LAS CIUDADES SE PREPARAN PARA LA LLEGADA DE LOS AUTOS INTELIGENTES

Los que tienen algunos años recordarán la serie «El auto fantástico», en la que KITT -el automóvil protagonista- interactuaba con el actor David Hasselhoff. Lo que en ese tiempo parecía ficción, actualmente ya es realidad: los autos pueden comunicarse no solo con sus dueños, sino con otros autos y también con la infraestructura de la ciudad.

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Con los datos obtenidos de esas interrelaciones puede aconsejar la mejor ruta, un lugar para estacionarse, la forma de conducir según las condiciones climáticas y hasta prevenir accidentes.

Pero la inteligencia no tiene que estar solo en los automóviles. También las ciudades deben prepararse para que su infraestructura pueda interactuar con ellos.

«Dentro de un vehículo ya hay muchos sensores que recaban datos y los comunican a la computadora para controlar los frenos, el flujo de bencina, etc. El siguiente paso es que esos sensores se comuniquen con otros vehículos y con la ciudad. Esa comunicación tiene que ser de dos vías -para que el auto envíe sus datos, pero también los reciba- y así pueda tomar mejores decisiones», dice Nicolás Chiappara, director de sector público para Cisco Latinoamérica.

En ese sentido, ya se habla de la comunicación VtI ( vehicle to infrastructure ), donde los autos intercambian datos con la ciudad. Así, por ejemplo, un cartel de reducción de velocidad debe incluir un dispositivo que le «diga» al vehículo cuál es la velocidad permitida. Un semáforo avisará los cambios de luces a los autos y detectará los vehículos de emergencia para prolongar la luz verde cuando una ambulancia necesite pasar. Los estacionamientos tendrán sensores que avisen a los autos dónde hay espacio disponible y así eviten dar vueltas en círculos.

Desde hace cuatro años que la comunidad autónoma de Galicia trabaja en Siscoga (Sistemas cooperativos Galicia), que apunta, precisamente, a comunicar a los automóviles con la infraestructura. Esta iniciativa es una de las siete que se llevan a cabo en distintos lugares de Europa.

El sistema permite que el vehículo inteligente recopile datos que se van generando mientras se mueve (si llueve, si hay taco, baches en la carretera o algún otro auto detenido). Esto lo hace con sus propios sensores, pero también recibe información crítica desde otros automóviles. Por ejemplo, una alarma de un auto accidentado o descompuesto.

Cuando el auto pasa por un portal de la «ruta inteligente», hay un intercambio de datos. La central de gestión de tráfico recopila esa información y toma decisiones para optimizar el tránsito: poner un mensaje en un cartel, mandar al servicio de emergencia hacia el auto con problemas, etc. Por otro lado, el conductor recibe alertas o puede reconfigurar su ruta si es que la central le dice que hay congestión.

Según Chiappara, para que el sistema funcione, es esencial que se disponga de una buena infraestructura de telecomunicaciones, y así toda esa información llegue a la central de operaciones, que actúa como el cerebro de toda esta red.

Los vehículos, por su parte, se comunicarán a través de tecnologías inalámbricas. «Algunas usan wifi , otros redes de datos móviles. Sin embargo, en países desarrollados ya tienen reservada una frecuencia de comunicaciones propia para el tránsito y que no recibirá interferencias». Este protocolo de comunicaciones se llama DSRC y trabaja en la banda de 5,9 GHz.

En Barcelona abordarán el problema con un concepto revolucionario: creando un sistema operativo de ciudad, algo así como un Windows para una urbe.

«A la ciudad le entran distintos datos: de sensores, de las personas, de los automóviles. Todos ellos se trabajan en forma unificada a través de una central. Así, para nosotros el automóvil inteligente es un objeto más que nos entrega información, la que es analizada con técnicas de big data y nos sirve para tomar decisiones inteligentes», dice Manel Sanromà, gerente de tecnología del ayuntamiento de Barcelona.

Lo importante, dice el español, es que debe existir la voluntad para que en la ciudad los servicios estén unificados y que todo «converse» entre sí.

 Fuente/emol
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