se han calentado en aproximadamente 1,5 grados centígrados en los últimos 50 años, que es aproximadamente el doble del promedio mundial de aumento de las temperaturas marinas. Si las aguas continúan calentándose a ese ritmo, los hábitats de 200 metros de profundidad a la costa podrían ser lo suficientemente caliente en unas pocas décadas”, dice Aronson a La Tercera.

El fenómeno permitiría que estos cangrejos progresivamente dejen las profundidades donde habitan. Las centollas hoy viven en el talud continental de esta zona,  entre los 841 y 226 metros de profundidad, aunque son más abundantes entre los 1.100 y 1.500 metros, donde Aronson encontró un promedio de 4.500 cangrejos por kilómetro cuadrado.

El problema advierte el investigador, es que el estudio detectó que ya no hay barreras térmicas para que estas especies puedan vivir entre 400 y 550 metros de profundidad,  a raíz del alza de la temperatura del agua. A su juicio, este es uno de los hallazgos más importantes del estudio en terreno.

Las centollas pueden tolerar temperaturas del agua que van entre los 0,4 y  2,5 grados centígrados. Entre los 1.100 y 1.500 metros de profundidad de la Bahía Margarita,  donde se ubica la base chilena Gabriel González Videla, las temperaturas están entre los 0,8 y 1,2 grados. En tanto, entre los 400 y 550 metros de profundidad la temperatura del agua es de 1,2 a 1,6 grados, lo que está dentro de  su rango de tolerancia.

“A los 200 metros la temperatura del agua se pone por debajo de 0,4 grados, de manera que no pueden sobrevivir allí. Las aguas más cercanas a la costa pueden obtener por debajo de cero”, dice.

Retroceso

En su estudio Aronson usa la evidencia que hay del registros fósiles que grafican la importancia de las centollas como depredadores durófagos o “quebradores” y el efecto que tienen en el resto de las comunidades del fondo marino. De acuerdo a este registro, este tipo de animales existió y modeló las comunidades en los fondos antárticos hasta su desaparición hace unos 10 millones de años. Su efecto es muy grande ya que se alimentan de organismos filtradores como bivalvos, o crinoideos (lirios de mar), y que  hoy son muy diversos y abundantes en el área.

En consecuencia, la llegada de centollas significaría volver al pasado , es decir, a la época en que los durófagos dominaban , alimentándose de esta presas que no podrían escapar, o esconderse como sí lo hacen los ostiones, por ejemplo, modificando completamente las comunidades que conocemos hoy en día

César Cárdenas, biólogo marino del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno (Inach), explica que efectivamente la amenaza se origina porque no existe este tipo de depredadores el continente, por lo tanto, al llegar a niveles más superficiales, alterarían todas las relaciones ecológicas que hay en la zona.

“Por ejemplo, (los cangrejos) se alimentan de otros invertebrados como caracoles, erizos y estrellas de mar, y estas dos últimas son especies que regulan el resto de la población de invertebrados.  Entonces al llegar este nuevo depredador alteraría toda la relación trófica (ciclo alimenticio)”, dice.

Agrega que el estudio plantea que eventualmente algunos mamíferos marinos podrían ser candidatos para controlar a los cangrejos, sin embargo, no  tendrían la capacidad para constituirse en una amenaza real para éstos.

Para el biólogo, hasta ahora este sería el estudio   más completo sobre el impacto que tendría la llegada de los cangrejos, un fenómeno originado por el cambio climático, que no se puede solucionar de un día para otros, de ahí la preocupación del mundo científico.

En el ecosistema subantártico y Magallanes también hay centollas, pero Cárdenas aclara que aquí cumplen un rol de balance, porque siempre han estado en la zona.  Incluso es una especie explotada comercialmente para la cual existe una veda sustentable, con el fin que siga existiendo y cumpliendo su rol ecosistémico.

Fuente:La Tercera 
www.chiledesarrollosustentable.cl

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