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Punta Alcalde y suministro eléctrico
Lamentablemente, las necesidades de energía que tiene el país no son comprendidas por algunos grupos, que parecen oponerse a todo, no entendiendo que con ello se oponen al desarrollo.
La central a carbón Punta Alcalde ha sido recientemente aprobada por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad en lo que parece ser una toma de conciencia de la delicada situación de abastecimiento que enfrenta el Sistema Interconectado Central, después del rechazo del proyecto Castilla por parte de la Corte Suprema y del proyecto Barrancones por el propio Presidente de la República.
Sin embargo, la central Punta Alcalde con sus 740 MW de potencia está lejos de poder abastecer los crecimientos de la demanda proyectada de aquí al año 2018, fecha en la que está prevista su entrada en operación. Para entonces, sólo los proyectos mineros requerirán del orden de 1.500 MW adicionales, es decir, el doble de lo que puede suministrar Punta Alcalde. Si a ello le sumamos la demanda de los clientes residenciales y otros, requerimos 1.400 MW adicionales. En conclusión, requerimos tres proyectos equivalentes a Punta Alcalde hacia el año 2018, ya sea en centrales termoeléctricas u otras que puedan aportar energía en forma permanente, como las hidroeléctricas de embalse.
Lamentablemente estas necesidades no son comprendidas por algunos grupos, que parecen oponerse a todo, no entendiendo que con ello se oponen al desarrollo y por lo tanto a la superación de la pobreza. A modo de ejemplo, vale la pena considerar en este análisis el tremendo aporte que la minería hace al país y que constituye el más sólido pilar en que se sustenta el desarrollo y es la industria más competitiva a nivel internacional que dispone el país. Así, durante el año 2011 el 61% de las exportaciones correspondió al sector minero y representa el 21% de los ingresos fiscales, lo que asciende a entre US$ 11 y 12 mil millones que pueden financiar completamente el presupuesto de Salud y de Obras Públicas del país. Sin embargo, más allá de estas cifras, vale la pena desmitificar algunas creencias respecto de las centrales a carbón: hoy por hoy países tan desarrollados como Alemania o Dinamarca están construyendo centrales a carbón, ya que representa la alternativa más conveniente de generación en base. Esos países también están abocados a un gran desarrollo de las energías renovables no convencionales, como la solar y la eólica, pero entienden que ellas son un excelente complemento a las centrales termoeléctricas. También se debe tener presente que hoy existen las tecnologías para quemar el carbón en forma limpia y que el país se ha dado una legislación ambiental tan estricta como la de los países europeos, que contrarresta los daños y exige su mitigación.
La pregunta es: ¿debiéramos renunciar a la utilización de un combustible abundante en el mundo incluso en Chile que cuenta con importantes reservas en la zona austral, como el carbón, para proveernos la electricidad, tan necesaria para nuestro bienestar y la superación de la pobreza?
En resumen, es muy absurdo e injusto que un país que tiene todo para alcanzar el desarrollo -ojalá con más equidad- no lo logre, porque rechaza una de las mejores alternativas para disponer de energía confiable y a precios razonables.
por María Isabel González
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