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Se desvanece la creencia de la élite en la globalización
Esto podría sonar raro, ya que internet está conectando mejor al mundo. Pero detrás de esto, lejos de una extensión de la globalización, el siglo XXI está provocando una localización en los flujos financieros.
Hace una década, a veces bromeaba que los “hombres de Davos” (la élite global) creían en una santísima trinidad de ideas. Primero, era la reverencia por la innovación; segundo, había una fe ciega de que el capitalismo era bueno; tercero, asumía que la globalización era beneficiosa e imparable.
Cómo cambian los tiempos. En los últimos cinco años, esos ideales de libre mercado se han incumplido, la fe en la innovación se ha desvanecido y la semana pasada, un informe de una consultora sugirió que la globalización también se está marchitando.
Esto podrá sonar sorprendente. Después de todo, internet está conectando el mundo de manera más profunda cada día y la crisis financiera de 2008 no ha provocado un proteccionismo real al estilo visto en los años ‘30. Pero detrás de esto, algo alarmante está ocurriendo en el mundo del dinero. Lejos de una extensión de la globalización, el siglo XXI está provocando una localización en los flujos financieros.
En la década antes de 2007, los activos financieros en el mundo estaban creciendo a una tasa de casi 8% al año, según McKinsey. Pero desde entonces, los activos totales apenas han subido, con el único punto de expansión viniendo de la deuda pública. De manera similar, antes de 2007, los flujos de capital transfronterizos se expandían rápidamente, en línea con ese mantra de la globalización. Pero desde entonces se han contraído 60%, a medida que los bancos han recortado sus créditos transfronterizos, los inversionistas han llevado su dinero de vuelta a casa.
Si se quiere ser optimista, esto podría ser una leve reducción. Después de todo, un gran factor detrás de esto es el pánico en la eurozona. Además, los bancos del sector privado se han vuelto cautelosos acerca de mover su dinero a través de las fronteras debido al miedo al colapso de la eurozona.
Sin embargo, la buena noticia, como muestra una investigación de JPMorgan, es que el pánico del sector privado se ha reducido. Y, si se ignoran los temores en la eurozona, la caída global en los flujos es menos dramática. De hecho, los flujos de capital hacia los mercados emergentes ahora han rebotado al mismo nivel que antes de 2007, mientras las transferencias sur-sur han subido fuertemente, hasta llegar a US$1,9 billones (millones de millones) el año pasado.
Si se quiere ser más optimista, también se debiera recalcar que incluso tras la caída de 60% en los flujos, la actividad está de vuelta a los niveles vistos por última vez en 2003, o antes de la expansión realmente fuerte. La contracción post crisis, en otras palabras, podría ser simplemente un ajuste hacia una tendencia más sustentable.
Pero la pregunta clave es qué pasa ahora. Una posibilidad es que la globalización financiera comenzará a profundizarse de nuevo, una vez que este ajuste se haya terminado. Después de todo, los inversionistas, gobiernos y bancos ahora enfrentan desafíos para canalizar el dinero alrededor del mundo, dado que algunos sectores de las finanzas globales tienen mucho efectivo, mientras otros están hambrientos por efectivo. Por lo tanto, cree McKinsey, esa presión por hacer que el capital vuelva a fluir generará más reformas; esto sugiere, por ejemplo, que el mercado de bonos corporativos podría ver US$1 billón (millón de millones) de emisiones en los próximos años, a medida que esos incentivos por financiamiento se elevan.
Pero se puede ver otro escenario: si las tensiones siguen creciendo, los controles transfronterizos podrían crecer más. De ser así, las distorsiones resultantes en los precios de los créditos crearían oportunidades de arbitraje. Pero también llevaría a escasez de capital y a un ritmo de expansión mucho más lento. Y si bien ese escenario sería el menos probable, no puede ignorarse. Después de todo, la última vez que los flujos de capital transfronterizos colapsaron en los años ‘30, la tendencia de localización siguió por décadas. Inversionistas, cuidado: el cambio no siempre va en línea recta.P
Por Gillian Tett, la autora es columnista de Financial Times en Estados Unidos.