Conversación
París es solo el comienzo
Aunque ya existe consenso sobre la gravedad del calentamiento global y la urgencia de actuar, las negociaciones en la cumbre climática de parís no fueron fáciles. pero el mundo se puso de acuerdo.
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Ahora hay que actuar. “Nada está del todo decidido hasta que se decide”. La frase se repitió constantemente durante las negociaciones de la Cumbre Climática de París, que se extendían hasta las 5 a.m. entre discursos, enfrentamientos y el surgimiento de agrupaciones como la High Ambition Coalition, impulsada por Islas Marshall —amenazadas con desaparecer si sube el nivel del mar— para empujar un acuerdo ambicioso y cercano a una meta de incremento máximo de temperatura de la Tierra de 1,5 °C.
Tras 23 años de negociaciones por un acuerdo climático global, en París no había espacio para el fracaso. No sólo por la expectativa mundial o la confluencia extraordinaria de casi 120 jefes de Estado promoviendo un inédito acuerdo universal en esta materia, sino también por el sentido de urgencia.
Ya no se discute que el cambio climático es el principal problema ambiental del planeta, y que somos la última generación capaz de revertirlo. Aun así, las negociaciones en París no fueron fáciles. Uno de los puntos complejos fue el financiamiento climático. Limitar el calentamiento global requiere cambiar el desarrollo basado en la quema de combustibles fósiles hacia economías bajas en carbono, lo que tiene un alto costo para los países. Para los desarrollados, asumir gran parte del esfuerzo de financiamiento y transformación económica; para los países en desarrollo, asumir el costo de adaptarse al cambio climático.
A esto se sumaron otros, como la diferenciación (asignar responsabilidades según nivel de desarrollo), los compromisos de mitigación (disminución de gases de efecto invernadero) y la forma legal del nuevo acuerdo. Chile impulsó la creación de mecanismos de mercado para la solución al problema, y un acuerdo vinculante con un equilibrio entre mitigación, adaptación y financiamiento.
Pero finalmente hubo decisión, en la forma del Acuerdo de París. En esencia, es un acuerdo global y jurídicamente vinculante en que las partes prometen implementar medidas para cumplir sus compromisos de mitigación. Además, establece la revisión de estos compromisos cada 5 años, considera esforzarse para limitar un aumento de temperatura a 1,5 °C y establece un marco para el flujo de recursos para mitigación y adaptación hacia países en desarrollo.
La base de este acuerdo son las Contribuciones Nacionales, los compromisos de disminución de GEI de los países. Deberán preparar y comunicar su contribución cada 5 años, reportar las medidas de avance para su implementación, y trabajar en la adaptación.
Esto se alinea con las prioridades de Chile en la negociación, y con los compromisos asumidos en su contribución nacional: disminuir en un 30% la intensidad carbónica al 2030, implementar planes de adaptación y estrategias para financiamiento, transferencia tecnológica y creación de capacidades.
Finalmente, la cumbre escapó al fantasma del fracaso que dejó la COP 15 de Copenhague en 2009, con expectativas similares. Cuando Laurent Fabius, ministro del Exterior de Francia, dio por aprobado el Acuerdo de París con un golpe de su mazo verde, el resultado se calificó de histórico. Y lo es: por primera vez el mundo logró ponerse de acuerdo en esta materia.
Es cierto, también, que las contribuciones presentadas aún no alcanzan el límite de los 2 °C, y quedan nudos que resolver. Pero sin duda es una potente señal a nivel global respecto al modelo de desarrollo que se perseguirá en el futuro, orientado a energías más limpias y a un desarrollo sustentable. Al mismo tiempo, es una guía concreta para las políticas públicas y las decisiones de inversión privadas. París, entonces, no es el fin del proceso, sino el hito que sienta las bases para una nueva relación con el planeta.
Por Pablo Badenier, ministro del Medio Ambiente.
Fuente/quepasa/ www.chiledesarrollosustentable.cl www.facebook.com/ChiledesarrollosustentableCDS/ #medioambiente