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Por qué Concha y Toro apostó por un innovador centro para la industria vitivinícola
La viña chilena instaló un recinto de investigación en el Maule, único en Latinoamérica, con el objetivo de realizar un análisis aplicado del desarrollo futuro del sector.
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La viña chilena Concha y Toro -la segunda más grande del mundo en superficie- invirtió en el año 2014 un total de US$5 millones para el equipamiento e infraestructura del Centro de Investigación e Innovación (CII) con el fin de indagar en las reales necesidades de la industria vitivinícola y llegar a ser un referente mundial en el rubro.
«Cualquier empresa en estos mercados tan competitivos tiene que tener la capacidad de adaptarse a los cambios, de ir moviéndose, y en ese sentido la investigación y desarrollo permiten acelerar los procesos de adecuación a esos cambios, porque tú estás dando pasos antes a competir», destaca Gerard Casaubon, director del CII, a Emol.
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A un año de la implementación del proyecto ubicado en la comuna de Pencahue, en la Región del Maule, la compañía ya ve reflejado algunos resultados y que en el corto plazo impactarán al sector: uso de un dron en labores agrícolas, desarrollo de una aplicación para smartphones para apoyar el deshoje y el estudio del comportamiento de material clonal de la cepa Cabernet Sauvignon.
El director explica que estos resultados son para toda la industria ya que primero los verá la propia viña, pero después serán adoptados por todo el sector. «Nosotros al tener nuestro centro de innovación, como compañía vamos a ir un paso adelante en los temas que estamos trabajando y posteriormente, como toda innovación, introducción de una mejora o de un nuevo producto o servicio, va a ser adoptado por los seguidores y el resto de la industria», dice.
«El mundo de la compañía y sus stakeholders, donde están los productores y grupo objetivo, tiene como visión que esta iniciativa sea desarrollada y transferida con los productores, entonces estamos hablando del 30-35% de la industria total con quienes tenemos las relaciones estrechas de desarrollo a largo plazo», manifiesta.
Además, señala que el centro nació a partir de una necesidad muy específica de las áreas técnicas de gerencia agrícola y gerencia de enología. Es el único privado en Latinoamérica, los demás similares que existen en la región pertenecen al Estado o a universidades.
«Investigaciones de alto impacto»
Uno de los focos del CII ha sido adaptar tecnología disponible en el mercado a las necesidades específicas de la industria. Un ejemplo de ello es la utilización de un dron para la predicción del volumen de cosecha.
Para apoyar este proceso y alcanzar a corto plazo un 90% de exactitud en la predicción, el Centro generó un complejo modelo de inteligencia artificial que recibe, procesa y almacena información.
El otro ejemplo que recalcó la compañía es la implementación de la app GRAPPE, el cual permite obtener imágenes del follaje antes y después del deshoje las que son analizadas in situ, entregando un índice de variación de exposición a la luz de los racimos de uva.
«Grappe fortalecerá el monitoreo y control de la operación de deshoje por parte de los supervisores y generará un registro histórico de actividades de deshoje en cada fundo que complementará la toma de decisiones», aseguran desde la viña.
I+D en Chile
Pese a que Chile es uno de los países de la OCDE que menos invierten en I+D (0,39%), Casaubon cree que el país ha seguido «un camino correcto» en esta materia.
«Es el camino correcto en términos generales. Primero porque hay una alianza público-privada y hay que reforzarla para los desafíos que son asociativos donde hay mucha diversidad de actores con distintas escalas, entonces tú requieres que el Estado se haga cargo del financiamiento y las grandes empresas hagan sus aportes», asegura.
«En el corto plazo debiera haber desde los directorios de las compañías un mayor compromiso con sus grupos que están haciendo investigación intramuro y hacer una planificación de largo aliento y aprender a utilizar la ley I+D que tiene Chile que es una ley que lleva años ya y que ha ido tomando cada vez más fuerza», acota.
Esta ley, concluye el director, «entrega un derecho a las empresas, a las personas naturales que hacen investigación y desarrollo de tener un crédito tributario por las actividades que son netamente como gasto de inversión de I+D, lo que permite producir el riesgo de inversión y permite que se genere más cultura porque obliga al área de Recursos Humanos, de Finanzas, de trabajar en conjunto para sacar el máximo provecho».
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Fuente:Emol www.chiledesarrollosustentable.cl