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¿Y si aumenta la temperatura medio grado?

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Los científicos han analizado qué impacto tendría en el planeta si el calentamiento global alcanzara el techo de 1,5 °C o el de 2 °C y la diferencia.

En el Acuerdo de París ratificado en 2015, la mayoría de países del mundo (196 Partes, para ser más exactos) acordaron mantener por debajo de 2 °C el incremento de la temperatura global del planeta y hacer esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C. La fecha fijada para llegar a estos objetivos es 2050. Pero la realidad es que, a este paso, en algo más de 20 años habremos superado el primero de los límites.

La comunidad científica estima, aun así, que tenemos bazas para atajar el problema. Si se toman medidas drásticas que transformen el sistema energético y los hábitos de consumo sociales, y contamos con el compromiso de todos los actores sociales (gobiernos, sector privado y sociedad), estaremos a tiempo de frenar este aumento descontrolado.

La pregunta es ¿qué pasa si los países no cumplen? En el último informe del IPCC cerca de 100 científicos analizaron qué impacto tendría en el planeta si el calentamiento globalalcanzara el techo de 1,5 °C y/o el de 2 °C y las conclusiones son claras: o nos damos prisa o nos quedamos sin planeta.

La diferencia entre medio grado: la vida

Nuestro mundo ya ha sido testigo en el último siglo de una vertiginosa subida de su temperatura: 1 °C desde la época preindustrial hasta nuestros días. Si este aumento progresivo alcanza los 2 °C, las consecuencias se repartirían como una bomba de racimo en múltiples direcciones. Nunca medio grado ha sido tan importante.

Asistiríamos, por ejemplo, a un alarmante aumento del nivel del mar, lo que expondría a 69 millones de personas a catástrofes como inundaciones en las zonas de costa.

Pérdida de biodiversidad

La pérdida de biodiversidad que padeceríamos con el aumento a 1,5 °C sería catastrófica, pero si el ascenso es a 2 °C, el problema sería completamente irreversible por la desaparición de especies de plantas, animales, insectos, e incluso la muerte de casi la totalidad de los arrecifes de coral.

Muchos de los ecosistemas de nuestro planeta están en riesgo de transformaciones radicales que acabarían con su bioma natural. Con un aumento de la temperatura del planeta de 2 °C, el 13 % de la superficie terrestre sufriría estos cambios, por ejemplo, de tundra a bosque, lo que supondría desajustes irreversibles en su flora y su fauna. Si el aumento es de 1,5 °C, este riesgo se reduce al 4 % del área terrestre.

Además, a mayor temperatura, mayor impacto en el permafrost del Ártico, que se descongelaría entre un 35 % y un 47 % con una subida de 2 °C, reduciéndose al 21 % en caso de que el aumento de la temperatura del planeta que padezcamos sea de 1,5 °C.

Que se exceda la temperatura con una variación de más menos medio grado no tendrá el mismo impacto en todas las áreas ni entornos del planeta, y en algunas ocasiones, consecuencias del calentamiento global como la desaparición de especies serán factores irrecuperables ante los que ya no habrá posibilidad de reaccionar.

Con la ciencia no se puede negociar

La urgencia a la que nos interpela el planeta para evitar estos escenarios requiere de transformaciones drásticas en la economía y en la industria global, y de un compromiso firme por parte de gobiernos, sector privado y sociedad para frenar el calentamiento global.

Para tener la posibilidad de mantener el calentamiento a 1,5 °C a largo plazo, el mundo tendrá que reducir un 45% las emisiones de CO₂ con respecto a 2010 antes de 2030, y alcanzar cero emisiones netas (neutralidad en carbono) en 2050.

Para ello, las emisiones netas anuales deben reducirse al menos a la mitad de la cifra en la que nos movemos actualmente, es decir, pasar de 52Gt a 25Gt al año.

El papel de las energías renovables será fundamental y en 2050 deberían convertirse en la fuente que suministrara entre el 70% y el 85% de la energía total.

Además, son necesarias medidas radicales para sustituir los combustibles fósiles en el transporte o para mejorar la producción de los alimentos y evitar el desperdicio.

A pesar de este sombrío panorama, los expertos aún dejan una puerta abierta al optimismo: el mundo cuenta con la comprensión científica, la capacidad tecnológica y los medios financieros para hacer frente al cambio climático.


Fuente/Ambientum
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