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Nuestro Océano 2015: Manifiesto por la educación para la conservación del Mar Chileno

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Desde hace ya una década, dirijo un proyecto de conservación de biodiversidad en Tierra del Fuego: El ParqueKarukinka. Un lugar donde la vida terrestre como la conocemos, casi toca a su fin, y se adentra en el frío océano sub-antártico para dar paso a la maravilla que es la vida marina, en uno de los océanos más diversos, hermosos y productivos del mundo: el mar Patagónico. Allí, en los confines de nuestro continente americano, se entrelazan de manera natural océanos Pacífico y Atlántico, un encuentro de dos mundos tan feroz como permanente.

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Tanto como que existe la ley de gravedad y que la tierra no es el centro del universo, la ciencia ha demostrado que humanos y naturaleza, gente y océanos, confluyen en un mismo sistema. Se manifieste a escala global, o a escala de un pequeño fiordo patagónico… la verdad última es que los humanos no pueden acceder ni mantener bienestar, si no son capaces de mantener ecosistemas sanos y pujantes. La degradación de los ecosistemas marinos por lo tanto, redunda directa y ampliamente en pobreza y miseria.

Dada la naturaleza histórica, compleja, de la vida que bulle en los mares, su protección precisa de un abordaje diverso e integrado, única forma de aspirar a éxito en esta tarea.

Un ejemplo de este océano austral es el Seno del Almirantazgo, un fiordo como tantos otros fiordos patagónicos, que es hábitat de biodiversidad singular y bella, de enorme valor ecológico, económico, cultural, e incluso espiritual. Un pequeño ejemplo que se repite a lo largo de las costas de Patagonia, haciendo de este océano, uno de los más misteriosos y valiosos del planeta, y efectivamente uno de los más demandados y menos protegidos.

Con el deseo de aportar al que constituye el mayor desafío que enfrenta hoy la humanidad: la pérdida de biodiversidad, incluyendo especialmente la marina, hemos promovido el uso del Seno de Almirantazgo como un gran laboratorio natural. Una enorme y verdeazulada placa de Petri que nos permita desarrollar y poner a prueba herramientas que nos ayuden a hacer avanzar las fronteras de lo que es posible, y nos permitan alcanzar la conservación de nuestro mar.

Gran parte de los “experimentos” que hemos desarrollado en estos alejados parajes han sido educativos. Porque aunque cueste creerlo, niños, jóvenes e incluso profesionales de Tierra del Fuego y del resto del país, no conocen la biodiversidad de su tierra. Y cuesta creer que rondan por sus cabezas tigres, leones, elefantes, jirafas, pinos o rosas, sin existir en sus mentes siquiera un atisbo de huemul, o un pingüino magallánico. A pesar de vivir en una de las zonas con menor huella humana, con acceso a las mayores extensiones de biodiversidad de Patagonia, especies como guanacos, zorros, albatros, quedan rezagados en la mente de nuestros australes compatriotas. Para qué decir de biodiversidad marina! Ella simplemente…muchas veces no existe. Y como consecuencia de esta ceguera, agoniza la posibilidad de su conservación.

Y es por ello que desde hace más de una década hemos desarrollado el que quizá es el programa de educación para la conservación más importante de Tierra del Fuego. Lo cual suena rimbombante, pero no lo es tanto, cuando se considera la escasa población humana que habita estos parajes. A los largo de los años hemos realizado numerosos esfuerzos para difundir el conocimiento y valoración de la biodiversidad patagónica, y promover su conservación.

Pero dado que la realidad es lo que consideramos verdadero. Y lo que consideramos verdadero es lo que creemos. Lo que creemos se basa en nuestras percepciones y lo que percibimos es aquello que estamos dispuestos a ver. Desde Patagonia, nos hemos esforzado por hacer de nuestro ejercicio educativo una alternativa para cultivar el ojo, para preguntarse por lo que no se ve. Y el océano está colmado de cosas invisibles. La educación que hacemos nos dispone a ver el mar como nunca antes hemos necesitado ni querido verlo.

No pensamos la educación en el sentido clásico de entrar en un aula, para intentar adoctrinar a niños y jóvenes en materias específicas, sino desde una mirada más esencial: ejecutándola educación como un arte para la transformación.

En este caminar educativo, hemos podido develar a la comunidad fueguina y de sus alrededores, muchas veces por primera vez, la existencia de biodiversidad nativa, endémica, valiosa y bella. Hemos delineado herramientas educativas que nos ayuden a romper con falsas creencias, superar cegueras culturales, empujándonos a visitar el mar, levantar sus rocas y escarbar su arena, curiosear con jaibillas y huiros, dejando que esta vida marina nos colonice de pies a cabeza. Una educación que nos permita reajustar nuestros hábitos mentales, y nos permita reconocer el azul del mar, su movimiento eterno, su bullada y compleja vida acuática.

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Un auto desafío crítico ha sido la creación de material educativo local, con especies y ecosistemas locales…materiales todavía inexistentes en Chile. No quiero detenerme en el hecho que hemos ejecutado más de 17 proyectos de educación, canalizado fondos de todas partes del mundo para financiarlos, convocado y alineado a más de 30 socios locales, nacionales y globales en esta empresa, convocado a más de 40 escuelas y más de 7000 estudiantes de la región, quienes han participado de manera directa en nuestra actividades educativas.

No quiero detenerme tampoco en mencionar que este esfuerzo educativo no ha pretendido nunca estar confinado a las aulas, sino a tocar a la comunidad fueguina toda. Es así que en este proceso hemos trabajado con pescadores artesanales, con profesores de toda la región, guardaparques, incluyendo uno de los sitios más aislados nacionales, como es Puerto Edén, último refugio de la población Kaweshkar.

Hemos producido materiales con identidad local, en formatos variopintos incluyendo libros, videos, juegos, trivias, guías de campo, coloreables, los que hemos distribuido en números que sobrepasan los 30 mil ejemplares, haciendo esfuerzos por incluir a discapacitados, entre muchos otros. Hemos promovido y participado en decenas de ferias científicas escolares, creado clubes, cafés y chocolates científicos, niños y niñas ganadores! que desde este alejado confín de nuestro país, han logrado vencer en sus categorías a nivel local, regional e incluso nacional. Nuestro esfuerzo ha sido reconocido por nuestros queridos socios del Liceo Fueguino, y del Ministerio de Medio Ambiente, líder natural del tema de conservación en Chile.

…Nada malo para un pequeño programa, que crece a contratrapelo, capeando el viento patagónico y otros azotes no tan naturales. Como muchos de los programas de educación para la conservación del mar que flotan, a veces a la deriva, a lo largo de nuestra costa.

Las experiencias educativas marinas existentes en Chile son extraordinarias. Construidas a pulso, lejos de la urbe metropolitana, con recursos financieros menos que escuálidos. Muchas de ellas no sólo han sido capaces de mantenerse, sino de crecer en el tiempo. De ellas han surgido los clásicos productos tangibles: como libros, folletos, videos educativos, los cuales sirven de ladrillos que se utilizan una y otra vez para construir esta nueva cultura. Pero la mayor parte de este esfuerzo son productos tan valiosos como intangibles. Contingentes cada vez crecientes de personas con una nueva y común visión, dispuestas a trabajar para llevar este océano de hoy al próximo siglo. El dorado de nuestra América finalmente aflorando.

Sabemos que nuestro esfuerzo vale la pena, pues el mar de Patagonia es una porción valiosa del océano de nuestro planeta. En sus costas casi infinitas, alberga biodiversidad de singular valor ecológico, que ha moldeado culturas, a la vez que hoy sostiene diversas industrias de envergadura local y global.

Es en efecto la costa de Patagonia una muy buena metáfora del valor y los desafíos que enfrentamos día a día, aquellos que desde diferentes trincheras, intentamos educar sobre la importancia de nuestro océano, promoviendo su conocimiento y conservación. Estas costas son enormes. Vastas como todo el mar de personas que necesitamos impactar con nuestro mensaje de conocimiento y cambio cultural. Es un mensaje que nace una y mil veces, en cada recoveco de mar, en cada isla aislada. Pero también es un mensaje que el viento fresco tumba una y otra vez, y que corrientes y remolinos marinos alejan de las costas, impidiendo su buen arribo a puerto.

Ya lo vimos en el video: iniciativas como las impulsadas en Karukinka hay muchas en Chile. Todas diferentes. Todas similares. Programas de educación más o menos grandes, que permanecen más o menos en el tiempo. Esfuerzos locales por generar acciones de educación variadas, relacionadas con turismo, uso sustentable, oceanografía y tantos otros temas. Existen a lo largo de nuestras costas cual islas de este archipiélago.

Son escasas las oportunidades que existen para reunir cada uno de esos mundos, menos para trabajar cooperativamente en torno a una visión integrada de educación para la conservación, y menos aún para sostener un trabajo de largo aliento, que permita construir entre estas islas, puentes variados y efectivos. Parte de estos problemas ya han sido comentados por Pablo, Miriam y Alexa. Y lamentablemente reflejan la base de lo que quizá son los desafíos más grandes que tenemos para abordar el tema del cambio cultural para la conservación.

Por ello, en un automandato ineludible, ha sido la de reunir nuestra pequeña pero significativa experiencia de educación, a otras. Más o menos Pequeñas, mas o menos elocuentes. Y hemos junto a ellos intentado delinear una visión común, y forjar herramientas variadas. Y hemos constatado que la única forma de escalar estas pequeñas experiencias es reunir esos esfuerzos.

No cabe en este proceso nada más ni nada menos que un liderazgo inclusivo, que carente de ego, permita promover el bien común, el que llega irremediablemente cuando se conserva el océano todo.

Como todo cuando nace, cosas y procesos, se nace pequeño. Micro-cambios culturales hoy son empujados por iniciativas de educación a lo largo de Chile, Estos cambios culturales sin embargo, si son sostenidos por largo tiempo, pueden llegar a cristalizar en obras monumentales. Por lo que si aspiramos a responder a la velocidad requerida para revertir la pérdida del océano, es un deber de nuestra sociedad instalar activa y rápidamente todo un Sistema educativo para el cambio. Basado en experiencia acumulada, este sistema debe estimular la exploración activa del mar, la integración efectiva de ese conocimiento, y el deseo desenfrenado de cruzar la frontera de lo inalcanzable, para diseñar soluciones tangibles a los problemas de conservación del océano.

La responsabilidad para con nuestro océano, requiere no sucumbir ante soluciones simples y someras. Simplemente porque ni la biodiversidad marina, ni la educación que requerimos para su conservación son simples. Debemos aceptar que no existe una varita mágica capaz de resolver todo este azul problema. Aún con todas las áreas protegidas delineadas y creadas en un mapa, aún con todos los compromisos globales firmados en un acta, aún con todas las leyes que controlen el uso y mejoramiento del mar proclamadas, si esas declamaciones no se materializan e instalan en nuestra cultura, estos esfuerzos no serán más que gotas en un mar infinito.

Según ha indicado nuestro Canciller en más de una ocasión, el gran objetivo de esta Conferencia global es lograr que Estados y Organizaciones se comprometan con la conservación del océano.

Hemos traído acá, por el contrario, un compromiso ya adquirido hace tiempo. Demostrado en acciones concretas desplegadas a lo largo de Chile, implementando herramientas clave para gatillar el cambio cultural que nos permita avanzar en la conservación de este océano que hoy nos convoca.

También sabemos que este encuentro global es un acto político, y venimos acá con nuestro demostrado y viejo compromiso bajo el brazo, para justamente eso: clamar por un nuevo pacto con la educación para la conservación de nuestro mar. Levantamos hoy acá nuestra mano, junto a las manos de decenas de niños y profesores de todo Chile, pidiendo apoyo para construir sobre la visión y experiencia acumulada una educación para la conservación efectiva del mar, y catalizar con ello los procesos de cambio que tan urgentemente reclama nuestro océano.

Si nuestro océano pudiese tomarse las calles, enarbolar pancartas, votar en las próximas elecciones, su demanda educativa estaría a la cabeza de sus protestas. Y su exigencia realista y sin renuncia, sería la de fortalecer, promover, integrar y amplificar, las iniciativas de educación que huérfana pero poderosamente han nacido a lo largo de nuestro país.

El compromiso que necesitamos hoy día del mundo político global y especialmente local, reunido en esta vitrina que mira el futuro del océano de nuestro planeta, es el apoyo para poder fortalecer y extender estas experiencias educativas a escalas que sean proporcionales al tamaño de los desafíos con que nos baña nuestro mar.

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Desde este foro fundamentalmente político, la educación para la conservación del mar envía un mensaje: consigna sin sustancia no salva océanos. No protege ni permite restaurar ecosistemas degradados. No restituye servicios ecosistémicos disturbados. Esa sustancia y contenidos son generados por hombres y mujeres de ciencia. Hombres y mujeres de conservación. Los que con esfuerzo, a lo largo de Chile han reunido estos mundos en una educación con misión: la de cambiar el rumbo de nuestro mar, aspirando con ello a llevarlo al siguiente siglo.

La realización humana llega a su cima cuando el individuo es capaz de desplegar su potencial al máximo. Un país que no conoce su océano, no puede ofrecer más que una vida colectiva truncada. Imposibilitada de desplegarse en todo su esplendor, ni mucho menos de producir todo el bienestar posible de ser alcanzado. Nuestro país debe iniciar un viaje de auto-descubrimiento, entrando en la porción más profunda de su alma, que es nuestro océano. Basado en nuestras experiencias, auguramos que este viaje no solo será uno de los más grandes, sino de los más fértiles para nuestra nación.

Los esfuerzos que hemos desplegado a lo largo de los años en estas iniciativas educativas han requerido coraje y creatividad. La proeza de develar el mar, el que naturalmente oculta sus maravillas bajo tules de variado azul, se duplica al considerar los prejuicios que derivan de la ignorancia sobre su operar, y sobre su rol en generar beneficios a la humanidad en el largo plazo. Y es exactamente ese el secreto de todo cambio cultural verdadero: la liberación de ataduras, la creación de la diáspora, y la remoción de los escombros que deja la ignorancia, ahuyentando pestes tan pestilentes como la desvaloración del mar.

Hoy invitamos a los líderes acá reunidos, a permitirse un lujo necesario, inspirado e inspirador: a permitir cambiar sus mentes. A dejar atrás ataduras culturales variadas, y abrazar la evidencia acumulada por años de experiencias educativas en torno al océano. A tomar estas nuevos y sabios lineamientos para cultivar la nueva y necesaria mirada. Y a dejarse guiar por las experiencias educativas ya florecidas, que cual estrellas de una nueva constelación, pueden servir de guía en la navegación hacia el porvenir.

Este no es un manifiesto vacío, sino que está sostenido en la experiencia acumulada por aquellos que estamos con las manos en la masa del cambio. Ustedes lo pueden constatar en este mismo Congreso, donde este mismo momento estamos desarrollando un campamento científico marino, con niños de todo Chile: desde cálido norte hasta la fresca Tierra del Fuego, cuya organización ha requerido la confluencia de grandes cantidades de voluntades, las cuales hemos sabido no sólo convocar, sino articular de manera cooperativa, sinérgica y finalmente hermosa, para poder demostrar con hechos, la proclama que hoy enviamos desde esta sala.

Venimos a decirles quiénes somos. Venimos a compartir nuestra experiencia. En retorno pedimos vuestro complementario y simétrico compromiso…

¡Y esperamos estén dispuestos a entregarlo!

*Presentado en el Panel Pensando nuestro Océano, en la cumbre Nuestro Océano, Valparaíso, Octubre, 2015.
Por Bárbara Saavedra, doctora en ecología y biología evolutiva, Directora para Chile de Wildlife Conservation Society. Actualmente, es VicePresidenta de la Sociedad de Ecología de Chile y coordina el Proyecto Karukinka, en Tierra del Fuego.

Fuente/www.barbarasaavedra.com/
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Desarrollo Sostenible

LAS EMISIONES DE METANO HAN AUMENTADO MÁS RÁPIDO QUE NUNCA

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Las concentraciones de este potente gas de efecto invernadero se han elevado a una velocidad récord en los últimos cinco años. Al menos dos tercios de sus emisiones a la atmósfera proceden ahora de actividades humanas, como el uso de combustibles fósiles, la ganadería y los vertederos.


Después del dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero antropogénico más importante. En la década de 2010 contribuyó con 0,5 °C al calentamiento global respecto a finales del siglo XIX, dos tercios del que aporta el CO2, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Pero tonelada a tonelada, este gas de vida corta es mucho más potente que el dióxido de carbono, ya que calienta la atmósfera casi 90 veces más rápido durante los primeros 20 años tras su liberación, y 30 veces más en el siglo posterior.

Sin embargo, el mundo no ha frenado las emisiones de metano, uno de los principales impulsores del cambio climático. Más de 150 países (incluida España) se han comprometido en la iniciativa Global Methane Pledge (GMP) a reducir sus emisiones de este gas en un 30 % esta década, pero una nueva investigación demuestra que en los últimos cinco años han aumentado más rápido que nunca.

Las concentraciones medias globales de metano alcanzaron las 1931 partes por mil millones (ppb) en enero de 2024. En años anteriores, aumentaron en 15, 18, 13 y 10 ppb cada año desde 2020 hasta 2023, respectivamente, el segundo, primero, cuarto y decimocuarto aumentos más grandes desde que comenzó la serie temporal de metano de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos en 1983. 

Esta tendencia “no puede continuar si queremos mantener un clima habitable”, escriben los autores de un artículo publicado esta semana en la revista Environmental Research Letters para poner el problema en perspectiva, junto con datos presentados en un preprint en Earth System Science Data.

Ambos artículos son obra del Global Carbon Project, un proyecto presidido por Rob Jackson, científico de la Universidad de Stanford (EE UU) que realiza un seguimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
 
El metano está aumentando más rápido en términos relativos que cualquier otro gas de efecto invernadero importante y ahora sus concentraciones atmosféricas son 2,6 veces superiores a las de la época preindustrial, las más altas desde hace al menos 800.000 años, según estos estudios.

Las tasas de emisión de este gas siguen aumentando según la trayectoria más extrema utilizada en los escenarios que plantean los principales científicos del clima del mundo.

La tendencia actual conduce a un calentamiento global superior a 3 grados Celsius a finales de este siglo. “Ahora mismo, los objetivos del Global Methane Pledge parecen tan lejanos como un oasis en el desierto”, afirma Jackson, “y todos esperamos que no sean un espejismo”.

Agricultura, combustibles fósiles y vertederos

El metano puede proceder de fuentes naturales, como los humedales, y humanas o antropogénicas, como la agricultura, los combustibles fósiles y los vertederos.

A pesar de que las políticas se centran cada vez más en reducirlo, las emisiones anuales totales de este gas han aumentado en 61 millones de toneladas o un 20 % en las dos últimas décadas, según las nuevas estimaciones.

Los incrementos se deben principalmente al aumento de las emisiones procedentes de la minería del carbón, la producción y uso de petróleo y gas, la ganadería bovina y ovina, y la descomposición de alimentos y residuos orgánicos en vertederos.

Mayores aumentos en Asia

“Solo la Unión Europea y posiblemente Australia parecen haber reducido las emisiones de metano procedentes de actividades humanas en las dos últimas décadas”, afirma Marielle Saunois, investigadora de la Universidad París-Saclay (Francia) y autora principal del documento en Earth System Science Data. Los mayores aumentos regionales han procedido de China y el sudeste asiático.

Según explica esta experta a SINC, “en 2020 (el año más reciente para el que se dispone de datos completos), se calcula que se han emitido 608 millones de toneladas de metano, de las cuales 392 millones proceden de actividades antropogénicas directas”. Además, recuerda que el objetivo del GMP es reducir en un 30 % las emisiones antropogénicas de metano en 2030 con respecto a 2020, a escala mundial.

Por tanto, en 2020 casi 400 millones de toneladas o el 65 % de las emisiones mundiales de metano procedían directamente de las actividades humanas, con la agricultura y los residuos contribuyendo con cerca de dos toneladas de metano por cada tonelada que aporta la industria de los combustibles fósiles. Según los investigadores, las emisiones de origen humano seguirán aumentando al menos hasta 2023.

“Para resolver el problema, cada país debería contribuir, a su nivel, en los sectores más emisores. El de los combustibles fósiles y el de los residuos son en los que existen numerosas soluciones y ya se están aplicando en algunos países”, apunta Saunois.

También comenta que la Coalición Clima y Aire Limpio ha publicado una evaluación sobre el potencial de mitigación para ayudar a los estados a determinar la mejor manera de moderar sus emisiones.

Impacto durante la pandemia

Nuestra atmósfera aumento casi 42 millones de toneladas de metano en 2020, el doble de la cantidad añadida de media cada año durante la década de 2010, y más de seis veces el aumento registrado durante la primera década de 2000.

Los cierres por la pandemia en ese año redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) relacionadas con el transporte, que suelen empeorar la calidad del aire local pero impiden que parte del metano se acumule en la atmósfera.

Durante la pandemia se redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno, que empeoran la calidad del aíre pero impiden que el metano se acumule en la atmósfera, así que este aumentó

 La disminución temporal de la contaminación por este otro gas explica aproximadamente la mitad del aumento de las concentraciones atmosféricas de metano ese año, lo que ilustra la compleja relación entre la calidad del aire y el cambio climático.

“Todavía estamos tratando de comprender todos los efectos de los bloqueos de la covid en el balance mundial de metano”, afirma Jackson, que añade: “La pandemia lo cambió casi todo, desde el uso de combustibles fósiles hasta las emisiones de otros gases que alteran la vida útil del metano en la atmósfera”.

Influencia humana en el metano natural

Los científicos del Global Carbon Project han introducido un cambio importante en su última contabilidad de las fuentes y “sumideros” mundiales de metano, que incluyen bosques y suelos que eliminan y almacenan metano de la atmósfera.

En evaluaciones anteriores, clasificaban como natural todo el metano procedente de humedales, lagos, estanques y ríos. Pero el nuevo balance del metano hace un primer intento de estimar la creciente cantidad de emisiones procedentes de este tipo de fuentes que resultan de influencias y actividades humanas.

Por ejemplo, los embalses construidos por el hombre provocan la emisión de unos 30 millones de toneladas de metano al año, porque la materia orgánica recién sumergida libera metano al descomponerse.

“Las emisiones de los embalses detrás de las presas son una fuente humana tan directa como las emisiones de metano de una vaca o de un yacimiento de petróleo y gas”, señala Jackson, que también acaba de publicar un libro sobre el metano y las soluciones climáticas titulado Into the Clear Blue Sky: The Path to Restoring Our Atmosphere (Scribner).

Los científicos calculan que alrededor de un tercio de las emisiones de este gas desde los humedales y las aguas dulces en los últimos años estuvieron influenciados por factores causados por el ser humano, como los embalses, las aportaciones por la escorrentía de fertilizantes, las aguas residuales, el uso del suelo y el aumento de las temperaturas.

Tras un verano en el que el mal tiempo y las olas de calor han dejado entrever los extremos previstos en nuestro clima cambiante, los autores escriben: “El mundo ha alcanzado el umbral de 1,5 ºC de incremento de la temperatura media global en superficie, y solo está empezando a experimentar todas sus consecuencias”.

Referencias:

R. B. Jackson et al. “Human activities now fuel two-thirds of global methane emissions”. Environmental Research Letters, 2024

Marielle Saunois et al. “Global Methane Budget 2000-2020”. Earth System Science Data, 2024 (preprint)


Fuente/Agencias SINC
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FELICES FIESTAS PATRIAS

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«Un homenaje a la pasión y tradición chilena: Fiestas Patrias 2024»


Las Fiestas Patrias de Chile son una celebración vibrante y emotiva que nos recuerda la riqueza cultural y la historia de nuestro país. Durante estos días, Chile se viste de colores, música y tradición, demostrando la pasión y el orgullo de ser chileno.

La fiesta comienza con el tradicional «Dieciocho» el 18 de septiembre, un día lleno de comida típica, bailes folclóricos y reuniones familiares. Los parques y plazas se llenan de gente, mientras los sonidos de la cueca y el huaso nos transportan a una época de tradición y autenticidad.

El 19 de septiembre, Día del Ejército, se rinde homenaje a los héroes que lucharon por nuestra independencia. La parada militar y los desfiles patrióticos nos recuerdan la valentía y el sacrificio de nuestros antepasados.

Las Fiestas Patrias son un momento para reconnectarnos con nuestras raíces, compartir con la familia y amigos, y celebrar la chilenidad en todo su esplendor. ¡Viva Chile!

«¡Chile, está de fiesta! ¡Únete a la celebración!»


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Desarrollo Sostenible

EL AIRE CONTAMINADO DE LAS CIUDADES ACELERA EL ENVEJECIMIENTO DEL CEREBRO

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En Europa, las personas mayores de 65 años representaban aproximadamente el 21,3 % de la población total en 2023. En América Latina y el Caribe, aunque la proporción es menor, el envejecimiento también avanza rápidamente: en 2022, el 9,7 % de sus habitantes ya habían cumplido más de 65.


Este fenómeno plantea desafíos significativos, especialmente en términos de salud cognitiva. Una investigación reciente sugiere que el envejecimiento cerebral puede adelantarse al cronológico, particularmente entre quienes están expuestos a altos niveles de contaminación ambiental. La polución del aire –sobre todo las partículas finas que miden menos de 2,5 micras (PM 2,5)– se ha vinculado con un acelerado deterioro cognitivo en personas mayores, afectando funciones clave como la memoria y el pensamiento.

Asalto a la barrera que protege el cerebro

Desde la neurociencia se ha demostrado que esas diminutas partículas tienen la capacidad de infiltrarse en el cerebro a través de los nervios olfativos. Otra vía de acceso son las áreas donde la barrera protectora cerebral, conocida como barrera hematoencefálica, es más débil.

También se ha comprobado que la exposición constante a la contaminación del aire puede desencadenar una inflamación crónica, lo que deteriora aún más la eficacia de la barrera. El riesgo es particularmente elevado en personas mayores: con la edad, esta muralla natural se vuelve más permeable, una porosidad que facilita la entrada de nanopartículas en el cerebro e incrementa el riesgo de daños neurológicos significativos.

Los estragos de la polución

El envejecimiento de la población está haciendo que cada vez más gente desarrolle problemas de memoria y demencia. Actualmente, se estima que alrededor de 55 millones de personas en todo el mundo viven con demencia, y se espera que esta cifra se dispare a 152 millones para el año 2050. Se podría decir que es el problema de salud pública más acuciante de nuestra era.

Y aunque no existen tratamientos que conduzcan a una cura definitiva, sí podemos identificar los factores de riesgos personales, sociales y contextuales que impactan sobre el deterioro asociado con el envejecimiento.

Así, una revisión de 2021 mostró una conexión significativa entre la exposición continua al aire contaminado –especialmente a las citadas partículas finas– y el deterioro cognitivo, además de un mayor riesgo de desarrollar demencia.

Una conclusión clave de este estudio es la relación entre vivir cerca de autopistas o en zonas urbanas con mucho tráfico de vehículos y la aceleración del declive mental. Los residentes de estos entornos presentan un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas cognitivos y demencias, incluyendo el alzhéimer.

 

El trabajo también exploró el impacto en el cerebro a través de imágenes cerebrales, que revelaron anomalías en quienes están expuestos a altos niveles de polución. Estas alteraciones incluyen una reducción en el volumen de la materia blanca, esencial para la comunicación entre diferentes regiones cerebrales. Son pérdidas que pueden traducirse en un procesamiento más lento de la información y dificultades en funciones como la memoria y el aprendizaje.

Finalmente, las imágenes han mostrado la presencia de microinfartos silenciosos, pequeñas áreas de daño cerebral causadas por la falta de flujo sanguíneo. Los expertos que los detectaron sugieren que la exposición a la polución atmosférica parece incrementar la incidencia de estos accidentes cardiovasculares, debido a la inflamación crónica que provoca en el sistema vascular cerebral.

Medidas para respirar aire más limpio

Se han propuesto diversas recomendaciones para mitigar los efectos de la contaminación atmosférica en la salud cerebral, particularmente en lo que respecta al riesgo de desarrollar demencia. Enfrentar el desafío requiere implementar políticas públicas que mejoren la calidad del aire en las ciudades.

Una de las propuestas principales es la creación de infraestructuras verdes, como parques y áreas arboladas. Estos espacios no solo mejoran la calidad del aire, sino que también promueven la salud mental al ofrecer espacios para la actividad física y social y el bienestar emocional.

Además, es clave endurecer las regulaciones sobre las emisiones industriales y del tráfico, dos grandes fuentes de contaminación en las zonas urbanas.

Urge, pues, diseñar y difundir campañas de concienciación pública para informar a la población y promover medidas que reduzcan la exposición. Estas medidas son fundamentales para proteger la salud cerebral de las poblaciones más vulnerables, especialmente las personas mayores.


Fuente/The Conversation
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Día Mundial del Auto Eléctrico: UN PASO HACIA UN FUTURO MÁS VERDE

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El Día Mundial del Auto Eléctrico se celebra cada 9 de septiembre para concientizar sobre los beneficios de los vehículos eléctricos en la lucha contra el cambio climático y la reducción de la contaminación atmosférica.


Esta fecha nos invita a reflexionar sobre el impacto positivo que estos vehículos pueden tener en nuestro planeta y cómo su producción y uso están transformando la industria automotriz y nuestros hábitos de movilidad.

Produccion de Autos Eléctricos

La fabricación de vehículos eléctricos implica procesos similares a los de los autos convencionales, pero con diferencias significativas en componentes clave:

  1. Baterías: El corazón de un auto eléctrico es su batería, generalmente de iones de litio. Su producción implica la extracción de materiales como litio, cobalto y niquel, un proceso que ha generado preocupaciones ambientales y sociales.
  2. Motor eléctrico: Más simple que un motor de combustión interna, requiere menos piezas y mantenimiento.
  3. Electrónica de potencia: Incluye inversores y convertidores que gestionan el flújo de energía en el vehículo.
  4. Carrocería y chasis: Similares a los autos convencionales, pero diseñados para optimizar la aerodinámica y compensar el peso de las baterías.

La industria está trabajando en mejorar la sostenibilidad de los procesos, buscando fuentes más técnicas de materiales, recetando baterías y uso de energías renovables en la producción.

Efectos sobre el Medio Ambiente y la Planeta

Los autos eléctricos tienen un impacto significativo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero:

  1. Cero emisiones directas: Durante su uso, los vehículos eléctricos no emiten gases contaminantes, mejorando la calidad del aire en zonas urbanas.
  2. Huella de carbono: Aunque la producción de autos eléctricos puede generar más emisiones iniciales, su huella de carbono total es menor a lo largo de su vida útil, especialmente si se cargan con energía de fuentes renovables.
  3. Reducción de la contaminación acústica: Los motores eléctricos son significativos más silenciosos, contribuyendo a disminuir la contaminación sonora en las ciudades.
  4. Impacto en ecosistemas: La reducción de emisiones y la menor dependencia de combustibles fósiles ayuda a proteger ecosistemas sensibles al cambio climático.

Disminución de la Contaminación y Uso de Combustibles Fósiles

Los vehículos eléctricos juntos un papel crucial en la transición hace un sistema de transporte más limpio:

  1. Reducción de emisiones de CO2: Dependencia de la fuente de electricidad, los autos eléctricos pueden reducir las emisiones de CO2 hasta un 70% en comparación con vehículos de gasolina.
  2. Mejora de la calidad del aire: Al no emitir gases como óxidos de nitrógeno y partículas finas, contribuir a mejorar la salud pública en áreas urbanas.
  3. Eficiencia energética: Los motores eléctricos son más eficientes que los de combustión interna, convirtiendo una mayor proporción de energía en movimiento.
  4. Integración con energías renovables: Los autos eléctricos pueden cargar con electricidad generalizada por fuentes renovables, reduciendo aun más su impacto ambiental.
  5. Disminución de la dependencia del petróleo: La adopción masiva de vehículos eléctricos podría reducir significativamente la demanda global de petróleo, disminuyendo la extracción y el transporte de combustibles fósiles.
Desafíos y Perspectivas Futuras

A pesar de sus beneficios, la transición hacia los vehículos eléctricos enfrenta niños:

  1. Infraestructura de carga: Es necesario ampliar la red de estaciones de carga para facilitar viajes de larga distancia.
  2. Costo inicial: Aunque los precios están bajando, los autos eléctricos suelen ser más coches que sus equivalentes de combustión.
  3. Autonomía: La ansiedad por la autonomía sigue estando una preocupación para algunos consumidores, aunque las baterías están mejorando constantemente.
  4. Reciclaje de baterías: Desarrollo de una industria eficiente de reciclaje de baterías es crucial para la sostenibilidad a largo plazo.

El Día Mundial del Auto Eléctrico nos recuerda que la transición tiene una movilidad más sostenible que es posible y necesaria. A medida que la tecnología avanza y los costos disminuyen, los vehículos eléctricos se posicionan como una solución clave para combatir el cambio climático y crear ciudades más limpias y habitables. Su adopción masiva, combinada con el uso de energías renovables y políticas de movilidad sostenible, puede marcar una diferencia significativa en nuestro esfuerzo por proteger el planeta para las generaciones futuras.


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ENERGÍAS RENOVABLES: ¿SUMAN O SUSTITUYEN?

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Entre los acuerdos de la COP28 celebrada el pasado mes de noviembre en Dubái, figura el impulso al despliegue masivo de las energías renovables. No obstante, algunas voces alertan del peligro de que la producción renovable se acabe sumando a la energía de los combustibles fósiles en lugar de sustituirlos.


Si así fuera, nos encontraríamos ante un engaño mayúsculo que, con el pretexto de luchar contra la emergencia climática, habría abierto una nueva actividad industrial dando satisfacción, así, a un sistema económico que solo se imagina a sí mismo en crecimiento continuo.

Citaremos dos hechos que alimentan este temor.

El primero: el pasado año se registró el máximo histórico en el consumo de carbón. Fue el segundo año (detrás de 2021) de mayor consumo de gas natural y la recuperación económica acercó el consumo de petróleo al del año anterior a la covid-19.

El segundo: la extracción masiva de petróleo y de gas natural, a principios y mediados del siglo XX, respectivamente, no redujo el consumo de carbón, el cual no alcanzó una cierta estabilización hasta hace unos 10 años. ¿No estará ocurriendo algo parecido con la introducción de las energías eólica y fotovoltaica en el mix energético?

Evidencias de sustitución

El despliegue de las energías renovables es muy desigual entre países. De ahí que el análisis del sistema energético mundial en conjunto no resulte útil. En cambio, si nos fijamos en aquellas regiones donde su impulso es notorio, obtendremos una respuesta diáfana.

 

Tomemos como ejemplo la Unión Europea. Desde el año 2010, su consumo de combustibles fósiles no ha cesado de disminuir. El actual es unos 4 800 teravarios-hora (TWh) inferior al que se esperaría con la tendencia ascendiente previa a aquel año. En paralelo, la producción eólica y fotovoltaica han crecido en 1 600 TWh.

Ello significa que por cada TWh renovable la UE ahorra 3 TWh de combustibles fósiles. Esta relación de 3 a 1 indica que las energías renovables están sustituyendo la electricidad que producen, por ejemplo, las centrales de gas o de carbón –que gastan aproximadamente 3 unidades de energía fósil para producir una unidad de electricidad–.

La conclusión es clara: las energías renovables sustituyen efectivamente a los combustibles fósiles en la producción de electricidad. Esto es válido tanto para la UE como para un gran número de países, como Reino Unido, Brasil, Australia o China. Una muy buena noticia.

 

 

 
Una transición inaudita

Los antecedentes históricos de sustitución de una fuente de energía por otra son escasos. Los pocos que se han producido han sido por obsolescencia tecnológica o por agotamiento del recurso.

Un ejemplo del primer caso fue la desaparición durante la década de los sesenta del siglo pasado del carbón vegetal en favor de la bombona de butano. Respecto al segundo caso, podemos citar que el aceite de ballena utilizado para la iluminación se agotó hacia el año 1870 por sobreexplotación y fue reemplazado por el queroseno.

Nos hallamos, pues, al inicio de una evolución del sistema energético inaudita por su extensión, ya que aspira a dejar de lado a las fuentes de energía fósiles que sostienen la economía.

La transición también es novedosa por el motivo desencadenante, porque no responde a ninguna circunstancia relativa al descubrimiento o agotamiento de una fuente de energía, sino a la voluntad expresada por la comunidad internacional y guiada por planes nacionales y regionales con calendarios de cumplimiento y herramientas, como los mercados de carbono  que, a pesar de sus limitaciones, facilitan el cambio.

Nuevos interrogantes

La gran incógnita es si esta sustitución podrá continuar en el futuro hasta la deseada “desfosilización”. Aparte de la cuestión técnica de si será posible estabilizar la red eléctrica frente a la intermitencia de la producción solar y eólica sin combustibles fósiles, un factor clave que determinará este futuro radica en si sabremos adaptar los modos de consumir a la creciente producción de electricidad renovable.

Hasta hoy, la sustitución ha sido fácil ya que, por ejemplo, una lavadora no distingue si la electricidad es o no es renovable. La situación es muy diferente cuando el aparato o máquina no funciona con electricidad (los coches, las calefacciones de gasoil o el horno de gas de una cementera), sino quemando directamente los combustibles fósiles.

 

A medida que el grado de sustitución crezca, habrá que invertir con decisión en nuevas formas de consumir energía, prioritariamente en forma de electricidad (coche eléctrico, bomba de calor, horno de arco voltaico…).

Será otra etapa de la transición energética que solo podrá tener éxito si familias y empresas invierten en las nuevas tecnologías de consumo. Ya es hora de poner manos a la obra.


Fuente/The Conversation
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