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PROFESORA FRANKLIN W. OLIN DE EMPRENDIMIENTO, BABSON COLLEGE: «HAY UN ESPÍRITU EMPRENDEDOR FUERTE EN SANTIAGO»

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La existencia de incubadoras, la participación de universidades y un sistema financiero fuerte aumentan las posibilidades para el ecosistema chileno.

Cada ecosistema de emprendimiento tiene características propias, que de alguna manera definen su personalidad. Sin embargo, hay también elementos básicos que permiten aumentar las posibilidades de que haya una mayor creación de empresas y que esas empresas puedan crecer en el tiempo.

Candida Brush es profesora de emprendimiento en Babson College y una autoridad en el tema: ha pasado más de 30 años estudiando el fenómeno de emprendimiento. Visitó Chile recientemente, invitada por la Universidad del Desarrollo, tras una parada en Manizales, Colombia, donde se realiza una experiencia fascinante: la ciudad completa está embarcada desde hace un año y medio en un esfuerzo consciente para cultivar el emprendimiento. La iniciativa, Manizales Más, tiene la participación activa del gobierno local, las universidades, las empresas, la Fundación Luker y Babson, que está capacitando a 70 profesores en temas de emprendimiento.

¿Es mucho el contraste entre Manizales y Santiago? Acá también se ha tratado de incentivar el emprendimiento.
Es diferente, aunque me parece que hay un espíritu emprendedor fuerte en Santiago y que hay iniciativas notables, como Start-Up Chile, por ejemplo.

He visitado varios ecosistemas, entendido como la confluencia de universidades, emprendedores, finanzas y otras partes interesadas, para desarrollar una economía emprendedora. He estado en Manizales, en Silicon Valley, en Las Vegas, donde el creador de Zappos, Tony Hsieh, decidió redesarrollar el centro de la ciudad con el proyecto Downtown. Manizales es una iniciativa de la ciudad y creo que es una forma bastante única de desarrollar un ecosistema.

¿Hay elementos comunes entre ecosistemas exitosos?
En todos los que he visto hay universidades como anclas o al menos son participantes muy activos. En Boston está el distrito de la innovación, con MIT, Babson, Boston University y el Worcester Polytechnic Institute. En Silicon Valley están Stanford y el sistema estatal de universidades de California, en Manizales hay cinco universidades involucradas, pero en Las Vegas no hay universidades, lo que despierta interrogantes respecto de sus posibilidades de éxito. Aquí en Santiago las universidades parecen estar participando.

Una segunda clave es el financiamiento. En Silicon Valley está la comunidad del capital de riesgo, en Las Vegas es Tony Hsieh, en Boston tenemos una comunidad de ángeles, con unos 12 grupos, y algo de capital de riesgo. En Manizales tienen universidades y apoyo bancario, pero no sé qué van a hacer respecto del financiamiento en etapas iniciales.

El tercer componente clave es la existencia de una institución ancla, que en el caso de Manizales es la Fundación Luker, en el de Boston, una alianza público-privada entre la ciudad y grandes empresas. He visto que en Chile hay varias incubadoras, hay iniciativas para atraer empresas, hay universidades involucradas y un sistema financiero fuerte. Todo eso aumenta las posibilidades de éxito.

¿Es igual si el emprendedor es hombre o mujer?
No. En el Global Entrepreneurship Monitor hemos visto grandes diferencias, por ejemplo, respecto de qué tan grandes esperan las mujeres que sean sus negocios. En promedio, las mujeres esperan llegar a cinco empleados, mientras que los hombres esperan que sea mucho mayor. Hay que precisar dos cosas: que la tasa de emprendimiento es mayor en hombres que en mujeres en todo el mundo, salvo en Nigeria y Ghana, y que mujeres y hombres tienden a crear empresas en sectores distintos. Las empresas de servicios, que son donde las mujeres tienen más presencia, tienden a no crecer tanto.

Dicho eso, cuando controlamos por esos factores, de todos modos resulta que las mujeres tienen aspiraciones más bajas y la pregunta es por qué. Hay varias respuestas, una de ellas es que tal vez sean más realistas respecto de lo que pueden hacer. Estamos trabajando en los datos para ver si apoyan esta conclusión. Ahora, si uno es realista, es positivo porque uno no se excede en el gasto, pero por otro lado, uno trabaja con una “visión” más pequeña y no llega a una “gran visión”.

Usted comenzó a investigar el emprendimiento femenino en los 90, intrigada por la poca presencia de mujeres en el fenómeno puntocom. ¿Ha cambiado?
No. Realicé con tres coautoras el proyecto Diana: contamos a todas las mujeres en EE.UU. que habían recibido capital de riesgo, logramos más de 20 mil registros entre 1950 y 1999, y en ningún año el porcentaje de mujeres recibiendo capital de riesgo superó el 7%. Es decir, de todos los negocios fundados en Estados Unidos entre 1950 y 1999, que recibieron capital de riesgo, sólo 7% tenía a una mujer en el equipo ejecutivo. Estamos actualizando ese estudio, con datos de 2011-13, y en ese período la cifra más alta para empresas con mujeres en el equipo de gestión es 10%. No hemos hecho grandes progresos.

¿Eso tiene que ver con los sectores en que emprenden las mujeres? ¿O es que los inversionistas no creen en ellas?
Las áreas en las que trabajan mujeres tienden a ser cuidado de salud y ciencias de la vida, en hombres es telecomunicaciones. El número de mujeres que ha creado empresas de alta tecnología ha aumentado notablemente, pero las mujeres reciben menos capital de riesgo. En otro estudio reciente vimos que empresas encabezadas por hombres y mujeres recorren de igual modo el camino para conseguir capital, y entre quienes lo consiguen, ellos tienden a estar menos preparados que ellas. Estamos pensando que las mujeres esperan a que el negocio esté más avanzado para pedir dinero.

En Boston descubrimos que menos del 25% de las participantes en incubadoras locales son mujeres, y si no pasan por las incubadoras es más difícil que estén listas para la siguiente fase de financiamiento. En Babson creamos el Women Win Lan, para 20 mujeres, que las ayuda a prepararse para incubadoras, y reforzamos las mentorías, que son importantes, porque hay pocos modelos de rol para mujeres. Esos modelos hacen una diferencia: si veo a alguien que logró algo, puedo aspirar a lograr eso. En Manizales, en una reunión con 20 emprendedores, la mitad mujeres, pedí que nombraran a los emprendedores que admiraban. Mencionaron a Richard Branson, Steve Jobs, Bill Gates… Bien, les dije, ¿y mujeres? ¡Su respuesta fue Angela Merkel!

Fuente:latercera.com

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