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Maizales reemplazan a minas antipersonales en la frontera norte

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Es una franja desértica, al norte de Arica, que antes cobijó minas antipersonales. Hoy, recibe plantaciones y hasta una futura villa urbana.

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“Estamos haciendo soberanía en una zona chilena que no está abandonada. Aquí, donde antes pasaba una trinchera antitanque, ahora cosecho melones y choclos”, cuenta el agricultor Juan Cárdenas, mientras exhibe orgulloso sus plantaciones, que se encuentran en pleno desierto, al norte de Arica y a tres kilómetros de la frontera con Perú.

Juan, junto a otras 79 cultivadores de la tierra, en 2013 formaron la Agrupación de Pequeños Agricultores de Arica y Parinacota (APAAP), quienes arriendan a Bienes Nacionales un terreno de 350 hectáreas en una zona que hasta hace tres años estaba sembrada con miles de minas antipersonales, cerca del Hito 1 y del “triángulo terrestre”, que mantiene en controversia limítrofe a Chile y Perú. Sin embargo, es sólo una de las iniciativas de producción y urbanismo que se realizan en la zona fronteriza del extremo norte, que buscan ir a la par del desarrollo que está fomentando el Estado peruano en Tacna.

En efecto, en su política de “fronteras vivas”, Perú ha permitido la toma de terrenos cerca del límite con Chile y anunció la inversión de US$ 145 millones  para levantar una población de 11 mil personas, a 500 metros de la frontera, con viviendas sociales, áreas verdes, escuelas, servicios y comercio.

Pampa Concordia

Juan Abarca avanza en su camioneta por la Ruta 5 Norte y, antes de llegar al paso fronterizo Chacalluta, se desvía al oriente por un camino de tierra. Al principio sólo se observa pampa, pero tres kilómetros más allá aparece un milagro: un vergel, que contrasta con la sequedad de la zona.

“Los productos que cosechamos acá no sólo son para el norte, sino también para la zona centro-sur del país en contraestación. Es decir, para cubrir las necesidades de la gente en invierno”, explica.

Celia Cachaga fue la primera agricultora de Pampa Concordia que logró vender su producción. “Yo siembro zapallo italiano. El proceso completo, de siembra a cosecha, tarda 45 días y se venden a $ 350 el kilo”, relata.

Los agricultores se fueron instalando desde hace tres años en esta tierra desértica, que contenía 4,9 kilómetros de trincheras antitanques. Desde el Ejército informaron que a aquella zona se le dio prioridad en el proceso de desminado humanitario, al que Chile suscribió en el Tratado de Otawa, comprometiéndose a desactivar todos los campos minados de su territorio antes de 2020.

Hoy se aprecian extensiones de tomates, cultivados en invernaderos, que se venden en hasta $ 500 el kilo. Para obtener agua en pleno desierto, habilitaron recientemente un estanque de 11.300 metros cúbicos y 11 kilómetros de tuberías que van desde el aeropuerto de la ciudad hasta el lugar de las plantaciones.

“El estanque lo construimos nosotros (los agricultores); con tractores hicimos el foso e instalamos las mayas plásticas (geomembranas) para el agua”, dice Claudio Godoy, quien tras jubilar como empleado público comenzó a cosechar melones, porotos verdes y maracuyá.

Con cuatro ciclos de cultivos y cosechas al año, Pampa Concordia abarca 1.050 hectáreas, licitadas por el Ministerio de Bienes Nacionales y concesionadas por 25 años. Además de los agricultores de APAAP, también se encuentran aquí la Sociedad Valle Nuevo y la semillera internacional Pioneer. Esta última utiliza 500 hectáreas para generar semillas de maíz, las que luego son enviadas a países del hemisferio norte, para la investigación de cultivos en zona de alta salinidad y aridez.

Pampa Concordia emerge como el tercer valle agrícola de la Región de Arica y Parinacota, después de Azapa, que posee tres mil hectáreas cultivables, y de Lluta, con dos mil.

Villa Frontera

Otro proyecto que permanece en la zona es uno que mantiene Bienes Nacionales desde 2013. Se trata de la licitación de 13 terrenos ubicados a nueve kilómetros del límite con Perú, en el sector de Villa Frontera, los que en total bordean los 50 mil metros cuadrados

Según el plano regulador de la ciudad, la zona permite una densidad máxima de 120 habitantes por hectárea, lo que facilitaría la potencial llegada de 600 nuevos vecinos hasta la zona.

Se trata de sitios eriazos que están a 10 kilómetros del centro de Arica y a un kilómetros de la costa.

Según su uso de suelo, está permitido el desarrollo de proyectos inmobiliarios, turístico-hoteleros, comerciales y educacionales.

Se trata de una zona que está semi urbanizada, donde hoy varias familias ariqueñas tienen parcelas de agrado.

En una primera etapa, fueron adjudicados  9.700 metros cuadrados, pero aún no hay construcciones visibles. Aunque se esperan para poco tiempo más.

 

Fuente:La Tercera 
www.chiledesarrollosustentable.cl

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