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La desconocida contaminación de la nieve
Investigación realizada por seis instituciones nacionales midió el color de la nieve en distintos puntos de la Cordillera de Los Andes. ¿La razón? El hollín de la atmósfera que se acumula en cada temporada también está relacionado con el mayor o menos nivel de derretimiento, un fenómeno que puede afectar la disponibilidad del recurso hídrico del país.
En los polos, los hielos eternos hoy se derriten y enormes masas de agua congelada se desprenden para fundirse en el océano. En la superficie terrestre ocurre algo similar con la nieve que se acumula en las montañas: las grandes reservas de agua dulce de la humanidad se diluyen a un ritmo acelerado, poniendo en riesgo el abastecimiento de la población.
Además del aumento de las temperaturas por el cambio climático, la contaminación ambiental es otro elemento que influye en el derretimiento de la nieve. La combustión, principalmente de los motores diésel, de la leña y los incendios, produce carbono negro u hollín que se deposita en ella, oscureciéndola y provocando que absorba más radiación y que incremente su temperatura y velocidad de derretimiento. ¿Qué tan contaminadas están las nieves en Chile? La verdad es que no se tenía ningún antecedente, hasta ahora.
Un estudio pionero y multicéntrico midió este nivel de contaminación presente en los Andes. Investigadores de las universidades de Santiago, De Chile, Católica, De Magallanes, Andrés Bello y el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (Ceaza) tomaron muestras de nieve a lo largo de más de 2.500 kilómetros de montañas y en zonas de hasta 6 mil metros de altura.
Raúl Cordero, académico del Departamento de Física de la U. de Santiago y líder del estudio “Carbono Negro en la Criósfera Andina” (financiado por Conicyt), cuenta que solo la nieve pura es perfectamente blanca. La contaminación por hollín hace que ésta se vuelva más oscura y por lo que absorba mayor radiación. “Cuando esto ocurre, la nieve se calienta y se derrite más rápidamente que la nieve pura que refleja (rebota) la radiación, derritiéndose más lento”, dice.
Según explica Cordero, Los Andes, al igual que otras montañosas del mundo, tiene lugares puntuales que están contaminados, principalmente aquellos cercanos a campamentos mineros y las grandes ciudades.
Detección
El trabajo consistió en subir a las montañas en distintos puntos desde Putre hasta Osorno y obtener muestras de nieve a distintas alturas. Las muestras, de aproximadamente un kilo (equivalente a dos litros) fueron llevadas y analizadas en el Laboratorio de Radiometría y Fotometría de la U. de Santiago donde fueron derretidas en el microondas. El líquido obtenido fue filtrado y de acuerdo al color con el que quedó el filtro, se determinó el nivel de contaminación (mientras más oscuro el filtro, mayor contaminación).
Las mayores concentraciones de impurezas y carbono negro fueron encontradas en zonas cercanas a Santiago y en el norte del país.
A juicio de Penny Rowe, autora principal del artículo y también investigadora de la Usach, era esperable que estas zonas fueran las más contaminadas, especialmente la capital, porque es un lugar en el que se produce una gran cantidad de contaminantes que terminan depositándose sobre la nieve.
Las concentraciones de carbono negro detectadas en las muestras de nieve en La Parva, Valle Nevado y Cajón del Maipo superaron los 100 nanogramos de hollín por gramo de nieve.
En el resto de la cordillera, dice Cordero, afortunadamente no está ampliamente afectada por la contaminación y, en general, las concentraciones de carbono negro detectadas estuvieron en el orden de los 20 nanogramos de hollín por gramo de nieve, bajo si se compara con las nieves de Alaska o el Ártico canadiense.
“El principal resultado de nuestro proyecto es que la contaminación no puede explicar por sí sola el retroceso de los glaciares ni la pérdida de cobertura de nieve observada en todos los Andes durante las últimas décadas. La pérdida de nieve y el retroceso de glaciares, son consecuencia de los devastadores efectos del cambio climático”, sentencia Cordero.
El próximo paso es continuar con la evaluación y el monitoreo de la contaminación en las nieves.
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