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Chile es el tercer país con más mujeres con ingreso propio en América Latina
Según informe de la Cepal, el 23% de las mayores de 15 años declara no recibir ingresos, sólo superadas por Uruguay y Argentina.
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Hace unas semanas, la Cepal presentó un informe denominado “Instituciones laborales y políticas de empleo”, un documento que forma parte de la serie “Asuntos de Género” que está desarrollando el organismo, y en el que se identifican los logros y desafíos a nivel latinoamericano en materia de empleo femenino.
Según este informe, Chile es el tercer país de América Latina, después de Uruguay y Argentina, que menos mujeres sin ingreso tiene. Sólo el 23% de las mujeres de 15 y más años declara no recibir dineros propios. El 77% sí dice obtenerlos.
En la región, en promedio, el 30,8% de las mujeres mayores de 15 años declara no tener ingresos propios, cifra que en Uruguay apenas es de 4,5%, y en Argentina de 22,8%.
Rentas Propias
El ingreso propio es el ingreso individual que declara recibir una persona a través de las encuestas de hogares.
Bajo este c oncepto se incluye el salario producto del trabajo formal (con contrato estipulado), el cobro de una renta (por arriendo por ejemplo), ventas informales (desde bisutería, ropa o productos de belleza) y la transferencia monetaria del Estado (como la pensión, jubilación, programa social, bono, etc.)
A juicio de Carina Lupica, autora del informe, el menor porcentaje de mujeres sin ingresos propios que registra Chile “está vinculado al incremento de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo (como asalariadas, cuentapropistas, trabajadoras independientes, etc), que pasó de aproximadamente un 30% en 1990 a casi el 50% en la actualidad”.
La mayor participación laboral femenina va de la mano del mayor nivel educativo de las mujeres, en especial, de las más jóvenes, dice Lupica. “Pero también, han contribuido a que las mujeres tengan ingresos propios las políticas previsionales adoptadas, mediante las cuales se han otorgado pensiones a mujeres cuya cotización fue escasa o nula”, recalca.
También puede ocurrir que la mujer que responde “no recibo ingresos propios” sea una “trabajadora familiar”, cuestión que ocurre mucho en zonas rurales donde toda la familia trabaja pero la jornada se le paga al esposo.
La Deuda
Pese a lo positivo de las cifras, Lupica cree que aún falta por mejorar. Por ejemplo, plantea que las actuales condiciones de trabajo desalientan el trabajo de las mujeres (jornadas muy largas, pérdida de tiempo en transporte y las bajas remuneraciones que ofrece el mercado). “Bajo esas circunstancias, el costo de salir de casa y dejar a los hijos al cuidado de otra persona, no se “compensa” con la gratificación del desarrollo laboral y/o la retribución monetaria que perciben a cambio de su trabajo”, dice,
Andrés Freudemberg, director del Magíster en Dirección Capital Humano de la U. Mayor señala que las mujeres con ingreso propio en Chile se explica porque hoy son casi la mitad de la fuerza laboral, pero no es posible saber cuántas de ellas son empleadas o mujeres emprendedoras con su propio negocio.
Las políticas públicas, buscan precisamente que las mujeres tengan un ingreso propio porque está demostrado que las familias, al tener un segundo sueldo, salen de la pobreza. De ahí que se fomente el aumento de las salas cuna por ejemplo.
Añoa de Estudio
Sin embargo, pese a que son el 50% de la masa laboral, las mujeres todavía no tienen cargos de jefatura en esa misma proporción, dice Freudemberg.
En el mismo informe, Lupica recalca que los avances en el nivel de escolaridad, especialmente entre las mujeres más jóvenes, es uno de los principales logros que favorece la inserción laboral, y hoy las menores de 30 años han sobrepasado a los hombres en matrícula escolar.
Según los promedios de años de estudio en la población económicamente activa, Chile es el segundo país con mayor escolaridad después de Argentina que registra 12,7 años promedio para las mujeres y 11,4 para los varones. Chile tiene 12 y 11,3 años, respectivamente y en tercer lugar, se ubica Panamá con 11,5 y 9,9 años.
Aunque las mujeres estén la cúspide de la pirámide educativa, no tienen garantizado el acceso a puestos de calidad que esté de acuerdo a su preparación, lo que se traduce en una pérdida de productividad importante para el país, declara Lupica.
Para Freudemberg hay un elemento cultural que ayuda a que las mujeres no tengan mayores puestos de dirección y tiene que ver con el machismo de la sociedad que termina reflejándose en la empresa. “En las compañías tradicionales se asocian los cargos altos y con poder de decisión con hombres fuertes y serios. En ese entorno, la mujer es vista como más blanda”, dice.
En casa, el trabajo doméstico que realiza el hombre es aún incipiente. En los países escandinavos, una mayor tasa de igualdad entre hombres y mujeres ha hecho que las mujeres puedan incorporarse al empleo formal y también en puestos de importancia.
Fuente:La Tercera