Opinión

“Necesitamos una Educación que prepare a nuestros niños y jóvenes para el cambio exponencial”

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Según Ana María Raad, gerente del Centro de Innovación en Educación de Fundación Chile, las escuelas se deben enfocar en desarrollar en sus niños y jóvenes aquellas habilidades que les permitan resolver problemas futuros aún desconocidos y desempeñarse en puestos de trabajo que todavía no existen.

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El 47% de los trabajos que hoy existen tienen un alto riesgo de ser automatizados hacia 2034. Esto plantea una nueva incertidumbre a familias, empresas privadas y gobiernos: ¿estamos preparando adecuadamente a nuestros niños y jóvenes para afrontar este y otros desafíos futuros aún desconocidos que nos plantea la cuarta revolución industrial en curso?

“Para evitar ser sustituidas por máquinas las personas tendrán que desarrollar habilidades que no pueden ser desarrolladas por estos dispositivos, como creatividad, pensamiento crítico y comunicación. Esto entrega una gran responsabilidad para la educación”, afirmó Ana María Raad, gerente del Centro de Innovación en Educación de Fundación Chile, en la presentación del estudio “Chile 4.0: Cloud Computing y el futuro de la Productividad” junto a Microsoft.

En el momento actual donde la sociedad está experimentando cambios de una magnitud y velocidad sin precedentes, las escuelas siguen educando de acuerdo a lógicas del siglo pasado. “Más allá de una pantalla táctil o un notebook, no se aprecia mucha diferencia entre las salas de clases de inicios del siglo XX y las de hoy”, planteó Raad, quien agregó que es urgente que Chile avance en esta materia: “Necesitamos una Educación que prepare a nuestros niños y jóvenes para el cambio exponencial”.

Según Raad, es importante que la Educación dé un giro radical desde la memorización de contenidos hacia el desarrollo de las Habilidades del siglo XXI, entre las que destacan la creatividad, la comunicación, el pensamiento crítico y la colaboración.

Para promover este cambio, es importante superar algunas lógicas vigentes en el sistema educativo chileno, por ejemplo, que una mayor cantidad de horas de clases asegura un mejor aprendizaje en los estudiantes. “En comparación con la OCDE, los niños chilenos son los que más tiempo pasan en clases del ciencias y matemática, sin embargo, menos del 25% de la población alcanza una alfabetización numérica y científica mínima”, resalta Raad.

En la misma línea, la gerente de Educación de Fundación Chile destacó la necesidad de superar otros supuestos erróneos, como que la tecnología por sí sola mejorará los aprendizajes. Según el análisis realizado por la organización británica Education Endowment Foundation, las estrategias más efectivas en el aula son el feedback del profesor hacia sus estudiantes y promover que los alumnos reflexionen sobre sus propios estilos de aprendizaje. En ambos casos, la tecnología no es el componente central.

Finalmente, Raad destacó que el problema de las metodologías de enseñanza está afectando a los estudiantes chilenos, independientemente de su nivel socioeconómico. De acuerdo a los resultados de la prueba PISA, colegios particulares pagados de Chile obtienen peores resultados que los de peor performance en Shangai, el sistema educativo con mejor desempeño en el mundo. “El tema entonces no es cuánta plata estamos gastando en Educación, sino qué tipo de capacidades estamos construyendo con lo que estamos invirtiendo”, reflexionó Raad.

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