Noticia País
Premio Pritzker 2014 para el japonés Shigeru Ban: El Arquitecto Humanitario
Su obsesión está en reciclar lo existente y hacerlo utilitario. Según el jurado, ha sido un compromiso con la sustentabilidad y el uso de materiales renovables lo que en parte primó para condecorarlo con el premio.
El arquitecto japonés Shigeru Ban (Tokio, 1957) ha sido galardonado este lunes con el Premio Pritzker 2014, considerado el Nobel de la disciplina, por sus proyectos «elegantes e innovadores para clientes privados» y también por usar «el mismo diseño inventivo y habilidoso para sus amplios esfuerzos humanitarios».
El ingeniero, jurado del propio Pritzker entre 2006 y 2009 y reconocido como uno de los más innovadores del mundo, es autor, entre otros edificios, del Centro Pompidou-Metz.
De su labor solidaria da fe, por ejemplo, la reconversión de un antiguo campo de béisbol en un barrio construido con contenedores de barco para dar un techo a casi 500 desplazados tras el tsunami que asoló su país en 2011.
Ban también construyó medio centenar de viviendas provisionales para familias de Puerto Príncipe que quedaron sin hogar a causa del terremoto que sufrió el país caribeño.
Sus construcciones sencillas con materiales humildes como el cartón y su labor humanitaria en situaciones de emergencia definen a un arquitecto que no intenta minimizar el resultado sino el procedimiento.
Él mismo se define como un hombre modesto, que odia el desperdicio y que por ello utiliza lo que está disponible en cada lugar.
El pasado año visitó Madrid con motivo de la construcción en el campus de IE University de un pabellón temporal, edificado con más de 173 tubos de papel unidos por juntas de madera que descansan sobre columnas de papel.
Entonces había recibido el Premio Pritzker el también japonés Toyo Ito y al ser preguntado sobre la posibilidad de que él fuera el siguiente consideró que este galardón no le iba a llegar tan pronto, pues era necesario «alcanzar el máximo nivel en la profesión».
La búsqueda del equilibrio
Su implicación social y los materiales que utiliza para la construcción le han convertido en uno de los arquitectos más singulares de los últimos años y es para la revista ‘Times’ uno de los personajes más de actualidad del mundo.
No le gustan los detalles sofisticados ni le interesa el uso superficial de un material. Para él, lo importante es la investigación de las características propias de ese material para descubrir otras posibilidades en su utilización.
Ban empezó a usar papel reciclado en sus construcciones en 1986, al ver que era de bajo coste y con la idea de demostrar que los materiales débiles tienen una vida más duradera.
Además, el galardonado ha defendido durante su intensa trayectoria que las personas que viven en construcciones temporalmente «no quieran salir de ellas».
Para él, la arquitectura debe contribuir a mejorar la sociedad, pese a que tradicionalmente los arquitectos trabajan para «enseñar el poder y el dinero de la gente privilegiada a través de sus construcciones», manifestó durante una entrevista hace unos años, en la que aseguró: «Eso no era lo que yo realmente quería hacer, así que tuve que buscar mi propio equilibrio».
En 1995 llevó su filosofía y su modo de hacer a Ruanda. Al enterarse de las míseras condiciones de los desplazados en este país ofreció una ayuda que se materializó en refugios y viviendas, con materiales extraordinarios, especialmente cartón, material que volvió a usar en Japón tras el terremoto de Kobe, donde no solo construyó viviendas en una semana sino que enseñó a los ciudadanos a hacerlas.
Con cajas de cerveza llenas de arena, sobre las que se levantaban las paredes de papel, formadas por tubos de 108 milímetros de diámetro y 4 milímetros de grosor, y un tejado en lona con un sistema sencillo de movilidad, las cabañas no sólo eran estéticamente bonitas, sino también fáciles de transportar almacenar y reciclar.
Ban, que para ganar tiempo en situaciones de emergencia creó una ONG, sorprendió también en Christchurch (Nueva Zelanda), ciudad duramente golpeada por un devastador terremoto, donde construyó una increíble catedral con estructura de cartón, en forma de triángulo y resistente al agua, el fuego y los terremotos.
«La fortaleza de un edificio no tiene nada que ver con el material. Los edificios de hormigón se caen con los terremotos, pero no los de papel», defiende Ban, cuya iglesia de cartón en Taiwán, construida tras el seísmo de Kobe, continúa en uso después de más de 20 años.
Perdurabilidad y rentabilidad económica
En la otra mitad de su tiempo, la que no se ocupa de ayudar en situaciones de emergencia, Ban construye grandes edificios como la sucursal del Centro Pompidou en Metz, ciudad situada en el norte de Francia. El rompedor diseño de Ban suscitó algunas reservas y algunos lo llamaron ‘la casa de los pitufos’ al entender que guardaba cierta semejanza con una seta monumental.
Cuando se le pregunta por la perdurabilidad de los materiales que utiliza, defiende que la duración de un edificio no tiene que ver con la fortaleza de los materiales con que está construido y que en ella influye el hecho de que tirar un edificio sea económicamente rentable.
Confiesa que hace lo que le interesa, defiende a los arquitectos que buscan retos, no se considera un arquitecto estrella y lamenta no ser profeta en su tierra al ser escasos los proyectos que le solicitan desde Japón.
El arquitecto sustituye en el palmarés a su compatriota Toyo Ito, ganador en 2013 por una obra «que combina innovación conceptual con edificios soberbiamente ejecutados».
El jurado ha estado compuesto por el chileno Alejandro Aravena, director ejecutivo de la Elemental de Santiago; el arquitecto chino Yung Ho Chang; la arquitecta alemana Kristin Feireiss; el Pritzker 2002, Glenn Murcutt; el finlandés Juhani Pallasmaa; el juez estadounidense Stephen Breyer, el indio Ratan N. Tata y la estadounidense Martha Thorne, directora ejecutiva del premio, según recoge la web oficial del galardón.
El Pritzker fue instituido en 1979 por Jay A.Pritzker y su esposa, Cindy, fundadores de la cadena hotelera Hyatt, con sede en Chicago (EE.UU.), para reconocer el trabajo de profesionales vivos que hubiesen demostrado cualidades como el talento, la visión y el compromiso aplicados a contribuir al desarrollo de la humanidad y su entorno, así como al arte de la arquitectura.
Desde entonces ha recaído en arquitectos como el español Rafael Moneo, el mexicano Luis Barragán, el portugués Álvaro Siza, el italiano Renzo Piano, el estadounidense Frank O. Gehry, el japonés Tadao Ando, los británicos Norman Foster y Richard Rogers, el francés Jean Nouvel o la iraní Zaha Hadid.
Los galardonados reciben un premio en metálico de 100.000 dólares (unos 72.000 euros al cambio actual), un certificado y, desde 1987, un medallón de bronce en cuyo reverso hay grabadas tres palabras: ‘Firmitas, utilitas, venustas’ ( firmeza, belleza y utilidad), los principios fundamentales de la arquitectura de Vitruvio. Antes de ese año, eran obsequiados con una edición limitada de una escultura de Henry Moore.
Por/elmundo.es
https://www.facebook.com/ChiledesarrollosustentableCDS